El Coyotepe: cárcel y monumento de las dictaduras de Nicaragua

Construido bajo una oligarquía partidaria, las paredes de la fortaleza han visto pasar cinco dictaduras, siglos de tortura y guerras fratricidas.

  • San José, Costa Rica
  • 8:26 am
  • Feb 20, 2024

La fortaleza se eleva 360 metros sobre el nivel del mar y ha servido como base de operaciones militares, centro de tortura y monumento histórico.

Pi3.124, Wikimedia Commons
República 18

Un fuerte de aspecto cuasi medieval se eleva 350 metros sobre el nivel del mar en el cerro de los coyotes, a unos 28 kilómetros al sur de Managua, en las afueras de Masaya. Guardaba la vía de un ferrocarril que desde hace dos décadas no existe. Muchos lo daban por “maldito” a razón de todo el sufrimiento ocultado a lo interno de sus paredes de piedra.

La fortaleza de El Coyotepe nació durante el periodo de 30 años de gobierno conservador (1857-1893) en la Nicaragua del siglo XIX. Si su propósito fue vigilar la ferrovía, tendría que haberse iniciado a construir alrededor de 1883 ó 1884, cuando la división oriental del sistema ferroviario (extinto desde 2001) alcanzó Masaya desde Corinto en su camino hacia Granada.

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Tras el triunfo de la revolución liberal del caudillo José Santos Zelaya en 1893, la fortaleza, debido a su valor estratégico, fue reforzada y mantuvo vigía sobre el ferrocarril hasta después del derrocamiento de Zelaya por una insurrección conservadora apoyada por Estados Unidos en 1909.

Vista aérea de la fortaleza en abril de 2023. Foto: David Pastor / Wikimedia Commons

El fuerte no vería acción bélica hasta 1912, en el contexto de las Guerras Bananeras (1898-1934) que vieron a la naciente potencia de los Estados Unidos expandir su influencia sobre Hispanoamérica, y en especial Nicaragua debido a los prospectos de la construcción de un canal interoceánico, para coartar la influencia de sus rivales europeos.

La batalla de El Coyotepe

El alzamiento de 1912 en contra del conservador Adolfo Díaz (presidente 1911-1917, 1926-1929) se gestó a instancia del secretario militar Luis Mena Vado, conservador nandaimeño que supo aglomerar los descontentos con la influencia estadounidense y los sentimientos nacionalistas.

Mena acusó a Díaz de vender al país “a los banqueros de Nueva York” y logró que una Asamblea Constituyente lo nombrase sucesor a la presidencia, pero Estados Unidos se negó a reconocer la decisión del Legislativo, por lo que Mena, apodado “dictador verde” por sus enemigos políticos, declaró su rebelión en agosto de 1912, recibiendo amplio apoyo de fuerzas liberales y conservadoras.

Aunque Mena se rindió ante el coronel Joseph H. Pendleton y el prolífico mayor Smedley D. Butler, alias “Maverick Marine”, en Granada el 22 de septiembre, no todas las fuerzas de aquella rebelión habían depuesto las armas. A finales de septiembre y principios de octubre, una fuerza de 350 milicianos liderada por un joven abogado de nombre Benjamín Francisco Zeledón se tomó las colinas de El Coyotepe y La Barranca.

Zeledón y su tropa resistieron un bombardeo sostenido y rehusaron los llamados a la rendición del presidente Díaz, por lo que, al albor del 4 de octubre, un contingente de 850 marines estadounidenses apoyado por otro centenar de marineros del USS California, abrumó las defensas de los cerros.

Marines estadounidenses en formación frente al cerro después de la batalla de 1912. La fortaleza es visible en su cima. Foto: US Marine Corps University

Zeledón murió en el asalto. Ese día cumplía los 33 años.

El traspase de manos somocista

La estructura actual del fuerte proviene de las obras de reforzamiento emprendidas entre 1929 y 1933. Con la toma del poder político de parte de Anastasio Somoza García en 1936 y luego su ascenso a la presidencia en 1937, el fuerte fue convertido en una cárcel para sus contrincantes políticos, quienes eran habitualmente torturados como método de disuasión de la actividad opositora.

La cárcel persistió las presidencias de Somoza García (1937-1947, 1950-1956), su hijo y sucesor dinástico, Luis Somoza (1956-1963), y otros cuatro presidentes bajo influencia somocista. Fue el mandatario René Schick (presidente 1963-1966) quien mandó a suspender las torturas.

Interior de una de las celdas en la fortaleza. Foto: Pi3.124 / Wikimedia Commons

Shick donó la fortaleza y las 52 manzanas de terreno circundantes al movimiento de Scouts de Nicaragua, la franquicia local del más amplio movimiento internacional de Scouting iniciado en el país por una tropa de Bluefields en 1917, organizada a instancias del pastor moravo Joseph A. Harrison y dirigida por Aubrey Campbell Ingram.

Pero la repentina muerte de Schick por un infarto en 1966 y el ascenso a la presidencia de Anastasio Somoza Debayle, segundo hijo de Somoza García, en 1967, vio a El Coyotepe de nuevo convertido en prisión. Los sótanos del fuerte bajo el tercer Somoza se llenaron de presos políticos conforme las presiones iban acumulándose en el aparato represivo de la dictadura.

La Guardia Nacional de Somoza le dio su último uso militar en 1979, durante los últimos días de la dictadura. El Coyotepe sirvió de base para bombardear a los guerrilleros en su avance hacia Masaya, así como punto de encuentro y organización para soldados de la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería, la punta de lanza de la fase tardía de la GN somocista.

La ocupación sandinista, vieja y nueva

La fortaleza de El Coyotepe sirvió nuevamente de calabozo y centro de tortura, esta vez de guardias somocistas, tras el triunfo de la Revolución Sandinista en julio de 1979.

Los diez años de ocupación sandinista vieron a la estructura deteriorarse en gran medida. La vegetación ocupó el cerco interior y la piedra de los muros, y para cuando llegó la democratización de la mano del gobierno liberal de Violeta Barrios de Chamorro (1990-1996), la estructura era poco más que una ruina.

La Asociación de Scouts de Nicaragua, que recibió personería y protección legal en los últimos meses del gobierno de Somoza Debayle, vio la fortaleza y los terrenos de vuelta sólo hasta el gobierno de Chamorro. Aunque el sitio fue convertido en un centro turístico que atraía cierto tránsito nacional e internacional, su interior sólo continuó deteriorándose con el pasar de los años.

La fortaleza vista desde la base del cerro en 2013. Foto: AxeEffect / Wikimedia Commons

En 2018, la segunda dictadura sandinista (instalada en 2007) utilizó la fortaleza como punto de encuentro para la ya infame “Operación Limpieza”, una serie de masacres en las principales ciudades del país perpetuadas por agentes policiales y paramilitares en contra de civiles que protestaban desde barricadas.

Seis años después, este 2024, el régimen sandinista ocupó la fortaleza una vez más tras haber suspendido la personería jurídica de la Asociación Nacional de Scouts el pasado 15 de febrero. La propaganda oficialista calificó la confiscación como un “rescate” y un “renacimiento” de la fortaleza que deliberadamente habían ignorado durante décadas.

A pesar de que el líder sandinista, Daniel Ortega, mantuvo buenas relaciones con los Scouts, siendo él mismo Scout en su juventud y fungiendo como presidente honorario de la Asociación, no fue sino hasta después de haber desaparecido a la entidad que inició la rehabilitación del fuerte bajo tutela estatal, el pasado 18 de febrero.

Simpatizantes sandinistas dentro de la fortaleza. Foto: Alcaldía de Masaya

Las paredes, ahora pintadas de blanco, fueron testigos de un acto partidario al que atendieron militantes de la Juventud Sandinista enviados por las alcaldías de Managua y Masaya, abriendo así un nuevo capítulo en la historia de ese monumento al sufrimiento humano.