“Es un doble duelo”: el drama de los nicaragüenses asesinados en Estados Unidos

Muchos nicaragüenses salen o huyen de Nicaragua en búsqueda de mejores oportunidades, pero también son vulnerables a los crímenes comunes en sus países de destino

  • 4:50 pm
  • May 24, 2023
República 18

Juan Francisco López Suárez, de 39 años, despertó el domingo 15 de abril a las 7 de la mañana en el departamento que compartía con su hermana, Ruth, en Northridge, Los Ángeles, California. Era un día especial: su hija Brittany, la menor de tres hermanos, cumplía 9 años.

López, natural de Matagalpa, era pintor y había huido de Nicaragua a causa de la violencia del régimen de Daniel Ortega. Según contó su hermana, su familia estuvo involucrada en manifestaciones contra el régimen sandinista de Nicaragua y eso lo orilló a exiliarse en 2022.

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Había sido víctima de secuestro en México, pero logró escapar y en Estados Unidos luchó para mantenerse a flote. Pero ese día ya lo habían contratado para limpiar el graffiti de la pared de una tienda de helados local; la paga la iba a enviar a Nicaragua para que su pequeña pudiera celebrar su cumpleaños.

No contó con que el autor del graffiti, un pandillero afroamericano de nombre Jamal Jackson, pasaría por el lugar y lo acribillaría a balazos al sentirse “ofendido”, según confesó a la Policía de Los Ángeles, por verlo borrar su graffiti. 18 balas recibió el cuerpo de Juan.

Su hermana no supo lo que ocurrió sino hasta días después, cuando un antiguo colega de López le contó lo sucedido. Cuando localizó el cuerpo de su hermano, Ruth tuvo que identificarlo con las huellas de la base de datos del Servicio de Inmigración y Aduanas de los Estados Unidos. López era solicitante de asilo y esperaba su primera audiencia antes de aquel fatídico día.

Desafortunadamente, el caso de Juan López no es único.

Migrantes en peligro

Ronmell López, especialista en leyes migratorias y activista por los derechos de los migrantes, explicó a República 18 que el peligro para los migrantes inicia en su trayecto a los Estados Unidos.

López ha encontrado, en su trabajo en los albergues de migrantes en Estados Unidos, historias de “secuestros, venta ilegal de órganos, estafas de parte de los coyotes, prostitución forzada y extorsión por parte de las autoridades”. Pero una vez en Estados Unidos, los migrantes están a merced de otras amenazas al carecer de una red de apoyo.

“En muchos casos no tienen a quien acudir una vez llegan a Estados Unidos y terminan en las calles durmiendo, expuestos a temperaturas altas o bajas, de frío y calor extremos. Ellos también se exponen a la delincuencia” lamentó.

Feminicidios

De los 27 feminicidios contra mujeres nicaragüenses que hasta el momento contabiliza la organización Católicas por el Derecho a Decidir, 10 han ocurrido en el extranjero. Quizá el más macabro ocurrió el 11 de enero de este año, cuando el esposo de la joven nicaragüense Anggy Díaz la asesinó de manera brutal.

Díaz, de 21 años, llevaba tres meses casada con Jared Dicus, residente de Magnolia, en el condado de Waller al noroeste de Houston, Texas, cuando su esposo la apuñaló y luego decapitó, dejando una escena perturbadora en la residencia que había compartido con él.

El matrimonio entre Dicus y Díaz había sido repentino, según declaró Ruth Almendárez, jefa de Díaz, a las autoridades del condado Waller, añadiendo que Díaz le había expresado preocupaciones sobre Dicus por sus conductas posesivas y controladoras.

Almendárez y amigos sospechan que el matrimonio había sido forzado por Dicus como retribución por cuando este se hizo responsable de un accidente de tránsito meses antes del crimen, aunque también Almendárez asegura que Díaz pagó los daños.

Díaz trabajaba dos empleos para ayudar a pagar el tratamiento de su madre de crianza de vuelta en Nicaragua.

Un duelo diferente

“Estar fuera de tu país ya conlleva su propia forma de duelo” dijo a República 18 la psicóloga forense Imelda Torres, “un duelo en dos direcciones: duelo para el que se va y para los que quedan atrás. La muerte en el extranjero agrava esa situación” añadió.

Torres explicó que, dado que los migrantes a menudo viajan forzados por las situaciones de sus países, encontrar la muerte una vez en el destino imprime otra clase de duelo a los familiares.

“Cuando tu familiar está en tu destino, aunque la esté viendo difícil, sabés que podés contar con ellos, que ya están ‘seguros’, inclusive”, pero un crimen violento “destruye ese balance, esa seguridad, esa esperanza de forma repentina y, en particular, es bastante traumático para los niños” explicó.

“Sumado a eso, los familiares deben hacer un esfuerzo extra para traer de vuelta a sus seres queridos. Es una tragedia que repunta en distintos momentos y, sin un acompañamiento adecuado, puede llevar a heridas más permanentes” concluyó la psicóloga.