El exilio del “príncipe miskito” en Costa Rica

Francisco Albicio se presenta como “Príncipe Constitucional de la Mosquitia”. Exiliado en Costa Rica continúa su lucha por los derechos de su pueblo.

  • 7:28 pm
  • May 17, 2023
Príncipe de la Mosquitia
República 18

Francisco Albicio se presenta como “Comandante Cusuco y Príncipe Constitucional de la Mosquitia”, aunque ahora está lejos de casa. “Estamos aquí en el exilio” – habla por su comunidad entera – “y lo que estamos demandando ahorita es porque Nicaragua es muy aparte de la Mosquitia. Estamos demandando internacionalmente la restitución total de la Mosquitia“.

Albicio vive en un asentamiento de migrantes en San José, Costa Rica, a más de 800 kilómetros de Puerto Cabezas, ciudad del Caribe Norte de Nicaragua donde antes residía. Hace seis meses tuvo que partir de su territorio tras perder su tierra a manos de colonos, luego de que el Estado le diera la espalda.

Ahora se concentra en continuar con el activismo a favor de los derechos de su pueblo, el pueblo miskito, a quien considera poseedor de una identidad e historia distintas de la Nicaragua criolla del Pacífico y el Centro.

“Tenemos la constitución de la Mosquitia” dice, nos pasa una copia, “esta es la que nos refleja a nosotros”, y nos muestra la bandera de varias franjas azules y blancas, la bandera de su nación. Luego endurece el tono: “esta es la carta que entregamos a Daniel Ortega“, la levanta de forma imponente, “aquí está su firma. Ya tenemos los mapas, este es el reclamo que hacemos; no queremos estar aquí”.

Colonos y nativos: larga historia

A sus 63 años, Albicio denuncia que su pueblo desarmado es víctima de las autoridades nicaragüenses; víctima de la inacción. “Los colonos se meten para matar a nuestra gente”, refiriéndose a las oleadas de invasores foráneos que por años, a través de la fuerza y la intimidación, llevan tomándose las tierras protegidas de los nativos del Caribe nicaragüense.

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Entre cientos y miles de estos colonos se han asentado en Bosawás, “reserva de la biósfera” reconocida desde 1997 por UNESCO, en las últimas cuatro décadas. El número exacto no se sabe; no figuran en censos dada su situación irregular en esas tierras. Los roces que tienen con la población local derivan de sus actividades económicas, dañinas para el ambiente y para el estilo de vida de los nativos.

Los colonos despalan, arrasan para expandir el espacio agrícola, minero y ganadero. Al irrumpir encuentran resistencia y ahí surge la violencia que ocasionalmente aparece en los titulares de los medios nicaragüenses. Miles han sido desplazados y, desde 2012, la Organización Miskito-Americana contabiliza 70 nativos asesinados por colonos, así como cientos de violaciones de sus derechos en esas zonas poco atendidas por el Estado nicaragüense.

El gobierno del Frente Sandinista no se pronuncia al respecto. No parecen las autoridades contemplar la situación siquiera más allá del interés económico. Algunos llegan hasta a hablar de complicidad. Tal es la situación de la región desde que el caudillo liberal José Santos Zelaya la reincorporó al país, acabando con dos siglos de dominio indirecto por parte del Imperio Británico en 1894.

El constante avance de las fuerzas extractivistas, aunque unas veces más lento que otras, ha eludido a las diferencias ideológicas de la política nicaragüense. Con el somocismo iniciaron grandes operaciones madereras; con el sandinismo, la guerra y la violencia asolaron la región. La República del ’90 vio reiniciadas las operaciones madereras a gran escala, particularmente bajo el gobierno de Arnoldo Alemán y al volver el sandinismo en 2007, volvió también la violencia.

En parte por eso están en el exilio muchos miskitos y otros naturales de esas tierras. Albicio, que aspira a llevar su reclamo a la Corte Internacional de Justicia en La Haya, partió porque tomaron lo que es suyo.

Príncipe exiliado, comandante desarmado

En Nicaragua vivía en la comunidad de Tuara, a 50 kilómetros al norte de Puerto Cabezas, donde poseía una heredad otorgada por su padre. “Ahí hay buena tierra de siembra” recuerda, recitando una lista de cultivos. “Todo ahí quedó dejado porque nos persiguen a nosotros” lamenta.

“Yo salí de Nicaragua el 8 de octubre de 2022. Nos dio oportunidad de salir para Costa Rica” pero ya no pudo volver a Nicaragua. “Al salir, por yo ir declarando a favor de la Mosquitia, si yo entro me agarran para que no continúe en la lucha” y añade que este exilio de seis meses le ha afectado pues, dada su edad, la subsistencia en Costa Rica resulta compleja. Por el precio de la vida y porque ya no tiene tierras.

Albicio viene luchando por los derechos de su pueblo “desde el año 1979, cuando entró el sandinista” al poder en Nicaragua. Antes de la revolución recuerda que vivía “un poquito más libre”, aunque “no había educación”. Luego pasaron los miskitos “diez años en esa lucha”, nos relata, “una lucha grande” en la que fue comandante.

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Se refiere a la lucha contra el sandinismo, cuya revolución inauguró su dominio del Caribe con una atrocidad: la Navidad Roja. El gobierno sandinista utilizó los ataques de la naciente Contrarrevolución en 1981 para justificar primero mayor presencia del Ejército Popular Sandinista en la zona, luego el desplazamiento forzado de miles de miskitos.

Un ataque de la Contra desde Honduras y la toma del poblado de San Carlos, Waspam, en diciembre de 1981 desató lo peor. “Denuncias e informaciones recibidas por la CIDH dieron cuenta que durante esa confrontación y en represalia por las matanzas de San Carlos, efectivos del Ejército Sandinista dieron muerte en la localidad de Leimus y en sus inmediaciones a un número considerable de miskitos” expuso el informe la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Cerca de ocho mil miskitos fueron trasladados a campos de concentración bajo el programa “Tasba Pri” (“Tierra Libre”) del Ejército Sandinista en la semana de la Navidad.

“En las comunidades indígenas de Asang y San Carlos ubicadas en el margen del Río Coco parte arriba, el día 23 de diciembre la fuerza aérea sandinista llegó a bombardear las comunidades con helicópteros y aviones “Push and Pull” donde se masacraron a 60 hermanos indígenas con bombas de 80 libras” recoge una denuncia presentada a la CIDH.

Por temor a ser acusados de contrarrevolucionarios y ejecutados, miles de miskitos cruzaron el Río Coco hacia Honduras. Varios acabaron uniéndose a la Contrarrevolución para defender a su gente, a sus familias y a sus territorios.

“Yo fui comandante Cusuco en la guerra pero ahora todo este pueblo, comunidades que había dentro me eligieron como príncipe para dirigir, para llevar esta carga internacionalmente” después de la revolución, cuando quedó decepcionado por la aplicación sandinista del concepto de “autonomía” para las regiones del Caribe.

Con el fin de la guerra, Albicio recuerda cómo los miskitos fueron desarmados por “organismos internacionales” en la década del noventa. “Por eso, ahorita que estamos reclamando, ¿dónde están ?” se pregunta.

Ahora reclama una nación independiente entre las costas de Honduras y Costa Rica, pasando por todo el Caribe nicaragüense. Aunque cualquiera lo llamaría un plan ambicioso, no manifiesta intención de tomar armas para lograrlo.

“Ahora tengo cinco hijos, dos hijas; lo que ahorita estamos reclamando no baja por un proceso ”, sino por la diplomacia. Desde Costa Rica pide apoyo para darle a su pueblo un lugar en el concierto de las naciones. Lo cree posible.