Monseñor Álvarez cumple un año desde que inició su cautiverio

Aunque la Diócesis de Matagalpa sigue adelante, la ausencia de Rolando Álvarez puede sentirse un año después

  • 2:33 pm
  • Ago 4, 2023
libertad religiosa en Nicaragua limitada
República 18

Cuando monseñor Rolando Álvarez se propuso a salir de la Curia Episcopal de Matagalpa para cumplir con sus laborares eclesiales hoy 4 de agosto, pero de 2022, fue recibido por un muro de escudos de antimotines.

Los agentes de la Policía Nacional bloquearon su paso en el portón de la casa cural, cachiporra en mano, y así dieron inicio, hace un año exactamente, a un verdadero asedio que culminaría con la detención del obispo medio mes después, el 19 de agosto de 2022.

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Con miedo y de rodillas sólo ante Dios” dijo el obispo cuando elevó el sagrario con la Hostia Consagrada ante la línea policial que se extendió y retuvo la cuadra de la Curia. Ahí bendijo a los oficiales, a los comisionados que lo rodeaban con vehículos, armas de guerra y en amplia superioridad númerica, y bendijo a sus familias, y cuando trataba de abrazarlos estos huían.

La Diócesis de Matagalpa difundió las imágenes conforme se desarrollaban los hechos ese 4 de agosto.

En esos quince días de arresto domiciliar de facto, el mensaje del obispo recluido permaneció incólume: “Tenemos que responder al odio con amor, a la desesperación con esperanza y al miedo con la fuerza”, dijo el día que inició su calvario.

Ahora, exactamente un año después, Manuel Obando, antiguo colaborador cercano de monseñor Álvarez, tiene en mente una declaración pronunciada por el obispo exactamente tres meses antes de su detención, cuando el 19 de mayo fue retenido en la Parroquia del Santo Cristo de Las Colinas en Managua.

Obando recuerda que, en ese entonces, monseñor Álvarez dijo, imperativo, “acompáñenme en la oración, pero sigan la misión evangelizadora”. Hoy cree que aquellas palabras fueron una dirección anticipándose a su posible encarcelamiento.

“Esta misión evangelizadora la ha continuado el clero en su ausencia, pero siempre hará falta”

confiesa Obando desde el exilio.

Captura, desaparición y condena

La madrugada del 19 de agosto, fuerzas policiales entraron a la curia y tomaron al obispo de rehén junto a otras once personas que resistieron el asedio junto a él.

Por meses no se supo del paradero de monseñor Álvarez y tras aquel episodio violento, el régimen sólo dio prueba de vida en diciembre de ese año y luego en marzo de 2023, un mes luego de que el régimen liberara y desterrara a 222 presos políticos, y de que él se negara a ser expulsado, resultando en una condena de 26 años de prisión por cargos espurios de “traición a la Patria”.

Medios oficialistas difundieron imágenes de Álvarez recibiendo una visita familiar en el Centro Penitenciario de Tipitapa en marzo de 2023.

En junio de este año se habló de una negociación para liberarlo, fuentes anónimas informaron de que habría sido puesto en custodia de la Conferencia Episcopal, pero poco después se reveló que el propio obispo, a menos que tuviera órdenes del Sumo Pontífice, el Papa Francisco, continuaría rechazando el exilio.

El vacío tras la detención

“Lo extrañan todos sus fieles y el mismo clero, sobre todo aquellos en las comunidades rurales que él visitaba y asistía” lamenta Obando, periodista que trabajó por más de una década al lado del obispo en el área de comunicación de la Diócesis de Matagalpa. También sufrió prisión por ello.

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Como en el resto del país, en Matagalpa ya no hay procesiones ni peregrinaciones, producto de las severas restricciones impuestas desde el Estado. Pero tampoco se escucha la voz del obispo, ni su imagen se transmite a través de los distintos medios de comunicación al servicio de la Diócesis.

Obispo Rolando Álvarez
Monseñor Álvarez evangelizando en los buses de transporte colectivo de Matagalpa. / Foto: Diócesis de Matagalpa.

El programa radial que condujo incluso en medio del asedio, “Pastoreo, comunión y oración, se retransmitía por 18 emisoras y 13 canales de televisión, así como en las redes sociales. Persisten en la red las grabaciones que dan fe de un hombre dedicado al bienestar de su comunidad en el sentido más profundo posible: el espiritual.

Por más de una década, desde que fue ordenado en 2011, Álvarez dedicó su obispado a los más vulnerables de su comunidad.

Compromiso con la justicia social

Un año después, el caso del obispo resalta ante el régimen sandinista de Daniel Ortega como mayor exponente de una política coordinada y sostenida de oposición a la Iglesia católica por su postura crítica ante los crímenes de lesa humanidad perpetrados por las fuerzas oficiales.

Monseñor Álvarez, en concreto, siempre fue vocal en la denuncia de los abusos del poder, incluso antes de la crisis 2018, como cuando señaló públicamente, y tildó de “brutal” y “salvaje”, el ataque de la Policía Nacional contra Juan Lanzas, campesino acusado falsamente de un robo y brutalizado por agentes policiales a tal punto que, en la cárcel, una infección llevó a la amputación de sus piernas.

Concuerda esa imagen pública con el perfil que pinta Obando y del que, asegura, todo el que lo conozca puede dar fe: “una persona muy amable, muy cercana, que tiene también como pastor compasión por sus ovejas: los más pobres, los más débiles”.

obispo de Matagalpa Rolando Álvarez
Monseñor Álvarez cruza el río Sabalar en el municipio de Matiguás, Matagalpa. Él atendía las necesidades espirituales de las a menudo remotas zonas rurales de su Diócesis.

Cuando las protestas contra las reformas al seguro social dieron lugar a la crisis, Álvarez estuvo en la mediación que la Conferencia Episcopal trató de llevar a cabo. Su trabajo pastoral hizo sinergia con sus denuncias sociales.

Lo resumió sucintamente cuando dijo que “para la iglesia los derechos humanos no son un discurso sociológico sino una exigencia del Evangelio”.

De obispo a obispo

Monseñor José Antonio Canales, obispo de la Diócesis de Danlí, establecida el 2 de enero de 2017 en Honduras, en territorio cercano a la frontera con Nicaragua, recuerda haber conocido a su homólogo, monseñor Álvarez, ese mismo año.

Muy activo, un hombre muy carismático, muy atento y muy amable”, así lo recuerda monseñor Canales, quien conoció a Álvarez poco después de haber sido nombrado obispo en Danlí. A partir de entonces se volvieron cercanos y compartieron en distintas ocasiones hasta que Álvarez fue detenido.

“Lo vi en encuentros a nivel centroamericano. Nos veíamos, o él venía a Danlí o yo iba a Matagalpa. Somos casi contemporáneos y tenemos afinidad en nuestra labor pastoral y en la manera en que percibimos a la Iglesia en el mundo actual” añade.

Monseñor Canales cuenta que, cuando monseñor Álvarez estaba siendo asediado, ambos estuvieron en contacto por vías digitales.

“La tarde antes de ser secuestrado, me mandó a decir con uno de los padres que lo acompañaba, que necesitaba urgentemente comentarme algunos detalles de lo que estaba viviendo”, pero no pudieron hablar porque Álvarez fue apresado.

Monseñor Canales comenta a República 18 que en ese momento se sintió indignado, triste, y que en la historia reciente de América Latina no recuerda haber presenciado un hecho tan enervante contra un “hermano obispo”.

“Pero de la indignación pasamos a la denuncia. Nos tomamos los medios que teníamos a mano para denunciar que se estaban pasando los límites, que estaban violando los derechos humanos que todo Estado debe defender; todavía recuerdo la indignación que sentí” expresa el obispo.

Un aniversario infame

“A un año de su secuestro, la Diócesis de Matagalpa continúa adelante” dice monseñor Canales. Aunque el obispo está preso, catequistas, parroquianos, delegados, feligreses y religiosos continúan con su trabajo como él hubiera querido.

Monseñor Canales ha dicho que considera a monseñor Álvarez un hermano. Foto: RRSS

Todo mundo allá continúa la obra de Dios y, claro, es natural que la presencia de monseñor Rolando Álvarez se extrañe mucho, sobre todo en las Diócesis de Matagalpa y Estelí, donde era administrador apostólico” señala el obispo.

“Siendo un hombre tan carismático, no tengo dudas en decir que las autoridades de Nicaragua tienen secuestrado al obispo más popular del país, a un obispo muy querido en su Diócesis, pero más allá también

afirma monseñor Canales.

La actual persecución sandinista

Monseñor Canales cree que el gobierno de Nicaragua “se metió con una figura representativa de un buen pastor, cercano y agradable, preocupado por sus ovejas”, de esa manera antagonizando a buena parte de la sociedad nicaragüense, que históricamente es inseparable de la Iglesia católica y cuyos fieles componen alrededor del 60% de la población en el país.

Como secretario general del Episcopado Centroamericano, monseñor Canales ha utilizado los medios a su disposición para dar mayor visibilidad a la difícil situación de la Iglesia católica en Nicaragua. En el informe más reciente de libertad religiosa, elaborado por el Departamento de Estado, el gobierno sandinista de Nicaragua fue señalado de múltiples violaciones al derecho a la libertad de culto.

Investigaciones arbitrarias, negación de servicios religiosos, amenazas de muerte, hurto de reliquias e irrupción ilegal en templos católicos”, así como la detención y condena de monseñor Álvarez y de otros clérigos, son algunas de las actividades anti-católicas que el gobierno o bien tolera, o bien ejecuta, según expuso el informe.

Este año se llegó a los extremos de intervenir las cuentas bancarais de la Iglesia como parte de una supuesta investigación por “lavado de dinero”, la cual las autoridades no han sustanciado concluyentemente.

Aquellas voces disidentes, que no están de acuerdo con la forma dictatorial y tiránica de este nefasto régimen, con ellos seguimos solidarios y dispuestos a ayudarlos a como podamos” concluye monseñor Canales, quien espera que el gobierno de Nicaragua rectifique y que pronto pueda su “hermano” obispo volver a trabajar por las almas en su rebaño.