¿Qué hay detrás de los discursos de odio de Rosario Murillo a casi 6 años de crisis sociopolítica en Nicaragua?

El politólogo Félix Maradiaga calificó al discurso de Murillo como producto del resentimiento marxista, ínfulas de superioridad fascista y un pensamiento new age incoherente.

  • San José, Costa Rica
  • 8:31 am
  • Abr 3, 2024

A sus 72 años, en calidad de primera dama y vicepresidente, Murillo es la mujer más poderosa de Nicaragua.

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República 18

La crisis sociopolítica cumplirá 6 años este mes de abril, pero aún así Rosario Murillo, vicepresidente y vocera del gobierno, continúa esparciendo discursos de odio. El pasado 1 de abril, en su alocución habitual de mediodía, Murillo despotricó contra “los malévolos”, otro de los motes que impuso a sus seguidores.

“Esos momentos terribles, funestos, en particular, llenó de vitalidad, de vigor, de orgullo nacional, frente al servilismo de los que no son nicaragüenses, frente a los imperios, a los yanquis, enemigos de la humanidad, la mano de Dios que dijo, ¡basta! y que llenó de fuerza nuestras almas”, agregó Murillo en su discurso.

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Los dos aspectos fundamentales de su intervención fueron, primero, la creación de un “otro”, “los que no son nicaragüenses” , refiriéndose a los centenares opositores cuyo régimen despojó ilegalmente de su nacionalidad nicaragüense de manera masiva. Pero más allá de intentar retirarles su condición de nicaragüenses, el segundo aspecto es que el discurso de Murillo trata de quitarles su humanidad.

Confiscar la palabra humanidad, invocar y monopolizar tal término probablemente tiene ciertos efectos incalculables, tal como es negarle al enemigo la calidad de ser humano declarándolo un enemigo de la humanidad; y una guerra puede entonces llevarse al extremo más inhumano“, señaló el jurista alemán Carl Schmitt en su obra El concepto de lo político (1932).

En ello concuerda el politólogo opositor, Félix Maradiaga, quien sufrió de primera mano la furia de Murillo y su esposo, el presidente Daniel Ortega, cuando fue encarcelado injustamente durante 611 días simplemente por haber ejercido su derecho de postularse ni siquiera como candidato a la presidencia, pues no había pasado la oposición de la etapa de precandidaturas en 2020.

La post-verdad

El discurso de odio de Rosario Murillo se enmarca en una estrategia clásica de deshumanización de la oposición, con el fin de radicalizar a sus seguidores y construir una narrativa basada en la idea de la post-verdad“, dijo Maradiaga a República 18.

La post-verdad se refiere a la tendencia de enfatizar las emociones y las creencias personales sobre los hechos objetivos. Aunque el concepto fue formulado a principios de los 2000’s, fue discutido más prominentemente durante la campaña y posterior presidencia del expresidente estadounidense Donaldo Trump.

Es así que Murillo construye su propia “verdad”, opina Maradiaga, y justifica sus graves violaciones a los derechos humanos.

Medios de comunicación, organizaciones no gubernamentales, entidades religiosas, son sólo algunas de las organizaciones que han recibido los insultos y acusaciones de Murillo y Ortega, acompañados de los ataques físicos y jurídicos. Foto: Cortesía

“Es muy importante destacar que aunque la atención ha sido centrada en Murillo, Daniel Ortega y ella han actuado en íntima consonancia, no solo en el discurso, sino en las decisiones que han conllevado a crímenes de lesa humanidad, tal y como lo sostiene el más reciente informe del Grupo de Expertos de la ONU sobre Nicaragua“, señaló el experto.

Murillo utiliza elementos muy fuertes de paranoia y resentimiento social. La paranoia se manifiesta en su constante denuncia de conspiraciones y enemigos internos y externos que supuestamente buscan derrocar lo que ella denomina ‘buen gobierno’. Este discurso alimenta el miedo y la desconfianza hacia la oposición y justifica gran parte de las medidas represivas extremas en nombre de la seguridad nacional”, explicó.

Maradiaga aclaró que no se trata de una estrategia nueva, sino que ha sido un elemento fundamental de la retórica histórica del Frente Sandinista. “El FSLN tiene las raíces ideológicos de un movimiento conspirativo y de naturaleza político militar; no acepta ningún otro competidor político, sólo sabe hablar de enemigos y vendepatrias“, denunció Maradiaga.

Contra la Iglesia

A partir de 2018, los elementos que buscaban incitar el resentimiento social fueron acrecentándose, como también la naturaleza deshumanizante de las herramientas retóricas de Murillo. La ya conocida letanía de insultos de Murillo (“minúsculos”, “vandálicos”, “peleles”, “chupasangre”, “golpistas”, etc.) es el mejor ejemplo de esta tendencia, que en los últimos años se ha volcado contra la Iglesia católica.

Murillo ha llamado “diablos”, “demonios” y “blasfemos”, entre otros epítetos, a los sacerdotes nicaragüenses, muchos de los cuales fueron también reos políticos. Para Maradiaga esto ocurre porque la Iglesia “es una institución que desde lo religioso, cultural, desde la devoción popular y desde las estructuras de poder, significan una amenaza para los planes totalitarios de la familia dictatorial“.

“El gobierno plantea la soberanía nacional y se ha ido radicalizando en sus planteamientos”, explicó en declaraciones anteriores el sacerdote dominico de nacionalidad española, Rafael Aragón. “Doña Rosario quiere liderar la cultura religiosa y quiere transformarla“, añadió.

Aragón señaló que Murillo en concreto pretende “que la dejen construir” su propia “paz y justicia en Nicaragua desechando los quinientos años de presencia de la Iglesia católica en el país” basándose en la idea de que el catolicismo justificó la dominación española sobre el continente americano.