El calvario de las abuelas nicas que quedan a cargos de sus nietos tras femicidios

Debido a las faltas de políticas públicas estatales las abuelas, aun siendo adultas mayores, asumen la responsabilidad de cuidar y educar de sus nietos cuando sus madres son víctimas de femicidios en Nicaragua.

  • 5:29 pm
  • May 24, 2023
República 18

“Martha Verónica”, a sus 56 años, alista todos los días a los tres nietos que tiene a su cargo desde 2017, año en que su hija fue asesinada por su expareja en Managua, la capital nicaragüense.

“Doña Martha”, especialmente en esta época del año, recuerda con mucha nostalgia a su hija y relata a República 18 que es constantemente consultada por sus nietos sobre el acontecimiento que estremeció su familia.

Este año se cumplirán seis años del femicidio de su madre en Managua y doña Martha señala que, para sus tres nietos, en estas fechas, les vienen sentimientos encontrados.

“Son tres menores que, aunque el tiempo pasó, ellos también tienen sus traumas y más en estas fechas, porque siempre surgen comentarios por el día de las madres y surge la tristeza, el deseo de poder ver a su mamá y es algo que uno lleva siempre en su corazón; ese abrazo que no lo tienen”, contó a República 18.

Los tres menores de edad que actualmente están a su cargo, con la colaboración de su esposo (adulto mayor) y sus otros hijos, quedaron prácticamente en la orfandad desde 2017, cuando el padre de los menores asesinó a su progenitora, de quien se había separado meses antes.

Abuelas Nicaragua Femicidios
La mayoría de los menores de edad quedan a cargo de la familia materna, según organizaciones civiles.

Hoy en día, los menores sienten la ausencia de sus progenitores.

“La celebración es muy triste para estos niños, porque en el colegio lo celebran, todas las madres están con sus hijos, pero ellos no tienen a su madre con vida. El colegio le da alegría a los niños, pero si no tienen a su madre es muy difícil, porque ellos quieren que sus logros quieren que los vea su madre”, dijo.

“Ellos me cuentan a mi todo lo que quisieran contarle a su madre”, añadió.

Abuelitas en Nicaragua se enfrentan a una “doble misión” luego de los femicidios

Nicaragua es un país donde generalmente los adultos mayores contribuyen en la crianza de los menores de edad para que los padres puedan acudir a sus centros de trabajos. Sin embargo, la situación se agrava cuando los progenitores fallecen o son víctimas de femicidio.

“Los femicidios en Nicaragua son estragos grandes que deja a las familias y a quienes causan más daños es a los menores que quedan huérfanos, porque en la mayoría de los casos, los menores presenciaron el crimen”, refirió “Cecilia”, a quien llamaremos así por temor a represalias gubernamentales y quien forma parte del Observatorio de la organización Católicas por el Derecho a Decidir en Nicaragua.

En ese sentido, aseguró que en Nicaragua no existen políticas públicas para proteger a las menores víctimas de violencia intrafamiliar y que esta carga recae, generalmente, entre los abuelitos adultos mayores

“No hay políticas de protección para los huérfanos, entonces quedan en manos de sus abuelitas, pero sabemos que ellas ya vivieron su vida, ya cuidaron a sus hijos, ya cumplieron su misión y ahora tienen que volver a cuidar a sus nietos”, aseguró.

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En 2022 se registraron 68 femicidios en Nicaragua y por esta razón, unos 66 menores de edad quedaron en la orfandad, según Católicas por el Derecho a Decidir. De los registrados, 57 se dieron en Nicaragua y 11 en el extranjero.

“Es por esto que es necesario acompañar y proteger a los menores, quienes normalmente quedan olvidados en medio de la confusión y el dolor de un femicidio”, señaló.

Aida Carrión, directora de la Fundación Dina Carrión, una organización que trabaja con menores de edad y víctimas de violencia intrafamiliar, asegura que en los casos que ha atendido destacan los patrones de violencia progresiva que se transmiten de generación en generación y que desembocan en los femicidios en Nicaragua.

“Otro factor importante que hemos destacado es que muchas de las abuelitas que hoy se hacen cargo de los nietos huérfanos, sufrieron escenarios de violencia en sus hogares de sus cónyuges y fueron madres solteras”, aseguró.

Destacó que las abuelas necesitan la ayuda de otros hijos para cuidar a sus nietos y actualmente, por las condiciones del país, hay hogares multifamiliares, donde no existe privacidad y los menores están expuestos a cualquier tipo de abusos.

De acuerdo con el artículo 40 del Código de la Niñez y Adolescencia de Nicaragua, el Estado asegurará la atención médica a las niñas, niños y adolescentes, a través del Sistema Nacional de Salud.

Además, el artículo 39 señala que el Estado deberá otorgar prioridad en estos programas a las niñas, niños y adolescentes en situación de riesgo y a la niña o adolescente madre durante los períodos de gestación y lactancia, sin embargo, en el discurso, el régimen señala que cumple con los derechos de los menores de edad a través de la educación gratuita, acceso a programas de alimentación y otras actividades.

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Menores en Nicaragua también quedan con secuelas a raíz de los femicidios

“Carolina”, a quien llamaremos con ese nombre para ocultar su identidad por temor a represalias, cuida de cuatro de los cinco hijos de su hermana, quien fue asesinada por uno de los “grandes amigos” de la víctima bajo el calor del alcohol.

Carolina tiene un año de estar a cargo de los cuatro menores de edad a raíz del fallecimiento de su mamá, quien asumió la responsabilidad luego del crimen.

“Ella los cuidaba. Así como era con nosotros, era con ellos”, aseguró Carolina.

El papá del último de los menores, que está a cargo de otra de las hermanas, asegura que permanece en una “permanente tristeza”, puesto que vive frente a la vivienda de su padre, quien lo abandonó al mes del femicidio para vivir en unión libre con la vecina, con la que procreó.

“El niño lo ve pasar y a veces se pregunta que por qué con esos niños (los hijos de la vecina) sí los toma de la mano y vive con ellos y por qué con él no”, dijo Carolina quien asegura que el progenitor “no le dirige la palabra” al menor.

Sin embargo, la mamá de Carolina también murió, luego de enfrentarse a una gangrena por un golpe en una de sus extremidades, acentuada por su padecimiento de diabetes crónica.

“Ella era muy dedicada con mis sobrinos. A pesar de estar en edad de no trabajar (60 años), empezó a lavar y planchar ajeno. Esa señora no descansaba para que los niños tuvieran por lo menos qué comer”, afirmó.

Carolina se hizo cargo de los menores y a los pocos meses, fue abandonada por su esposo.

“Esto se me hace un poco más difícil, porque ya no cuento con su ayuda, solo con la de mis hijos mayores”, señaló.

Además, destacó que los dos mayores, suelen llorar por las noches y “ahogan sus penas” por la ausencia de su madre en el alcohol a raíz de los femicidios en Nicaragua.

“Han dejado de estudiar y cuando están ebrios viven extrañando a su mamá”, relató Carolina mientras terminaba de tender ropa.

Según el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide), de los 6.7 millones de nicaragüenses hasta 2021, al menos 2.6 millones tenían menos de 19 años, viviendo en un 47% zonas rurales.

No obstante, los datos del Inide se basan en proyecciones con base en el censo de 2005 y no ha vuelto a publicar sus estadísticas a través del Anuario Estadístico 2022 hasta el cierre de la publicación.

“Para los niños, el femicidio implica un evento traumático que va a marcar su vida. Es un evento devastador y genera mucho malestar psíquico. Se genera apatía por la vida, pensamientos o deseos de muerte y depresión”, mencionó la psicóloga Ruth Quirós.

Quirós consideró que los mayores a cargo de los huérfanos deben prestar mucha atención a su comportamiento y que los familiares también deben apoyar a las abuelitas que quedan a cargo.

“Siempre va a haber conflictos después de un evento traumático. La abuela necesita tiempo para hacer sus actividades, por lo que necesita del apoyo de la familia. Hay un rol que es el de madre y otro que es de abuela. las abuelas ya vivieron su etapa de cuidar hijos y deberían estar en otras actividades”, refirió.

Falta de ingresos de los adultos mayores e interrupción de estudios

Carrión aseguró que, debido a las pocas condiciones de los hogares bajo la tutela de los adultos mayores, los menores de edad interrumpen sus estudios en búsqueda de empleo.

“La mayoría de las abuelitas son de la tercera edad que fallecen y los niños pasan a manos de sus tíos. En esos escenarios, los niños desisten de ir a la escuela para trabajar y ganar algo de dinero”, consideró.

Esto lo vive en carne propia “Carolina”, cuya sobrina, que cursa quinto año y es sobreviviente de violencia intrafamiliar, le ha confesado que en ocasiones desea dejar los estudios para laborar.

“Ella me ha dicho que se iba a retirar para trabajar, porque le piden cosas en el colegio que a veces no podemos comprar”, expuso Carolina.

Las pocas iniciativas de acompañamiento y apoyo a las víctimas continúan operando en el país bajo condición de clandestinidad registrando los femicidios en Nicaragua

Desprotección doble con el cierre de oenegés

A raíz del recrudecimiento de la crisis sociopolítica, el régimen sandinista cerró alrededor de tres mil organizaciones, muchas de estas encargadas de brindar protección y acompañamiento a menores de edad y víctimas de la violencia intrafamiliar en Nicaragua, como la Coordinadora De La Niñez Nicaragua-CODENI.

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Sin embargo, a otras organizaciones, como Católicas por el Derecho a Decidir, el régimen nunca le concedió la personería jurídica.

“Los cierres de organizaciones son duros. Nosotros nunca tuvimos personería jurídica porque siempre pusieron obstáculos, por lo que teníamos que estar amparadas bajo otras organizaciones que han cancelado, por lo que hoy en día, nosotras no tenemos financiamiento”, aseguró “Cecilia” a República 18.

“Todo el trabajo con huérfanos se nos fue al suelo. Mantenemos el registro de las estadísticas y los casos de femicidios en Nicaragua, pero todo el trabajo que había por detrás con las mamás, las abuelitas y los huérfanos, se suspendió. No hemos podido retomarlo, aunque si seguimos pendientes de ellas personalmente”, señaló.

Las pocas iniciativas de acompañamiento y apoyo a las víctimas continúan operando en el país bajo condición de clandestinidad.

Mientras tanto, Celia terminó de servir la cena un día cualquiera, suspirando porque sabía que pocos minutos después vendrían las preguntas de sus nietos sobre su mamá.

“Por las noches me hacen preguntas de sus madres. Tengo que buscar como salir adelante y seguir luchando todos los días. Entre sus preguntas, ellos sacaron la cuenta de los años que llevan sin celebrar el día de la madre. Ya son casi siete años, porque para el 30 de mayo de 2017 ella ya no estaba”, señaló.

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