Bukele y Ortega amenizan relación diplomática, ¿qué pasará con expresidentes prófugos?

Aunque remota, existe la posibilidad de que Ortega acabe por entregar a los expresidentes prófugos salvadoreños para afianzar su relación con Bukele.

  • San José, Costa Rica
  • 9:40 am
  • Jun 27, 2024

Bukele recibe cartas credenciales de Luis Briones, embajador del régimen sandinista en El Salvador. 18 de junio, 2024.

Presidencia El Salvador
República 18

Con los acercamientos entre los gobiernos de Nayib Bukele en El Salvador y Daniel Ortega en Nicaragua cada vez más notorios, la situación de los expresidentes salvadoreños prófugos de la justicia por casos de corrupción se vuelve incierta. Desde hace tiempo Mauricio Funes, uno de los más vocales críticos del gobierno de Bukele y protegido por Ortega desde 2016, ha guardado un silencio sospechoso.

El pasado 18 de junio, Luis Briones fue nombrado como embajador nicaragüense en San Salvador. Bukele mismo recibió las credenciales y la propaganda oficialista resaltó “un nuevo capítulo en la histórica relación de hermandad y colaboración entre ambas naciones centroamericanas“.

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Rosario Murillo, segunda al mando y vocera del régimen, llegó a referirse al mandatario salvadoreño como “el hermano Bukele”, quien declaró que “más allá de la creciente relación comercial entre El Salvador y Nicaragua, debemos rescatar los lazos históricos de cariño, de hermandad que nos han unido a lo largo del tiempo“.

En el pasado, Bukele había criticado al régimen sandinista, catalogándolo de “dictadura” y había declarado, en distintas ocasiones, la intención de su gobierno de llevar ante la justicia a los dos expresidentes prófugos de la justicia salvadoreña refugiados en Nicaragua, como parte de su campaña anticorrupción.

“Le guste o no, Mauricio Funes va a enfrentar a la Justicia salvadoreña“, dijo Bukele en 2019.

El caso de los expresidentes

Los expresidentes salvadoreños Mauricio Funes (2009-2014) y Salvador Sánchez Cerén (2014-2019) permanecen prófugos en Nicaragua, tras haber huido de El Salvador, Funes desde 2016 y Sánchez desde 2019, para convertirse en protegidos del régimen de Daniel Ortega.

Funes, de 63 años, fue presidente por el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) y tiene seis órdenes de captura por varios actos de corrupción. Llegó a Nicaragua en 2016 y recibió la ciudadanía exactamente dos años antes que Sánchez Cerén, el 30 de julio de 2019, junto a su esposa y dos de sus hijos.

Siendo prófugo, Funes fue condenado a 14 años de prisión el 29 mayo de 2023, en el contexto del régimen de excepción y la guerra contra las pandillas de la administración Bukelepor negociar durante su periodo presidencial con estos grupos delincuenciales en una política conocida como “la tregua.

Mauricio Funes y Salvador Sánchez Cerén, prófugos de la Justicia salvadoreña por cargos de corrupción.

Sánchez Cerén fue vicepresidente de Funes y le sucedió en el cargo. En ese tiempo, de acuerdo con la Fiscalía Salvadoreña, ambos recibieron pagos irregulares y participaron en un esquema de corrupción desviando fondos públicos por un monto que asciende hasta los 351 millones de dólares del presupuesto estatal.

Al menos 5 familiares cercanos suyos también residiendo en territorio nicaragüense fueron nacionalizados entre el 7 de abril y el 23 de septiembre del año siguiente. También familiares de Funes habían recibido este beneficio.

Al recibir la nacionalidad, ambos quedaron efectivamente protegidos de cualquier intento de extradición, pues en su artículo 43, la Constitución Nacional nicaragüense establece que sus ciudadanos “no podrán ser objeto de extradición del territorio nacional”.

Funes y Sánchez: ¿ofrendas de paz?

Para el politólogo salvadoreño Napoleón Campos, ambos podrían ser entregados a Bukele como una especie de ofrenda en pos de las buenas relaciones de las que ahora presumen ambos países. Aunque sigue siendo una posibilidad remota, Campos la considera una posibilidad a tener en cuenta.

Para Campos, la creciente cercanía entre El Salvador y Nicaragua es el corolario de varios factores, como la convergencia de ambos gobiernos a Rusia y a China como socios internacionales contra Estados Unidos, país que ha criticado severamente a ambas gestiones, llegando incluso a las sanciones, y desde donde se organizan incontables organizaciones que documentan sus violaciones al proceso democrático.

A juicio de Campos, ambos regímenes están hermanados de forma inevitable, con diferencias puntuales y de enfoque, pero ligados en sus acciones por un mismo imperativo: la concentración del poder alrededor de sus líderes, pues Campos ve en Bukele la reafirmación del modelo unipersonal y autocrático de Ortega.