El abstencionismo se alza contra los “proyectos tiránicos” en Centroamérica, señala experto

El Salvador y mucho más severamente Nicaragua son los países que más discrepan del resto de la región en cuanto a abstencionismo electoral se refiere.

  • San José, Costa Rica
  • 8:29 am
  • Mar 6, 2024

Una Junta Receptora de Votos (JRV) en Bluefields, en la Región Autónoma del Caribe Sur, días antes de los cuestionados comicios regionales de 2024.

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Las elecciones regionales de Nicaragua cerraron con un apabullante 86% de abstencionismo, según los estimados divulgados por el observatorio electoral independiente Urnas Abiertas el pasado martes, 5 de marzo. Líderes y organizaciones en defensa de los derechos de los pueblos indígenas y afrodescendientes ya habían impugnado los comicios como ilegales e ilegítimos en respuesta a una serie de irregularidades y a un clima represivo.

En Guatemala y en Honduras, a pesar de todo, la participación suele ubicarse en alrededor del 60% del electorado apto, y Costa Rica presume de una participación usualmente rondando el 68 ó 69%, por lo que El Salvador y mucho más gravemente Nicaragua son los países que rompen la tendencia regional y muestran números por debajo de esta media.

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Ya los comicios salvadoreños desde hace 20 años mostraba un nivel de abstencionismo cercano al 50%, mismo que se mantuvo hasta en las últimas elecciones este 2024, en las que Nayib Bukele resultó electo con aplastante mayoría, aunque no sin controversia. Por otro lado, la abstención en Nicaragua siempre ha sido difícil de calcular dada la coacción total del régimen sandinista sobre las autoridades electorales.

Una respuesta de la ciudadanía

Por ejemplo, en las elecciones generales de Nicaragua de 2011, la primera reelección del líder sandinista Daniel Ortega, el Centro Cárter fue incapaz de calcular una tasa exacta de abstención “dado que se desconocía el número real de votantes potenciales debido a las imprecisiones en el padrón electoral”, según el informe de la misión.

Los estimados que contradicen los números del cooptado Consejo Supremo Electoral (CSE) nicaragüense surgen de iniciativas independientes como Urnas Abiertas, que trabajan al margen y bajo la hostilidad del régimen sandinista instaurado en sucesivos procesos electorales plagados por irregularidades y baja participación.

Las redes ciudadanas del organismo de observación electoral independiente, Urnas Abiertas, reportaron poca afluencia en los centros de votación durante las elecciones regionales del Caribe nicaragüense, celebradas el pasado domingo. Foto: Urnas Abiertas

En 2016, antes del advenimiento de la crisis sociopolítica, ya empezaba a verse la pérdida de confianza con la segunda reelección de Ortega, que vio niveles de abstencionismo de entre 60 y 70%, según cálculos grosso modo de la oposición.

Para las generales de 2021, Urnas Abiertas calculó 81% de abstención. Las elecciones municipales del año siguiente, que dieron al sandinismo todas las alcaldías del país, vieron 82% de abstención, una tendencia afianzada por las regionales del pasado domingo.

Se trata de niveles de abstencionismo sin precedentes ni punto de comparación en la historia moderna de las democracias centroamericanas. Para Napoleón Campos, analista político y experto en relaciones internacionales, la abstención es una conjunción de factores como la apatía (más visible en el caso salvadoreño) y el rechazo (más visible en el caso nicaragüense) a lo que él llama “proyectos tiránicos”.

Es una reacción o respuesta de la ciudadanía es expresarse ausentándose de las urnas. La gente, ante el fraude, ante el desprecio y la burla a su voto soberano, opta por ausentarse”, añadió Campos, quien considera que El Salvador se desliza peligrosamente por la vía autocrática bajo el mando de Nayib Bukele, quien justificado por una lucha contra la delincuencia mantiene un régimen de excepción que este 27 de marzo cumplirá dos años.