“No pienso hacer una vida en el exilio, voy a regresar a Nicaragua”: la historia de Alex Hernández

Alejandro Quintanilla Hernández, mejor conocido como “Alex Hernández” tiene 33 años, habla con República 18 sobre sus dos encarcelamientos y sus metas a corto plazo

  • 2:24 pm
  • Ago 24, 2023
República 18

José Alejandro Quintanilla Hernández, pero sus amigos lo conocen como “Alex Hernández” tiene 33 años y nació en Catarina, Masaya, el 13 de noviembre de 1990. Antes de 2018 ya tenía trazada una meta de vida, estaba trabajando ejerciendo su carrera profesional en el área de microfinanza y crediticia en diferentes entidades y bancos puesto que él estudió Administración de Empresas.

Quintanilla Hernández reconoció que proviene de una familia sandinista muy activa durante la década insurreccionaría, sin embargo también afirmó que “yo me separé públicamente del Frente Sandinista de Liberación Nacional en noviembre de 2016”, y un año después comenzó a alzar su voz crítica en contra de las injusticias.

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Agregó que “mi acercamiento con la Compañía de Jesús me ayudó a forjar mi acercamiento con las personas más necesitadas y mi crecimiento y formación espiritual”.

Contó a República 18 que entre 2016 y 2018 sintió que su vida entró a una etapa que él mismo denominó “Epifanía ciudadana” puesto que “abrí los ojos para darme cuenta de todas las cosas que no consideraba correcta en el ejercicio político del país, a tratar de buscar espacios y opciones que llenaran mis aspiraciones ciudadanas que lamentablemente no se miraba en el futuro porque no había espacio dentro de la política nicaragüense para aquellas personas que queríamos un nuevo país”.

Sufrió dos detenciones

El propio 18 de abril de 2018, Quintanilla Hernández estaba saliendo de su centro de trabajo cuando decidió sumarse a las protestas antigubernamentales lideradas por los jóvenes en Camino de Oriente, carretera Masaya-Managua.

Quintanilla Hernández sufrió dos detenciones arbitrarias, la primera ocurrió el 23 de septiembre de 2018 cuando se encontraba resguardado en una casa de seguridad en Managua conviviendo con otros jóvenes. “Había llegado ahí porque llevaba varios meses después de la Operación Limpieza en Catarina, el 15 de junio, de andar errante en varias partes del país de dormir en casas de diferentes personas que me daban techo y un rato de seguridad, en oficinas, mesas y etc.”, indicó.

Hasta que a eso de las 4:00 de la madrugada del 23 de septiembre, oficiales de la Policía y parapolicías ingresaron violentamente a la propiedad y lo detuvieron.

“Fui trasladado al Chipote, donde pasé un mes en condiciones difíciles, en celdas muy pequeñas donde nos apretujaban a cuatro personas que pasábamos desnudos y recostados en las camas de concreto”, mencionó.

Posterior fue traslado al Sistema Penitenciario Jorge Navarro mejor conocido como La Modelo donde estuvo hasta su liberación el 1 de marzo de 2019. Fue acusado por los delitos de terrorismo, asesinatos, robos a mano armada, incendio, amenazas con armas.

Dijo que “le fue muy difícil quedarse en Catarina, porque había muchas presiones y amenazas por parte de fanáticos del régimen y por darle más tranquilidad a su familia que por su seguridad decidí irme del país”.

Vivió en Costa Rica, pero “no me sentía cómodo estando lejos de Nicaragua, viendo las cosas de largo y en un arranque de irresponsabilidad decidí regresar al país el 31 de julio de 2019”.

Tras su retorno al país se sumó de manera activa en la oposición nicaragüense desde la Articulación de Movimientos Sociales y la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB) en el trabajo territorial, en la Comisión de Justicia entre otros.

Pero en mayo de 2021 durante la voraz persecución y captura de liderazgos políticos le tocó ver como uno a uno de sus compañeros iban siendo capturados.

“Decidí las orientaciones necesarias para que saliera del país, pero me encontraba en una rotunda negación de hacerlo, yo sentía la necesidad de seguir adelante, alzar la voz, de organizar y etc., pero todo se fue acercando alrededor de mí, y comencé a andar buscando refugio dentro del país, y en un momento en que cercenaron todos los espacios para una salida cívica”, destacó.

Cuando por fin decidió salir del país, el 23 de agosto de 2021, a eso de las 8:00 de la noche en Managua en la zona de Montes de los Olivos buscaba un cajero para sacar dinero cuando “antes de entrar fui interceptado por elementos paramilitares, que me apuntaron con armas y después llegó la Policía en siete patrullas”. Quintanilla Hernández pensaba salir del país el 24 de agosto.

Trabaja limpiando habitaciones en un hotel y estudia inglés

Al llegar nuevamente al Chipote, al primero que vio fue a Medardo Mairena. Lo que sintió al estar en una celda “me sentí consternado, pero con menos miedo que la primera vez, estaba preocupado (…) me sentía de alguna manera soportado por la fe y convicción sabía que eso no iba a ser duradero”.

Reconoció que a pesar de su espíritu de resiliencia sintió que quería “tirar la toalla, porque perdí las esperanzas, pero le pedía fuerza a Dios y buscaba como salir de ese estado, cuando llega diciembre y las visitas familiares”.

Indicó que cuando llegó el proceso de excarcelación fue “una mezcla de sentimientos que todavía no me lo termino de creer, sentí alivio no tanto por mí, sino por mi familia y sobre todo por mi hermana que iba a poder descansar de estar todos los días en ese portón a las 5:00 de la mañana esperando pasarme agua y pastillas”.

Dijo que la liberación fue “una respuesta que tanto había pedido en mis oraciones y que finalmente había llegado”.

A seis meses después de la excarcelación y ahora en suelo norteamericano, Quintanilla Hernández sostiene que se encuentra bien de salud aunque es hipertenso. “Estoy cuidándome lo más que pueda aun no dispongo de un seguro, pero espero tenerlo pronto, estoy trabajando en hotel por las noches como housekeeping, estoy ganándome la vida, tal vez no lo suficiente pero si lo necesario para cubrir mis gastos básicos”.

También está estudiando Inglés y con “ayuda de algunas organizaciones estoy postulándome para acceder a estudiar el próximo año para empezar en enero próximo”.

Quintanilla Hernández insistió en que quiere terminarse de formar para en un futuro “seguir dando todas mis capacidades a esta causa” y también busca reencontrarse con su familia y “queriéndome dar la oportunidad de encontrar la felicidad aún en momentos tan difíciles”.

“No pienso hacer una vida en el exilio”

Sostiene que lo más difícil que le ha tocado vivir es la ausencia de su familia.

Asimismo, “el poder admitir que todo este proceso carcelario me ha hecho una persona muy introvertida, retraída, y que me cuesta salir de mi propio cuarto, he encontrado comodidad en las cuatro paredes”.

Aun estando lejos del país, apuntó que todavía hay traumas que no los ha podido superar, “sigo soñando, y me despierto soñando que la Policía me cae o que ando huyendo”.

Su meta a corto plazo es seguirse formando y culminar con sus estudios en EE.UU. aunque la tiene muy difícil por no contar ni con un registro académico.

“Estoy mejorando mi inglés, quiero conseguir un trabajo para ganar un poco más para ayudar a mi familia. No pienso hacer una vida en el exilio, me hago la idea de que algún día voy a regresar a Nicaragua”, concluyó.