Comunidades indígenas ya han registrado más de mil agresiones de colonos

Las comunidades indígenas siguen enfrentando la constante agresión de colonos ilegales en busca de explotar desmedidamente los recursos naturales de su tierra.

  • San José, Costa Rica
  • 10:18 am
  • Ene 4, 2024

Comunitarios indígenas armados para defender sus territorios de los colonos en 2016.

Courtney Parker
República 18

Disparos, gritos, machetazos; no ha pasado una semana del año y ya hay sangre derramada. Un muerto, un herido en la Esperanza, una comunidad rural del municipio de Waspán, en la Región Autónoma del Caribe Norte, por cuyo costado occidental el río Wawa fluye de sureste a noroeste en su camino hacia el mar.

La tarde del 3 de enero de 2024, dos grupos de colonos asentados ilegalmente en el territorio indígena Wangki Twi Tasba Raya se enfrentaron. A ojos de muchos indígenas, la mera presencia de estos mestizos, ladinos de las regiones del Pacífico y el Centro de Nicaragua en su mayoría, trae consigo la tensión que hace posibles los estallidos de violencia.

Cuando no se enfrentan entre sí, los colonos brutalizan a los nativos para apropiarse de la tierra sobre la cual tienen reclamos ancestrales.

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Para el 2023, el Observatorio de Pueblos Indígenas de y Afrodescendientes de Nicaragua (OPIANIC) identificó unos 1291 ataques en las comunidades del Caribe nicaragüense, una región que se extiende por unos 66 mil kilómetros cuadrados, casi la mitad del territorio nacional, pero apenas con un 13% de la población del todo el país, que se cuenta en los 6 millones de habitantes.

Cuerpo de indígena asesinado por colonos es trasladado por locales. Foto: La Prensa

“Sin el consentimiento de las asambleas comunitarias, y con el respaldo de las autoridades impuestas, se ha avalado el tránsito de colonos. Es evidente que la imposición de autoridades y la impunidad alrededor de las violaciones de los derechos humanos de las comunidades son dos factores claves que han permitido el avance de las invasiones de territorios”, denunció la Fundación de la Comunidad de Prilaka, misma que reportó el incidente de este miércoles.

La situación no es reciente. Desde inicios de siglo, y en particular desde el retorno al poder del Frente Sandinista, con Daniel Ortega a la cabeza, en 2007, las tierras del Caribe han estado a merced del avance de grupos interesados en la explotación de los recursos de esas tierras.

A inicios de los 2010 las situación fue escalando. Ganaderos del Pacífico, así como también personas de escasos recursos a quienes “vendían” tierra que ya era propiedad comunal indígena, llegaban y con violencia empezaron a apoderarse de la tierra. Los ataques se concentran también en la frontera con Honduras, en las comunidades Mayangna Sauni As, Li Aubra, Wangki Twi Tasba Raya y Twi Yahbra.

Mapa de incidentes. Foto: OPIANIC

“Las invasiones de territorios indígenas continúan. Las masacres y ataques a comunidades continuaron en el 2023, con su punto más alto en la ataque y la quema de Wilu, en el territorio de Mayangna Suni As, el 11 de marzo”, señaló a República 18 un defensor de los derechos comunitarios que optó por el anonimato por razones de seguridad.

“Las amenazas de colonos armados, el ingreso sin permiso y abusivo a comunidades, la invasión de nuevos territorios con la consecuente destrucción la Madre Tierra, continúan”, añadió, aunque también celebró que “las masacres y los ataques con víctimas mortales han bajado un poco”.

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Pero han bajado no porque “el Estado de Nicaragua haya asumido su responsabilidad”, sino porque “muchas comunidades están dejando sus actividades de vigilancia de sus territorios y de exigencia de desalojo a los colonos como una manera de perservar sus vidas”, destacó la fuente.

Por estas razones miles de indígenas están migrando al extranjero, dejando atrás sus comunidades ancestrales en el Caribe nicaragüense. Ciudades históricamente pobladas en su mayoría por las etnias miskitu, como Bilwi, Waspán o Prinzapolka, están siendo colmadas de colonos que compran propiedades y establecen negocios de manera masiva.

“Son cientos de familias miskitas, mayangnas, y afrodescendientes que están abandonando sus comunidades por su seguridad y porque ya no pueden sostener la vida; en el año 2023 ha tenido lugar una consolidación de un modelo de colonización brutal, agresivo y descarado, que no sería posible si en el país no existiría una dictadura sultánica“, lamentó el defensor.