Periodismo y descolonización: la historia de Brisa Bucardo

Esta joven miskita se sacude de encima todas las etiquetas salvo un par: las de indígena y periodista.

  • San José, Costa Rica
  • 9:37 pm
  • Dic 12, 2023

Bucardo en una foto reciente, publicada en redes sociales.

Óscar Navarrete
República 18

Brisa Isela Bucardo Gutiérrez se considera comunicadora desde que tiene 14 años, cuando todavía vivía en su natal Bilwi-Puerto Cabezas, en la Región Autónoma del Caribe Norte. Hoy no puede pisar esa tierra tan especial para ella porque en Nicaragua no se puede hacer comunicación.

Se presentó ante República 18 como «Brisa del Wangki», parte del pueblo indígena miskito, una de las etnias nativas a los territorios del ahora Caribe nicaragüense, mismo que nombrado en relación a ellos, «la Mosquitia».

«Soy la menor de 10 hermanos; vengo de una familia sumamente numerosa, de un papá excombatiente que luego se dedicó a la educación hasta los últimos días de su vida y de mi madre, una mujer indígena muy sabia que siempre nos inculcó, al igual que mi padre, el tema de la identidad y, sobre todo, de nuestra cultura», relató Bucardo.

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El ambiente en el creció fue, pues, «amplio», y lo considera fundamental «tanto para mi profesión como para quién soy; ha sido por este proceso de formación dentro de mi hogar en cuanto al tema de la identidad cultura, que la tenemos bien arraigada, que siempre hemos dicho que somos indígenas y promovemos nuestra cultura», dijo la joven.

Puede ser una imagen de 1 persona “Una mujer impredecible, resiliente y llena de experiencias fuertes de la vida que jamás la destruyeron. Una miskita”, se describió Bucardo.

Alrededor de 2012, año en que falleció su padre, la joven Bucardo empezó a involucrarse en organizaciones y procesos de formación enfocados en niñas, de modo que ella pudo transmitir lo que aprendió hacia otras niñas.

«Trabajé en temas de derechos, pero me fui inclinando más por las comunidades; viajaba a algunas comunidades y, con el tiempo, me convertí en un referente en la zona, aún siendo adolescente», recordó Bucardo, quien entonces empezaba a involucrarse con el liderazgo local.

Su formación la llevó a nuevos espacios, actividades diversas. Fue entonces que encontró su pasión: la comunicación. «No sabía que quería ser periodista porque en mi zona, aunque sí hay unos medios, yo desconocía qué abarcaba el periodismo porque en el Caribe norte ninguna de las universidades ofrece esta carrera», señaló.

«Empecé a darme cuenta lo mucho que me gustaba, desde pequeña, escribir; analizaba mucho el contexto, cuestionaba mucho las situaciones que ocurrían tanto en el barrio como en la comunidad y, pues, mis papá siempre trataron de responder estas preguntas y no verlo como un mal cuestionamiento, sino que interesante»

En Radio Caribe

Su primer trabajo en comunicación fue en radiodifusión. Un día, a finales de 2014, se atrevió a escribirle a una de sus estaciones favoritas en el Caribe. Les dijo cuánto le gustaba lo que hacían y se ofreció a colaborar.

«El director del medio me llamó y me pidió que me presentara a la radio al siguiente día. Tenía apenas 15 años y, al presentarme (yo era una niña), me preguntó sobre mi experiencia y yo le dije: ¿qué experiencia puede tener una niña de 15 años?», contó Brisa.

—Vengo buscando esa experiencia —le dijo—. ¿Qué mejor que este medio?

Era Radio Caribe. Un medio local, comunitario, centrado en demandas y denuncias ciudadanas de la región, así como ha servido de escuela para muchos nativos del Caribe que hoy trabajan en medios de comunicación.

Brisa, la adolescente embajadora - Revista Niú Bucardo en 2016, cuando trabajaba aún en Radio Caribe. Foto: Radio Caribe

«Era el referente de la zona en ese momento. El director del medio me dio la oportunidad de poder pasar mi proceso de formación en este medio de comunicación» y Brisa se forjó en programas musicales y, luego, en una revista.

«Yo quería ir más allá. Hablar con la gente. No tenía mucha idea, solamente sabía lo que quería hacer»

Su trabajo en la radio iba enfocado a asuntos culturales. Su experiencia en el ámbito mediático le llevó a plantearse cuestionamientos relacionados a la identidad. «¿Por qué como medio intercultural sólo hay pequeños espacios de programas en lenguas nativas?», se cuestionó entonces. «Deberíamos ser más inclusivos, tener más propuestas, más estrategias», pensó.

Pero el contexto no era el adecuado ni el tiempo el correcto. Brisa debió centrarse en seguir aprendiendo y trabajando para el bien de las comunidades que era también suyas. Los problemas que enfrentan —los desplazamientos forzados, la violencia de los invasores, la represión y la desatención crónica de sus necesidades— eran también suyos y le afectaron a nivel personal.

«Nos quitaron nuestras tierras por la fuerza. Recuerdo que quería abordar esta situación pero tanto el medio como la gente me decían que no hablara acerca de eso porque es muy peligroso y, claro, en el momento no entendía mucho del contexto porque era algo bastante reciente», lamentó.

«Girls Power»

Todavía sigue siendo peligroso. Bucardo prefiere no dar detalles al respecto precisamente por la seguridad de su gente, pero eso no hace al problema desaparecer ni coarta la consecuencias.

«Había (y hay aún) demasiadas injusticias. Empecé a recibir amenazas sutiles, pero conforme pasaba el tiempo, tuve la oportunidad de proyectarme»

Bucardo, a través de la organización no gubernamental Plan International, se convirtió en embajadora para Nicaragua en España de la campaña para los derechos de las niñas, Girls Power. Eso fue en 2016, cuando pronunció un discurso ante el Congreso de los Diputados de ese país.

Brisa Bucardo: indígena miskita, periodista y defensora de derechos humanos Bucardo tiene una conexión especial con la tierra que la vio nacer, con sus horizontes y espacios naturales. Foto: Cortesía

«Con esto aproveché para llegar a más personas, a líderes comunitarios. Incluso invitaba a jóvenes a la radio para que se interesaran, principalmente mujeres, porque el tema del periodismo la gente (en el Caribe) lo toma como un hobbie o como algo temporal, teniendo una profesión aparte, porque no es muy rentable, menos para nosotros siendo indígenas», dijo Bucardo.

Fue un periodo para tomar impulso. Siendo joven y mujer, «se hablaba mucho acerca de mí», recordó, pero «había siempre un cuestionamiento: ¿quién es esa chavala?, ¿de dónde es?, ¿qué hace?». Entonces forjó sus primeros enlaces con periodistas en el Pacífico.

«Yo sufrí muchísima discriminación por parte de otros colegas (en el Caribe) que, en muchas ocasiones, se burlaron de mí. Y me decían, “mirá, esto es una cámara; ¿la has visto en algún momento de tu vida?”. Era un ambiente bastante tóxico en algunas ocasiones. Por eso me alejé»

El Pacífico y el periodismo

Habiendo conocido a periodistas del resto de Nicaragua, Bucardo sintió que lo suyo podía ser una profesión real. «Aprendí que el periodismo era más que un espacio radial, que lo que estaba haciendo era algo muy genial y que podía ser como la vocera de algunas situaciones, y contar estas realidades que se viven en nuestras comunidades», comentó Bucardo.

Puede ser una imagen de 2 personas y personas sonriendo Bucardo en el proceso de grabación de una entrevista en noviembre de este año. Foto: Cortesía

«Irónicamente, fue el gremio periodístico fuera de mi región el que me acuerpó y me invitó a espacios y procesos de formación. Todas estas situaciones me emocionaron muchísimo. Todos me lo decían: “vos naciste para esto”», pero también había «comentarios muy negativos».

Le dijeron que no debía estudiar periodismo porque era mujer. Que eso era peligroso, que no iba a aguantar la presión. «Es lo que vivimos las mujeres hasta el día de hoy en el gremio periodístico», deploró Bucardo, quien no se dejó aplacar e hizo del periodismo su carrera.

Viajó de Puerto Cabezas hasta León en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) en 2017. No fue tarea fácil y no sólo porque seguía laborando en la radio desde la distancia.

«Salir de tu comunidad, migrar de tu región, es un cambio fuerte porque es una realidad que el Pacífico es sumamente racista»

Bucardo mantiene que el racismo es una conversación incómoda todavía para los nicaragüenses. «En otros países, donde hay multiculturalidad, como en Guatemala, veo a gente de pueblos originarios por la calle, vistiendo su indumentaria o comerciando o hablando en sus lenguas maternas y la gente lo ve normal, pero en Nicaragua (el racismo) es una realidad muy dura», lamentó.

Recordó los comentarios hirientes. «“Aquí en Nicaragua tenés que hablar español”. “Estás hablando taka-taka” o “no me hagás brujería”, todos estos estereotipos y estigmas contra la población del Caribe son muy duros», describió.

En el ámbito laboral denunció la falta de oportunidades que sólo permite a las personas nativas operar dentro de su región. El nacer en una comunidad indígena y el tener cierto color de piel, considera Bucardo, «ya te van condicionando para cierto futuro».

brisa bucardo Bucardo se enfrentó a distintas dificultades tanto dentro como fuera del Caribe para lograr su objetivo de ser periodista. Foto: Cortesía

Para evitar la presión contra su familia y para seguir su camino periodístico, Bucardo se independizó estando en León, aunque nunca perdió el contacto con sus raíces. «Pasé mi proceso universitario siempre trabajando, pero después de la pandemia, como ya era casi todo virtual pude volver a las comunidades y tenía proyectos personales viajando a algunos territorios», relató, reconociendo las dificultades.

«El periodismo (en Nicaragua) es muy duro en el contexto actual. Políticamente, si no sos una cosa, tenés que ser lo opuesto y si no sos de alguna afiliación, todos te caen encima. Es lo que pasaba conmigo: sentía una presión demasiado grande en la zona porque yo nunca me sentí parte de ninguna cosa; yo sólo me siento indígena y periodista»

Cuando te das cuenta de eso, explicó, «te das cuenta de que hay mucha violencia política desde nuestro contexto». Demasiada.

2018 desde la perspectiva caribeña

Bucardo se expresó solidaria sobre los eventos de abril de 2018, cuando el régimen sandinista de Daniel Ortega y Rosario Murillo desató una carnicería despiadada contra manifestantes pro-democracia. Dicho esto, ese año fue muy distinto para las comunidades del Caribe.

A ella le afectó personalmente por sus lazos con el Pacífico y su profesión, pero «en la Costa Caribe no tuvimos manifestaciones ni cosas por el estilo. Nuestra lucha no es desde 2018; tenemos una lucha por la defensa de nuestros territorios desde hace muchísimos años atrás y hemos estado siempre en eso», explicó.

«Al ejercer el periodismo, claro que afectó. Antes hablábamos sobre la situación en nuestros territorios y, muchas veces, no nos prestaban atención. Tal vez un llamado de atención, una amenaza al medio, pero a partir de 2018, con el conflicto en el Pacífico, ya nos querían silenciar totalmente»

El sandinismo no quería oír absolutamente nada que no fuese aprobatorio de sus intereses o condenatorio de lo ajeno. Cero discusión sobre los intereses de los pueblo indígenas. «Querían aparentar calma y tranquilidad dentro del país y, a partir de 2018, empezó todo a empeorar a nivel nacional», lamentó.

Bajo la sombra roja y negra

La joven Bucardo se separó del trabajo en la radio en 2021 y fue forzada al exilio, pero prefiere no hablar al respecto por motivos de seguridad. Este mismo año debió salir de Nicaragua, un año marcado por la agudización de la represión contra lo que quedaba de organización política en la región, al menos de organización como se entiende en el Pacífico.

Tras la cancelación de la personería jurídica de la organización y partido indígena Yapti Tasba Masraka Nanih Aslatakanka (YATAMA) a principios de octubre de 2023, y con las próximas votaciones regionales a celebrarse en marzo de 2024 sin que existan garantías para un proceso democrático válido, lo autónomo de las regiones autónomas se encuentra ahora prácticamente suprimido por la consolidación del poder del Frente Sandinista.

Dos diputados indígenas de YATAMA permanecen desaparecidos: el titular Brooklyn Rivera y su suplente, Nancy Henríquez, ambos desde finales de septiembre, poco antes de ser fulminado su partido. Aunque YATAMA es más que una organización partidaria, esto supuso un fuerte golpe para una región asolada por la violencia de invasores de tierra, el azote del cambio climático y el abandono del Estado.

Todos estos problemas y amenazas Bucardo, junto con otros activistas de su etnia y otras que con ella coexisten en el Caribe, los ha tenido que seguir denunciando en el extranjero. Ella lo toma desde las teorías de la «decolonialidad» o «descolonización», una escuela de pensamiento surgida en las décadas del ‘60 y ‘70, pero con antecedentes más antiguos, enfocada en la liberación de los pueblos del yugo colonial tanto físico-político como conceptual-teórico y cultural.

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«Aunque (los miskitos) no fuimos colonizados como en el Pacífico —porque mantuvieron relaciones diversas con entes coloniales, en particular el Imperio Británico, entre 1630 y 1787—, estamos viviendo un proceso de colonización en nuestro territorios», denunció Bucardo.

Se trata de un proceso violento anterior incluso a la violencia física. «Estamos viviendo un proceso de colonización mediática a través de la inundación de culturas externas, ajenas a lo nuestro; ha sido un proceso fuerte a través de diferentes espacios y medios», señaló Bucardo.

Pone como ejemplo la introducción de religiones que «condenan y satanizan» las prácticas tradicionales de su pueblo. «A través de la música, de eventos como las hípicas, tratan de inculcar y forzar a la gente de asumir otras culturas; eso es un proceso de colonización tendenciosa», acusó.

«Es una lucha constante para mantener lo propio, nuestras costumbres, nuestras tradiciones, nuestra cosmovisión como pueblo también y, por supuesto, nuestra lengua»

El exilio

El trabajo no termina para Brisa Burcado, ni fuera de Nicaragua. «He dado clases de miskito en línea, a través de mis redes. He colaborado y sigo colaborando con algunos medios de comunicación y el exilio es difícil, porque es doble y triple», explicó.

Se refiere a, primero, la expropiación de sus tierras; segundo, a migrar del Caribe al Pacífico; el exilio forzado es el punto más extremo, «emocionalmente un golpe muy fuerte», describió.

«Pero es lo que nos toca a los periodistas en Nicaragua. Desde el exilio estoy trabajando algunas iniciativas, una revista que ya se está consolidando con un enfoque centroamericano y de pueblos indígenas», reveló la joven.

Ahora enfrenta el reto de integrar en su periodismo esta perspectiva decolonial.

Puede ser una imagen de 1 persona Brisa en Antigua de Guatemala, noviembre de 2023. Foto: República 18

«Este proceso, para nosotros, empieza con el tema de la resistencia; queremos que persista nuestra cultura en la defensa de nuestros territorios y eso empieza desde pequeñas acciones»

Por ello cree en la transmisión generacional, en incluir a los jóvenes y niños en las actividades tradicionales, haciéndoles saber que eran las mismas que sus ancestros.

«En mi casa esa fue una forma de resistencia», revivió Bucardo. «Son cosas tan pequeñas, pero tan significativas para las nuevas generaciones y no nos damos cuenta», y reafirma su compromiso con lo que es ella misma: indígena y periodista.