“Volver a Nicaragua sería un suicidio”: La historia de Álvaro Briceño, activista estudiantil a quien negaron el refugio en Costa Rica

Briceño ahora enfrenta una difícil situación migratoria en Costa Rica

  • 3:02 pm
  • Sep 4, 2023
República 18

“Me fui de Nicaragua para salvar mi vida”, dice a República 18 el activista estudiantil, Álvaro Briceño, quien llegó exiliado en Costa Rica el 2 de noviembre de 2018 poco después de haber sido secuestrado en Nicaragua. El móvil del secuestro es aún claro para él: su participación en los esfuerzos cívicos de oposición al régimen de Daniel Ortega.

Briceño se adhirió a las protestas antigubernamentales de 2018 desde la primera oleada, cuando el 13 de abril iniciaron los reclamos por el incendio forestal en la reserva Indio-Maíz. Cuando 19 de abril las protestas se tornaron masivas, exacerbadas por la violencia estatal, colaboró con el lado universitario del esfuerzo autoconvocado, incluyendo la toma del campus de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) en Managua, donde cursaba su último año de Ingeniería Electrónica.

Lea además: «Nos han truncado la vida»: jóvenes desterrados buscan continuar su educación en el extranjero

Por ello fue “expulsado, con total saña de parte de los profesores” y su historial académico fue borrado, denuncia Briceño quien, entonces, se abocó a la protesta una vez más.

El secuestro

El 2 de octubre fue retenido poco después de realizarse “una manifestación que yo estaba liderando para reclamar los derechos universitarios y protestar contra expulsiones injustificadas” de estudiantes opositores, según recuerda Briceño, realizada cerca de la Universidad Centroamericana, hoy secuestrado por las autoridades del régimen sandinista.

Briceño participó en la célebre (y en última instancia fatal) ocupación estudiantil de la UNAN Managua en 2018. Foto: Cortesía

El video de su detención se volvió viral al evidenciar de manera irrefutable la clase de detenciones violentas a la que cientos de nicaragüenses fueron sometidos ese año. En su caso, Briceño pasó casi tres semanas en la octava celda del centro penitencial El Chipote, en Managua, en las que fue sujeto a violencia e interrogatorios constantes, lesiones de las que asegura todavía sufre secuelas.

“Yo venía bien golpeado y ellos me siguieron golpeando dentro de las celdas”,

declaró Álvaro Briceño a República 18

“Ellos esperaron a que me sanara para ponerme en libertad. Me liberaron el 20 de octubre por presión de los medios de comunicación, porque era un caso muy fuerte“, sostiene en tono melancólico Briceño, a sus 31 años, desde el exilio, donde ahora enfrenta murallas para regularizar su estatus migratorio y así salvaguardar su vida.

Calvario en Costa Rica

Tras un tiempo de recuperación, Briceño partió a Costa Rica. “Aquí en Costa Rica venía a trabajar, supuestamente, pero era mentira, para resguardar mi vida y eludir el asedio; lo único que traje fue un mes de alquiler, una olla y un catre para dormir“, relata Briceño.

Briceño ha trabajado como guarda de seguridad con un horario demandante, sin días libres e incluso en días feriados, para mantenerse en Costa Rica, uno de los países más caros de la región. Pero además de eso, Briceño ha sufrido persecución y hasta fue violentado en Costa Rica por uno de sus empleadores por exigir respeto a sus derechos laborales.

En 2020, mientras trabajaba como guarda, Briceño cuenta cómo en una ocasión “me dieron un cheque y cuando fui al banco vi que el cheque estaba sin fondos. Me tocó pedir para regresarme (a casa); esa misma gente me golpeó y rompieron mis documentos migratorios, algo que afecta mi solicitud de asilo“, denuncia, señalando que posee evidencias de todos estos hechos.

Briceño junto a excompañeros de la UNAN Managua. Foto: Cortesía

Y el efecto fue terrible. “El 10 de junio de 2020 yo tenía cita de elegibilidad, pero como no tenía ningún documento que lo respaldara y estaban paranoicos con lo del COVID, no me dejaron pasar“, hecho que documentó en una denuncia realizada al Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca+

“He tratado de meter cartas, amparos con respaldo de organizaciones; he tratado de presentarme a las instalaciones y lo que me dicen es que estoy para rechazo, pero no dicen cuándo ni tengo resolución, ni aunque presente o mande escrito; no sé qué hacer”, lamenta.

“Esta respuesta, esta negativa, me duele demasiado“, confiesa Briceño. “Me pone demasiado triste porque tengo todas mis cosas, tengo mis perritos, ¿y volver a perder todo? Considero que no es justo y no sé si tengo la capacidad de esperar nuevamente“, añade.

Briceño junto a su familia en Costa Rica. Foto: Cortesía

Actualmente, Briceño labora para la empresa Colchones Jirón en Liberia y ha tenido cierta estabilidad pero tiene miedo de “volver a perderlo todo. No puedo aplicar a otra categoría porque no tengo pasaporte; tengo cómo respaldar todo esto, incluso el reconocimiento a nivel nacional en Nicaragua, entrevistas, medios de comunicaciones, pero con este rechazo se me sale de las manos“.

“Me encuentro más preocupado por mi familia, mi esposa, pero comenzar desde cero costaría mucho y regresar a Nicaragua está complicado; siguen los secuestros. En mi red de amigos hay personas que siguen luchando, pero de uno a uno van cayendo” explica.

Volver a Nicaragua es un suicidio“, concluye Briceño.