Entre el “artivismo”, los derechos humanos y la comunicación: la historia de Fransk Martínez
“Cuando estamos seguras de lo que queremos vamos a querer luchar por ello”, dice Fransk Martínez a las juventudes.

Fransk Martínez se define como un amante del arte y la defensa de los derechos humanos.
Fransk Martínez, atiende la comunicación de República 18 desde el espacio donde habita en Costa Rica, señala que por dicha logró realizar sus labores del día y atender la llamada en tiempo y forma.
Al inicio parecía un poco nerviosa, pero a medida que iniciaron las preguntas, se transformó en una auténtica oradora.
“Soy una persona no binaria, comunicadora social, pero me identifico más con el perfil de trabajadora social, pese a que no he llevado la carrera de trabajadora social la mayor parte del tiempo que tengo como adulta ejerciendo mi profesión, ha estado más relacionado a acompañar a comunidades defensoras de derechos humanos”, cuenta Martínez.
Agrega que además de defensora de derechos humanos es “artivista”, término que utiliza para definir a una persona artista que hace activismo. Destaca que realiza un teatro estilo político disruptivo.
Una infancia con muchos retos por reconocerse persona no binaria
Martínez cuenta que nació en Managua, en el barrio Villa Venezuela, en una familia humilde de una madre religiosa y padre exmilitar de origen mexicano-nicaragüense.
“La infancia no la tuve nada fácil, la verdad me gustaría decir que que fue muy bonita y pintarla de color rosa, pero no, tampoco quiero decir que fue oscura o pintarlo todo negro pero pues desde mi experiencia no fue fácil”, cuenta.
Añade que desde pequeña se sentía ella. “Me sentía una persona no binaria y tengo memorias de que cuando tenía 7 y 8 años mi mamá y mi papá me pegaban porque jugaba con el vestido y la joyería de mi mamá”, comparte.
Martínez señala que su papá era muy violento y en parte creo que es la manera de educar en Nicaragua una manera errónea, educar a través de la violencia, verdad de tirarte una chancla, de tirarte el cucharón o ponerte de rodillas en un suelo lleno de granos de maíz, lamenta.
A su vez considera que ese tipo de castigos al final no ayudan, a que una persona en su infancia, pueda tener seguridad. “Si yo hubiese tenido este acompañamiento seguro, pues yo quizás, no sé si mi personalidad, mi estilo de vida hubiese sido distinta”, medita Martínez.
Sin embargo, con mucha seguridad y energía asegura: “lo que soy ahora me encanta, soy una persona hermosa, valiosa. Hoy lo entiendo, lo abrazo y defiendo a capa y espada mi identidad”, apunta.
Asegura que trabaja arduamente para que las infancias cada vez vayan rompiendo con esas cadenas de la opresión y se vayan empoderando.
Martínez expone que el performance es una expresión de arte meramente político cuyo principal instrumento es el cuerpo y su experiencia de vida. Cortesía.
El intento de suicidio al sentirse no valioso
Martínez confía que los 14, 15, 16 años fueron los momentos más difíciles de su vida e incluso en ese tiempo tuvo un intento de suicidio pues se sentía una persona sin valor.
Luego del intento de suicidio, Martínez fue echada de su casa, sien mbargo una tía salió en su auxilio y le proporcionó estudios. Martínez comparte que sus padres querían que estuviera en el psicosocial pero no fue así gracias a esa tía que le brindó un espacio seguro.
“Después de tres años de ese momento (intento de suicidio), logré comunicarme con mi mamá y con mi papá, la verdad fue mi mamá quien se comunicó conmigo. Yo le dije a mi mamá, si yo regreso a la casa no va a ser ahorita y si vamos a establecer una comunicación ustedes tienen que respetar mi identidad porque es mi derecho, es mi cuerpo y ustedes no pueden decirme qué es lo que debo hacer”, cuenta Martínez.
A consecuencia de todas las situaciones que enfrentó en su niñez y adolescencia, en la actualidad es una persona con ansiedad y depresión, condiciones que no la han limitado a que pueda desempeñarse a nivel profesional y como artista.
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Para sobrellevar estas condiciones Martínez toma medicamentos, y lo acompaña también de terapia conversacional y una buena rutina diaria. Así mismo conecta con el arte y con la música.
“El arte ha estado muy presente en mí desde el activismo, a través de la música, del dibujo porque me gusta mucho dibujar entonces he logrado conectar con esa parte que le llaman habilidades blandas, pero que para mí han sido los pilares más fuertes de mi vida”, explica.
Más de una década en el activismo que costaron exilio
También, Martínez expone que inició haciendo activismo en el año 2011 en una colectiva, luego desde un programa feminista.
“El movimiento feminista siempre ha estado de la mano con la lucha LGBTQ+ es más me atrevo a decir que gracias al movimiento feminista es que la comunidad salió a las calles”, analiza.
Cuenta que en el 2015 empezó a colaborar para el Centro de Información y Servicios de Asesoría en Salud (CISAS), como educadora y comunicadora en las redes sociales. “El trabajar para ellos, ellas y elles fue lo que me llevó también a verme en ese punto de vulnerabilidad en junio de 2018”.
Sumado a lo anterior está que durante el 2018, Martínez se dio a la tarea de documentar a través de la fotografía, reuniones y de la participación en las diferentes manifestaciones y la represión que ocurría en el país. En paralelo se reunía con diferentes actores para ver qué acciones desde el movimiento pacífico podían seguirse realizando.
Así mismo trabajaba en la realización de un informe que exponía la violación a los derechos humanos de las personas LGTBQ+ a lo largo de los años y especialmente en el contexto de las protestas pacíficas.
Martínez expone que involucrarse en las movilizaciones la llevó a verse en riesgo y a que empezarán las campañas de difamación y el hostigamiento en las redes sociales.
“Siempre era: te vamos a violar, te vamos a hacer esto, te vamos a hacer lo otro porque eres un marica, porque tu no tienes derecho a hablar, no tienes derecho a opinar. Siempre era con esa connotación de mi identidad”, lamenta. Destaca que no solo era el hecho de ser periodista, sino también ser una persona no binaria.
A consecuencia de lo anterior, Martínez estuvo en una casa de seguridad y posteriormente tuvo que salir al exilio.
“Salí con apoyo de un programa de protección internacional, menciono esto porque no me vi en ese punto que se han visto otras de mis hermanas, hermanos y hermanes nicaragüenses que tuvieron que salir por punto ciego o caminando grandes veredas”, refiere Martínez.
Comparte que ese programa la recibió en Costa Rica durante todo un año, después tuvo la oportunidad de aplicar a un programa de becas para artistas a través de una cooperación internacional alemana y ganó la beca.
“Con eso tuve la oportunidad de poner en marcha una idea que tenía de fortalecer la psicoemociones de las juventudes nicaragüense a través de las artes. Esto fue en el año 2019 de marzo a diciembre, entonces ese año fue energético, fue vida, fue mucha alegría fue decirme a mí misma que estaba en ese momento de la pirámide donde nadie podía en contra de mí”, comparte emocionada.
Seguido de eso se desempeñó como coordinadora programática de otro proyecto de cooperación internacional, gestionando actividades de fortalecimiento de capacidades para grupos de nicaragüenses. Actualmente labora en la parte administrativa de una organización gremial.
“Mi exilio claro que ha tenido un impacto negativo a nivel psicoemocional, han sido tantas cosas hermosas que he vivido acá en Costa Rica pero también me ha hecho falta mucho el poder tener a mi mamá, el poder darle un abrazo”, así como compartir con sobrinos y tìos, dice Martínez.
Arte para mostrar al mundo demandas y sueños
Respecto a sus inicios en el arte, Martínez rememora que fue con la experiencia de maquillarse y de asistir a concursos de belleza. “Lo primero que me llamó la atención desde esta identidad fueron los concursos de belleza, me veía con un vestido, una peluca, unos tacones y una pasarela”, cuenta.
Agrega que al conocer a las organizaciones de derechos humanos y el activismo, se acercó a los procesos de formación y ella estuvo involucrada en formaciones de teatro, lúdica, metodologías de educación popular.
“Siempre buscaba que los procesos de formación estuviesen orientados a lo que me gustaba a mí, a la creatividad, al arte y los derechos humanos. Se me presentó la oportunidad de estudiar teatro durante dos años en una colectiva de Chinandega, después me fui posicionando con otros tipos de diplomados”, destaca.
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Actualmente Martínez es artista de performance, la cual explica se trata de una expresión de arte meramente político cuyo principal instrumento es el cuerpo y su experiencia de vida.
“Es decir que mi cuerpo es mi arte, es mi lienzo, mi ser, mi identidad, lo que pienso y lo que he vivido es lo que voy a plasmar en este cuerpo y en otras expresiones de arte como puede ser la vestimenta, el maquillaje, los accesorios, el baile y la voz”, destaca.
Compartió que ha hecho varios performance, unos que han gustado mucho y otros que han generado molestias. Martínez compartió que próximamente presentará uno que habla sobre la idiosincrasia nicaragüense.
“Quiero hablar de la idiosincrasia y cómo también el pueblo a seis años ( de la crisis sociopolítica) seguimos floreciendo. Las juventudes nicaragüenses en Costa Rica han optado por estudiar, no se han quedado ahí, están luchando por sus sueños aún estando fuera de Nicaragua”, insistió Martínez.
Fransk Martínez en el Pride de 2019 en San José, Costa Rica. Foto cortesía.
Cuestionarse qué quiero yo en la vida y tomar decisiones
Martínez comparte que para enfrentar los miedos propios de cualquier situación de la vida es necesario preguntarse quién eres y qué quieres.
“Cuando estamos seguras de lo que queremos vamos a querer luchar por ello, nos vamos a tratar con amor, vamos a estar claras de que tenemos que poner atención no solo a nuestra mente, sino también al cuerpo y a nuestro espíritu como tal verdad para poder entonces seguir en la lucha”.
Insistió que “vivir es una lucha, es reír, llorar, es todo un combo. Ya quisiera yo solo decir voy a pasar riéndome, mentira también viene el llanto”, remarcó Martínez.
En este mes de del orgullo, LGBTIQ+, Martínez llamó a la a la población en general a construir el futuro uniendo la diversidad de fuerzas.
Advirtió que si realmente, “estuviéramos abiertas, abiertos y abiertes a prestar atención a esa diversidad, a darnos cuenta que compartiéndola pudiéramos ser mucho más fuertes sería otro mundo”, finalizó Martínez.