“Me violentaron por ser una mujer diversa”: la intrépida historia de Olguita Acuña, una artista nica que surgió en el exilio
Olguita Acuña salió al exilio en septiembre de 2018. Actualmente tiene 30 años y trata de dividir su tiempo entre su vocación como artista nicaragüense y en su trabajo en un Call Center en Inglés.
El acoso y hostigamiento que recibió en Managua por haber participado en las marchas antigubernamentales en el contexto de la rebelión cívica de abril 2018, llevaron a Olguita Acuña, de 30 años, a salir al exilio forzado el 11 de septiembre de 2018, cuando llegó a la vecina nación de Costa Rica. “Recibí acoso por redes, hostigamiento policial y amenazas de fuego como prenderle fuego al frente de mi casa”, afirmó.
Acuña compartió en medio de risas a República 18 que nació con el “don del canto”, que de hecho proviene de una familia llena de artistas. Cuenta que desde niña participaba en el coro de la Iglesia y después lo hacía como hobbie sin imaginar que ese don le ayudaría a sobrevivir en el país donde permanece como refugiada.
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En Costa Rica, trata de dividir su tiempo entre su vocación como artista nicaragüense y en su trabajo en tiempo completo en un Call Center en Inglés, donde trabaja como especialista en capacitación de personal, aprendizaje adulto y control de calidad.
Enseguida manifestó que en un país ajeno al suyo, en este caso Costa Rica “a uno le toca agarrarse de lo que tiene, yo tenía un ukulele y cantar, y eso es algo que siempre me ha gustado y es algo que siempre se ha motivado en mi familia, por eso no era ajena a los coros, pero realmente me rescató mucho tener conocimiento de música nicaragüense”.
“Me violentaron por ser una mujer diversa”
Adaptarse a su vida en el exilio no fue nada fácil, afirma que le tocó pasar necesidades por no tener un permiso de trabajo de inmediato cuando llegó a Costa Rica.
“Sin un permiso laboral es muy difícil tener condiciones dignas. Yo pasé hambre, haciendo un solo tiempo de comida al día comprando con lo que me diera cantar, me estafaron, discriminaron, acosaron y violentaron por ser una mujer diversa, yo soy lesbiana. Hacía traducciones de documentos y la persona que me había contratado me empezó a acosar y le dije que no me gustaban los hombres, y que yo tenía pareja y me comenzó a decir de Dios que me había hecho para estar con un hombre”, compartió Acuña.
La artista quien es hija de pastores evangélicos en Nicaragua sostiene que “a mi nadie me va a decir cuál es el propósito que tengo en la vida mediante la Biblia, fue una situación muy incómoda”.
Enseguida denunció que incluso el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) “desestimó mi caso de violencia sexual haciéndome sentir que era mi culpa y aconsejándome buscar un trabajo distinto cuando mi principal ingreso era cantar en un bar por las noches”.
Sus canciones y acercamiento a nicaragüenses migrantes
Acuña es vocalista del grupo La Bruma, y también está formando la Liga Feminista de Mujeres Refugiadas Políticas.
Acuña tiene un acercamiento muy particular con los nicaragüenses exiliados en la nación del sur, acompaña y brinda conciertos en las Ferias Pinoleras, que realizan mujeres nicaragüenses, de hecho recordó que su primer acercamiento con opositores y sociedad civil lo tuvo con la líder campesina y exiliada en Costa Rica, Francisca Ramírez, mejor conocida como doña Chica.
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“Yo cantaba en un bar de Avenida Segunda en un bar que se llama Rayuela se empezó a regar la voz de que ahí cantaba una nicaragüense, y el local se empezó a llenar de nicas y al finalizar se acercaban a mi y me invitaban a los plantones y eventos, entonces yo llegaba con mi ukulele y empecé así acercarme a más nicas”, destacó.
Como artista ha escrito más de 10 canciones, entre las más reconocidas están La Falda, Agradecimiento y Grito Atabal.
“El artista habla de lo que ve y siente por lo menos yo eso es lo que he intentado imprimir en mis canciones, lo que me ha pasado, lo que he sentido, lo que he conocido y lo que he visto como mujer, nicaragüense, como lesbiana”, atinó.
De la última dice que “es una canción que habla de la revolución del 2018 y es un canto de esperanza, de un retorno seguro eventual, porque el exilio tiene que ser meramente temporal y no una realidad permanente”.
