Líder mayangna: “Bosawás ya no existe, está carcomida por los colonos”

Discriminación e impunidad estatal han conducido a instaurar la violencia en las comunidades indígenas en el Caribe de Nicaragua. Nativos masacrados a manos de colonos y una reserva amenazada son evidencia de una tierra arrasada

  • 2:40 pm
  • Dic 1, 2023
República 18

Los mayangnas son una etnia nativa del Caribe nicaragüense, en el territorio conocido como la Mosquitia, dividido entre los Estados de Honduras en Nicaragua. Los mayangnas se subdividen en cuatro grupos lingüísticos y son reconocidos como los pobladores más antiguos de la región.

Algunos estimados académicos los ubican en esa tierra desde, por lo menos, dos mil años antes de Cristo. Pero lo que no pudieron hacer los conquistadores españoles en cinco siglos de dominio sobre América lo está logrando ahora la codicia de un régimen

A los mayangnas (como a otras etnias nativas) los están desplazando de su tierra.

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La situación de las comunidades indígenas en el Caribe es precaria y no se trata de un problema reciente. Un líder indígena de la etnia mayangna en el exilio, que optó por el anonimato por razones de seguridad, dio a este medio una radiografía de la violencia a la que son sometidas las comunidades indígenas a manos de los colonos, invasores que se toman la tierra violentamente.

“En 2007, no había (prácticamente) población mestiza (considerable) en los territorios indígenas”, explicó la fuente. “Nosotros éramos libres, pero después empezó a conformarse una red (de poder paralela) para contradecir a las autoridades comunitarias”, añadió. Esta red, revela la fuente, se remonta de manera directa al Frente Sandinista y al régimen de Daniel Ortega.

Ataque a la comunidad mayangna Wilú, Nicaragua. Foto: Gobierno Territorial Autónomo Mayangna Sauni As

La fuente explica que, a partir del año 2013, pero con antecedentes en 2010, “empezaron a mandar gente a tomarse la tierra, diciendo que ya la habían vendido“. Fue una verdadera estampida y nuestra fuente apunta a “militares, policías, diputados y organizaciones intermediarias” ligadas al gobierno.

“El gobierno cree que los gobiernos regionales y las entidades comunitarias son instituciones suyas.”

Tierra arrasada

La principal manera en que esto repercute en el día a día de las comunidades indígenas es la violencia. Bandas armadas de colonos se han tomado las comunidades en la cabeza del río Wawa entre 2010 y 2015, cuando familias mestizas provenientes de municipios aledaños iniciaran un proceso de desplazamiento que persiste al día de hoy. En diciembre de 2017, un grupo de 20 colonos armados se tomaron la comunidad de Wilú; en 2019, fueron las comunidades de Suniwás y Sauby; y en 2020, Yapuwás cayó en manos de los colonos.

Restos de las casas quemadas por colonos en el ataque en Wilú. Foto: Gobierno Territorial Mayangna Sauni As

El 29 de enero de 2020, un grupo de 60 colonos armados acabaron con la vida de 4 personas en la comunidad de Alal. Arrasaron con el lugar, quemaron las viviendas y obligaron a buena parte de la población a huir por días para salvar sus vidas. El 23 de agosto de 2021, 11 nativos fueron masacrados por colonos en el territorio de Sauni As, en el municipio de Bonanza.

Otros incidentes similares han resultado en los asesinatos de guardabosques y nativos, así como de los mismos colonos. Hasta la fecha, se estima que unos 70 nativos han perecido a manos de los invasores.

El resultado de esta política de tierra arrasada es que lo que debía ser tierra conservada casi prístina para las comunidades que la habitan, es ahora espacio de explotación económica a la que el régimen contribuye con concesiones a grandes corporaciones extranjeras. “Bosawás ya no existe“, lamenta y estima que el 60% de esa reserva natural está “carcomida”.

“Es ahora espacio para ganadería; ya no se puede decir que Nicaragua tenga reservas de biósfera.”

Los mayangnas y otras etnias de la zona tienen un sistema ancestral de “guardabosques”, donde miembros de la comunidad custodian las extensiones de selva de las reservas de biósfera siguiendo sus propias costumbres.

Se trata de un trabajo que ejercen sin armas, según señala el líder mayangna. Sin embargo, como reacción a la violencia, empezaron a surgir “grupos paramilitares”, guardabosques presuntamente ligados a la Policía Nacional, que contribuyen al ciclo de la violencia atacando fatalmente a los colonos, quienes atacan de vuelta. Aunque apunta a que surgieron a partir de 2018, hay evidencia de que operaban desde mucho antes, por lo menos desde 2015.

El armamento de estos grupos es “de grado militar”, pero también los colonos atacan con armas de esa clase, por lo que presuntamente el régimen estaría armando a ambas partes del conflicto para contribuir a las tensiones locales. Esto, sin embargo, no ha sido abordado en ninguna instancia por las autoridades.

Una milicia indígena posa con su armamento en 2015. Foto: La Prensa / J. Garth

“Yo salí del país por esa persecución” y ese ciclo de violencia, reveló el líder indígena, un destino que también ha afectado a varios otros miembros valiosos de esas comunidades.

El perfil del colono

La única vez que el Frente Sandinista menciona esta problemática es tiempos de elecciones. “Hemos hablado con el gobierno. Nos dicen, ‘vamos a solucionarlo’, pero pasan los meses y vienen las siguientes elecciones y no ha pasado nada”, explica.

Por ello “están motivados los colonos, porque están armados y no les dicen nada“. La fuente tiene identificados sus orígenes y su perfil: ganaderos de Chontales, de Matagalpa, de los departamentos del Pacífico y también del sur de la Región Autónoma del Caribe Norte.

La mayoría son ganaderos. No hay (casi) gente pobre y si la hay, están engañados. Todo lo que pretenden hacer está bien planificado”.

El Estado ausente

masacre ndígenas Mayagna

Ante esto, el régimen sandinista “no ha colaborado” con la defensa de esas comunidades. “Dice que ha colaborado, pero no es verdad“, añade.

El régimen sandinista más bien ha apuntado a consolidar su poder en las regiones autónomas al margen de las necesidades reales de la zona. Tras la cancelación de la personería jurídica de la organización y partido indígena Yapti Tasba Masraka Nanih Aslatakanka (Yatama) a principios de octubre (y el encarcelamiento de su único diputado, Brooklyn Rivera), y con las votaciones regionales de 2024 a celebrarse en marzo de 2024, la autonomía es ahora apenas una formalidad.

El problema de los colonos no es el único que se ha hecho a un lado en este esquema de control, pero es, para muchos, el más apremiante. Una crisis existencial en todo derecho. Una que, según nuestra fuente, exhibe también un problema más profundo de discriminación.

Lo que hay que hacer es desalojarlos. Cuando en el Pacífico hay una propiedad privada ocupada, inmediatamente mandan a la Policía, al Ejército y los desalojan. ¿Por qué no lo hacen con nosotros? Ya es pura discriminación”.

“Hemos llevado esta situación ante la Corte Internacional en La Haya y a otras instancias. Las demandas las hicimos en conjunto con los territorios”, porque, según expresa, el sentimiento es de desamparo de parte del Estado de Nicaragua.

“En la Costa Caribe de Nicaragua, toda la información llega a la secretaría de la Costa Caribe en Managua. Ahí lo engavetan y siempre que queremos comunicarnos con el gobierno, no nos dejan pasar”.

Es, pues, la denuncia en el extranjero la última vía que queda para muchos activistas nicaragüenses por nacionalidad, pero abandonados por el Estado que debía protegerlos, todos exiliados por la represión del régimen y la violencia de los colonos que no se castiga.

Ellos buscan lo que muchos mestizos y castizos en el Pacífico dan por sentado: la seguridad de que lo tuyo es tuyo y de los tuyos, y de nadie más.