La historia de la activista nicaragüense Katherine González y su esfuerzo por darle voz a las mujeres migrantes

Al principio se resistía a involucrarse nuevamente en espacios sociales a raíz de su exilio, actualmente se esfuerza por visibilizar los problemas de las mujeres migrantes.

  • 4:10 pm
  • Nov 20, 2023
República 18

La activista y feminista nicaragüense, Katherine Raquel González llegó a Costa Rica en 2019, debido a la persecución del régimen sandinista por su participación en espacios sociales en Nicaragua desde antes de la crisis sociopolítica de abril de 2018.

González se identifica como activista feminista y asegura que desde muy joven se dedica a los temas sociales, aunque al inicio desconocía que esas acciones se denominaban “activismo”

Actualmente, en el país vecino del sur, Katherine se dedica a un negocio de sublimación, trabajos esporádicos y emprendimientos gastronómicos.

Desde 2022 se integró a la Red de Mujeres Pinoleras, un colectivo de emprendedoras que, luego del exilio, encontraron en diversos emprendimientos una forma de salir adelante.

Actualmente, uno de sus principales intereses es visibilizar las realidades de las mujeres migrantes y solicitantes de refugio en Costa Rica.

“Porque vivimos en un estado de vulnerabilidad social, mental, de salud y económico. Acá una persona se muere si no tiene seguro y la salud no es gratis”, relató a República 18.

Sin darse cuenta comenzó a ser activista

Las experiencias familiares y su involucramiento en espacios sociales de la Universidad Centroamericana (UCA), hoy confiscada por la dictadura, la llevaron a convertirse en activista social, específicamente en feminista.

“Desde que estaba en la UCA y tenía 19 años, empecé a involucrarme en luchas sociales, pero no me consideraba activista feminista. En la universidad se organizaban muchos espacios sociales y feministas. Me gustaba mucho porque se hablaba mucho de la deconstrucción social”, relató González.

Katherine González enfrentó serios problemas de salud, pero después de superarlos, se involucró nuevamente en el activismo. Foto: Cortesía.

“Antes del estallido social ya me reconocía como activista feminista. Toda la vida he sido una persona muy rebelde y escuché en mi casa muchas frases que eran algo agresivas, aunque no las identificaba. Ahora no uso las mismas expresiones con mis hijos”, añadió.

Las situaciones familiares la llevaron a tomar ese rumbo. González expresó que su padre abandonó a su mamá por ser mujeriego y que en su hogar se vertían algunas frases machistas que calaron en ella. Ante esto, considera que es importante la “deconstrucción social”.

2018 marcó un antes y un después

Katherine participó junto a su entonces esposo y su primer hijo en las manifestaciones de 2018.  Esto la llevó a vivir la persecución directa de la Policía de Nicaragua que reprimía las manifestaciones y perseguía a activistas.

“Mi hijo tenía ocho años y siempre caminé con él en las marchas. Algo que era pacífico fue atacado con agresividad. Todo eso afectó mi estabilidad laboral y económica”, aseguró.

La represión llegó a un climax en su caso, cuando un familiar fue asesinado en una de las barricadas que se levantaron en Managua, como señal de protesta contra el régimen.

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“El 23 de junio de 2018, el hermano de mi esposo fue asesinado en una de las barricadas del Iván Montenegro. Mi cuñado estuvo atrincherado en la Universidad Politécnica (Upoli). Mi esposo estuvo angustiado llamándolo y luego tuvimos la noticia”, dijo.

A raíz del crimen y luego del exilio de su esposo en agosto de 2018, se involucró en la Asociación Madres de Abril (AMA) y se convirtió en “Embajadora del Museo de la Memoria”.

“En 2019 me quedé trabajando con mi suegra en el Museo de la Memoria y me convertí en embajadora del Museo. Tenemos la obligación de hablar de los muchachos. Pensábamos hacerlo en dos partes, la primera fase la logramos montar en la UCA. La segunda fase no la logramos hacer”, contó González.

“Contábamos desde el momento en que los muchachos salieron de las casas hasta como impactaron las balas. Te contábamos sobre su identidad, su cultura y aspectos de su historia antes de 2018”, añadió.

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El exilio

A finales de 2019, quiso prepararse por si en algún momento tenía que abandonar el país. El asedio era constante y su vivienda permanecía vigilada.

Por esta razón, acudió a Migración de Nicaragua para solicitar permiso de salida de su hijo menor de edad. Sin embargo, en la instancia le negaron el procedimiento y le aseguraron que su hijo estaba circulado, al confundirlo con su papá por la similitud de los nombres y apellido.

Una persona conocida logró recuperar su cédula y su pasaporte, a la vez que le sugirió abandonar el país.

“A finales de 2019, la persecución era directamente contra mí. En ese año tuve que salir de Nicaragua. Llegue a Costa Rica con mi hijo, que solo traía una mochilita. Salimos de un momento a otro, porque al papá de mi hijo lo seguían buscando”, dijo González.

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La llegada a Costa Rica

Cuando llegó a Costa Rica, decidió no organizarse en ningún espacio, pero poco a poco fue recuperando el interés por los temas sociales, según relató.

“No quería poner en peligro a mi familia que quedaba en Nicaragua. Además, sentía que todo era en vano, que la oposición nunca se ponía de acuerdo y que todo se trataba de una disputa de poder”, relató.

Luego de severos problemas de salud a raíz del nacimiento de su hija en 2021, decidió participar en espacios de activismo.

“También estuve deprimida y no quería hacer nada. Pero me ayudó mucho conocer a la Red de Mujeres Pinoleras y participar en otros espacios. Además, AMA estaba organizada en Nicaragua, no en Costa Rica. Con la Red ha sido la organización en la que participo hasta hoy”, relató.

González aseguró que durante su embarazo, en Costa Rica, también sufrió episodios de discriminación.

“La doctora que me atendió cuando di a luz me dijo que las nicas veníamos a parir para que nos dieran residencia y que gracias a la Caja (Seguro Social) teníamos atención. Me lo dijo una persona que se supone que estudió para salvar vidas”, contó.

Su recomendación a las jóvenes activistas

Hoy en día asegura que alza la voz por las mujeres, especialmente las migrantes nicaragüenses, que se enfrentan a severas dificultades, especialmente en Costa Rica.

“Quiero realzar a las mujeres que trabajan en limpieza de casa porque la gente las explota. Me duele ver a mi gente trabajar así y sobre todo ahorita, porque hay personas que tienen estudios y carreras y tienen que trabajar en otras cosas”, relató.

A la vez recomendó a las jóvenes a participar en espacios sociales.

“No esperés tanto tiempo para organizarte. También hay que apostar por el relevo generacional. Es importante hacer las cosas hoy, porque el mañana es una incertidumbre”, aconsejó.