Entrevista a vocero de Monteverde: “Hemos aprendido de los errores del pasado”

El joven opositor comenta a detalle los objetivos de Monteverde y responde a sus críticas.

  • San José, Costa Rica
  • 1:08 pm
  • Feb 29, 2024

A sus 28 años, Juan Diego Barberena forma parte del directorio político de la alianza opositora Monteverde.

República 18
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En tono efusivo, Juan Diego Barberena, joven miembro del directorio político de la alianza política Monteverde y de la Alianza Nacional Azul y Blanco, confió a República 18 sus perspectivas sobre las características de la alianza, sus objetivos a corto y largo plazo, y las críticas que han surgido hacia esa alianza política.

Monteverde nació en junio de 2023, meses después del destierro de 222 presos políticos del régimen sandinista de Daniel Ortega, aunque sólo fue posible gracias a gestiones anteriores de agentes de la oposición en el exilio.

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Exaspirantes presidenciales, activistas y defensores de derechos humanos se unieron en un intento de formar unidad en el exilio para ejercer presión sobre el régimen sandinista.

A sus 28 años, Barberena se define como abogado y activista político, y nos comenta a detalle cómo ve esta alianza que va para su primer aniversario; explaya sus fortalezas y admite las debilidades en las que trabajan; expone sus valores fundamentales y cómo conviven en ella tan diversas posturas sin restarle solidez; y responde a las críticas.

Pero, primero, contanos: ¿qué es Monteverde exactamente?

Monteverde, que ahora tiene el nombre de Concertación Democrática Nicaragüense, es una alianza política que apunta a un largo plazo a su objetivo principal: lograr la transición democrática en Nicaragua.

Es decir, estas organizaciones y personas que están juntos esperan poder llegar juntas a la transición democrática. Es una alianza plural conformada por organizaciones y personas con distintos márgenes de influencia y de acción.

Buscamos construir una sociedad más democrática, más inclusiva y más igualitaria.

¿En qué se diferencia Monteverde de otros proyectos anteriores como la Coalición Nacional?

La principal diferencia es que hemos aprendido de los errores que hemos cometido en el pasado, empezando por la confrontación pública. Ya no nos confrontamos públicamente como lo hacíamos antes, empezando porque hemos un manejo medianamente adecuado de las expectativas y sumado a que hoy estamos juntos actores que en el pasado parecíamos antagonistas.

Hoy estamos juntos actores que antes quizá estábamos en la misma acera, pero en costados distintos. Esa es la gran diferencia entre lo que pasó en 2020 y 2021. Hoy tenemos actores plurales, diversos, que no pudimos juntarnos en 2021 y hoy estamos aquí en la misma mesa, obligados a llegar a un acuerdo y a hacerle una propuesta al país.

¿Cómo integra Monteverde posturas tan diversas sin que eso comprometa la solidez de la alianza?

Primero, tenemos un objetivo principal, un objetivo común independiente de nuestras diferencias, que tampoco son pocas. El objetivo principal y común que tenemos es sacar a la dictadura Ortega-Murillo del poder.

Mientras estén Ortega y Murillo en el poder ninguno puede retomar las posiciones político-ideológicas de reivindicaciones y demás porque la dictadura lo impide. Es decir, la única manera en la que podemos tener un debate político democrático en Nicaragua, con la sociedad nicaragüense, es sin Daniel Ortega y sin Rosario Murillo en el poder.

“Tenemos un objetivo principal bien claro: salir de la dictadura Ortega-Murillo”, reitera Barberena.

En segundo lugar, no estamos discutiendo las cosas que nos dividen, incluso si son parte de nuestras propias reivindicaciones. ¿Me explico?

¿Cómo mantienen la fortaleza de la alianza?

No discutimos temas polémicos sobre los cuales tienen acuerdos y otros no tienen, como el tema de qué tipo de sistema socioeconómico queremos nosotros instalar en Nicaragua (aunque estamos todos claros que debemos apostar por el que le brinde mejores oportunidades a los y las nicaragüenses), pero hay algunas diferencias en cuanto a la tipología de políticas públicas.

Temas que dividen y generan una suerte de discusiones, como el tema del aborto, no los estamos abordando. Eso se va a abordar en la Nicaragua post-Ortega, en una sociedad democrática.

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Los temas realmente divisorios pero que hoy mismo no son lo suficientemente importantes para sacar a Daniel Ortega del poder y que, por el contrario, nos van a dividir, los estamos dejando para el día después sin que ninguna de las organizaciones que tienen esas propias reivindicaciones renuncien, porque es parte de su autonomía y pueden, en el ámbito de su autonomía y de su independencia, continuar remarcando la necesidad de que se establezcan ese tipo de políticas.

Pero el debate político global entre nosotros no es ese.

Monteverde ha sido criticado por dos aspectos fundamentales. Primero, que maneja su actuar político bajo secretismo y, en segundo lugar, que no tiene suficiente integración del liderazgo joven. ¿Cómo responde a estos señalamientos?

A la primera, he de decir que hubo un tiempo en el que Monteverde no salió públicamente. No tenía vocerías claras y eso respondía a que era un proceso en construcción. Esperábamos que, una vez lográramos los acuerdos políticos necesarios para salir públicamente como una alianza política y poder establecer nuestras propias identidades, y nuestras propias narrativas, y nuestro propio mensaje, necesitaríamos acuerdos y hacíamos primero lo uno y lo otro creíamos que el debate iba a dejar de ser a lo interno con nosotros para pasar a la opinión pública.

Entre nosotros mismos, incluso, (creíamos que) eso podía, de alguna manera, desestabilizar lo que estábamos construyendo. Pero (admitimos) que tuvimos un déficit y ahora lo estamos solucionando. Tenemos vocerías claras, las personas que somos miembros del directorio político comparecemos públicamente, hacemos conferencias de prensa y tenemos suficiente libertad para escribir en los medios de comunicación artículos de opinión haciendo referencia a este proceso y más. Nos estamos pronunciando sobre los temas de la coyuntura.

Sobre lo segundo, es cierto. Hay un déficit de participación joven y es algo que estamos tratando de superar. (Intentamos que) Monteverde logre ampliar sus márgenes de influencia hacia los y las jóvenes para entablar relaciones, discusiones, interacciones y consensos con los colectivos de jóvenes, a los que yo pertenezco, porque soy joven, tengo veintiocho años, y en este momento hay ocho personas jóvenes en Monteverde, también quiero decir eso.

Juan Diego Barberena reconoce que Monteverde carece de jóvenes.

No es que no haya jóvenes o que haya muy pocos. Hay ocho personas jóvenes, una cantidad importante, pero no la suficiente si lo comparamos con la gente mayor. Uno de los retos que tenemos los jóvenes de Monteverde es poder generar un proceso en la alianza con efectos y consensos para con los colectivos de jóvenes.

Pero sí es un déficit e inexorablemente debemos superarlo.

¿Qué objetivos a corto plazo tiene la alianza?

A corto plazo, uno de los objetivos es que nosotros logremos una identidad, posicionando nuestro mensaje y creando nuestra propia narrativa; logremos actuar con la suficiente coherencia para que nos convertimos en un interlocutor válido y legítimo ante el pueblo de Nicaragua y la comunidad internacional.

Ese es el principal reto a corto plazo: crear las condiciones para que seamos vistos como un interlocutor válido y eso requiere de que esta alianza genere incidencia en los distintos sectores sociales y políticos en Nicaragua, dentro de Nicaragua, porque el cambio política vendrá desde Nicaragua, no de ningún otro lugar, y generará efectos en la comunidad internacional de los cuales podremos obtener nuestros márgenes de validación. Es decir, la validación, aceptación y legitimidad que una alianza que apunta a derrotar a la dictadura Ortega-Murillo requiere.

De izq. a der.: Juan Sebastián Chamorro, Féliz Maradiaga, Medardo Mairena, Miguel Mora; algunos ex-reos políticos del régimen sandinista ahora integrados en Monteverde.

Eso sumado al aislamiento internacional, a que el régimen Ortega-Murillo se quede solo, y a mediano plazo es que, conforme nos vayamos convirtiendo en una opción válida de poder y en un interlocutor político legítimo, también nos planteamos llevarle mensajes a la disidencia interna de la dictadura y decirles que nosotros estamos dispuestos a cambiar el estado de cosas en Nicaragua, pero eso no implica para ellos muerte o cárcel.

Los responsables van a comparecer ante las autoridades, pero quienes forman parte de la estructura (y se puede demostrar) que no tienen responsabilidad pueden formar parte de la nueva Nicaragua, con el objetivo de que aumenten los márgenes de contradicción dentro de la dictadura.

¿Y a un plazo más prolongado qué se plantean lograr?

También a mediano plazo queremos lograr cambiar la correlación de fuerzas en Nicaragua en los términos de que el financiamiento internacional de la dictadura Ortega-Murillo disminuya, que aumente su aislamiento, las condenas, los procesos de rendición de cuentas y de jurisdicción universal, y que se erosionen las bases del régimen, y que logremos abrir una competencia política para lograr una transición democrática en Nicaragua.

Eso va a pasar, desde luego, con unas condiciones mínimas que puedan coadyuvar a un nuevo proceso electoral para devolverle al pueblo nicaragüense el poder de elegir.