¿Día de la raza, de la hispanidad o de la resistencia indígena? 5 claves para entender el 12 de octubre
El día de la hispanidad trae a colación las luces y sombras de un Imperio que unificó a casi toda América durante 300 años

Cada 12 de octubre desde 1892, España celebra su festividad nacional, al que llaman Día de la Hispanidad. En esta fecha, pero de 1492, tradicionalmente se considera que inició el contacto entre América y el resto del mundo por medio de las expediciones del genovés Cristóbal Colón, quien trabajaba al servicio de la Corona de Castilla, unida a la Corona de Aragón por matrimonio de los reyes Fernando e Isabel.
Aquel 12 de octubre abrió tres siglos de dominio imperial español sobre el continente americano, estableciendo un sistema de control virreinal extendido, en su punto más álgido, desde los actuales estados estadounidenses de Dakota del Norte y Montana en el norte, hasta la pampa argentina en el sur e incluso brevemente incluyó a Brasil en sus dominios, siendo considerado el primer superpoder de escala global.
Estos son algunos datos para entender la escala del impacto que tuvo el Imperio Español sobre América.
I. Provincias, no colonias
En el habla popular, es común referirse al periodo español como «colonial», «la colonia». ¿Qué significa esto realmente? «Colonia» es una palabra de origen latino con dos sentidos distintos.
Por un lado, se trata de una zona asentada por miembros de un grupo étnico en territorio ajeno al suyo por origen, a menudo con motivo de una mera extracción de recursos y con poca o nula intención de desarrollar el bienestar de los nativos. Por el otro, «colonia» también se refiere a una población periférica a la metrópoli, donde los habitantes no gozan de los mismos derechos que los de su población de origen.

Cuando se habla de «colonialismo español», ambos conceptos están bastante ligados, pues se enfatizan las operaciones de extracción de recursos preciosos, como el oro y la plata, a la vez que la situación precaria de los pueblos nativos a América ante el avance de una nueva clase dominante.
Formalmente, España no tuvo colonias, sino que gobernó a sus territorios en América como reinos integrados a la Corona en la península incluso con cierta continuidad con las noblezas indígenas ya establecidas, a tal punto que, por ejemplo, un descendiente del tlatoani azteca, Moctezuma II Xocoyotzin, actualmente retiene un título noble reconocido por la Corona Española.
Pero aunque formalmente los territorios de América no eran concebidos como territorios coloniales, sí hubo características propias de un extractivismo colonial sólo contrastadas con otros ejemplos de colonialismo por el nivel de desarrollo urbano y social que las autoridades españolas trajeron en comparación con imperios posteriores, como el Británico.
II. Las repúblicas indígenas
El Imperio Español contó en parte con apoyo de algunos sectores de las sociedades indígenas del continente americano, pero por otro lado causó rechazo.
«La conquista fue pactada entre indígenas y españoles. Cuando acaba, los propios indígenas se quedan como sargentos y alguaciles mayores y otros cargos. Permanecen combatiendo rebeliones de otros nativos. España mantiene toda la estructura indígena de cacicazgos, curacazcos y jefaturas», dijo en entrevista con la BBC el historiador Esteban Mira Caballos.
En el territorio del Imperio se establecieron «Repúblicas de Indios«, zonas densamente pobladas por los nativos y administradas comunalmente. Ni españoles, ni negros, ni mestizos podían asentarse en esas tierras indígenas y sus leyes, lenguas y costumbres ancestrales, en tanto no contradijeran a la doctrina católica ni a las leyes de la Corona, eran respetadas.

Pero a cambio de estas cesiones de tierra, los indígenas debían pagar tributo a las autoridades españolas, lo que se hizo progresivamente más difícil conforme las enfermedades europeas diezmaban a su población. Muchos indígenas fueron desplazados de unas zonas a otras por necesidad de su gobernantes españoles.
Luego de los procesos de independencia en el siglo XIX, muchas de estas tierras comunales fueron expropiadas por orden de las nuevas repúblicas hispanoamericanas, gobernadas por élites criollas.
III. El día de tres nombres
El nombre que comúnmente fue aplicado a la festividad del 12 de octubre, «Día de la Raza Española«, surgió en 1913 a instancias de la Unión Ibero-Americana, una asociación española con incidencia en Hispanoamérica durante el siglo XX.
En 1931, el destacado intelectual Ramiro de Maeztu, por medio de un artículo titulado simplemente La Hispanidad, propuso revivir el término «Hispanidad», un arcaísmo para designar a la identidad española, y aplicarlo para unir a las distintas naciones surgidas del desmembramiento del Imperio Español en el siglo XIX; en 1935 el primer «Día de la Hispanidad» se celebró en Madrid.

Más adelante, con el auge de gobiernos de izquierda en Hispanoamérica que reivindicaron la causa del «indigenismo», el 12 de octubre pasó a conmemorar, para algunos, los distintos levantamientos indígenas en contra de la autoridad imperial.
En Nicaragua, desde el año 2007, bajo la presidencia de Daniel Ortega, la festividad obtuvo esa nueva connotación, siguiendo al gobierno del presidente Venezolano, Hugo Chávez, quien había inaugurado ese cambio 4 años antes, en 2002.
IV. La esclavitud en el Imperio
Cuando los conquistadores españoles se hicieron camino por América, fueron tomando esclavos indígenas de sus conquistas. La esclavitud era una práctica habitual en virtualmente todo el mundo de la época y lo había sido durante miles de años, bajo distintos modelos, antes de la conquista española.
El Sacro Emperador Carlos V abolió parcialmente la esclavitud de españoles a indígenas y aquella practicada entre indígenas con sus «Nuevas Leyes» de 1542, siguiendo el consejo de teólogos y juristas, quienes deploraban los malos tratos en contra de los nativos. Aunque la esclavitud contra indígenas siguió existiendo de forma clandestina, las penas para castigarlas eran severas.
Para cumplir con las demandas de trabajo ante una población indígena diezmada por las enfermedades europeas, las autoridades españolas incurrieron en el Tráfico trans-Atlántico de esclavos, que alcanzó su apogeo entre los siglos XV y XVI e involucró a los principales poderes de la época, en particular Gran Bretaña, Portugal y Francia; los negros eran comprados a otros esclavistas negros en la costa africana, a menudo pasando por intermediarios portugueses.
Los esclavos bajo tutela española eran instados a convertirse al cristianismo para poder, en algunos casos, ganarse su libertad si mostraban «fidelidad, cariño, obediencia y respeto» hacia sus amos. El proceso de liberación se llamaba «ahorramiento» y los esclavos liberados eran «libertos». Algunos libertos podían incluso a aspirar a integrarse a la estructura de poder española.

La esclavitud de los negros fue abolida luego de la caída del Imperio Español en el siglo XIX. El 15 de octubre de 1811, Chile fue el primer país en iniciar el proceso de emancipación aplicando el concepto legal de «libertad de vientre», en el que los hijos de esclavos, en virtud de nacer en tierra soberana chilena, recibían la libertad, aunque sus padres permaneciesen esclavos.
La esclavitud fue abolida definitivamente en los distintos países hispanos más adelante en el siglo XIX y en España hasta 1870. Centroamérica abolió la esclavitud en 1824, tres años después de su independencia, cuando era un sólo país unificado.
V. El legado del Imperio
El legado del Imperio Español en América es amplio y diverso. Por un lado, quizá el aspecto más importante es a la vez tangible e intangible: el idioma español. El Imperio Español llevó el idioma a América y hoy en día es el idioma oficial en la mayoría de los países del continente. Con casi 493 millones de personas, es la segunda lengua materna del mundo por número de hablantes y la tercera lengua en un cómputo global, según estimaciones oficiales.

La influencia cultural española se puede ver en la arquitectura colonial, las tradiciones, la música, la danza y la gastronomía de muchos países de Hispanoamérica. El catolicismo fue la religión dominante impuesta por los españoles en América, cuya influencia puede verse todavía en festividades, tradiciones, moralidad y otros aspectos culturales que todavía se practican en muchos países.
El sistema legal español, basado en el derecho romano, se estableció en América y ha influido en los sistemas de muchos otros países de la región. Durante la colonización, el Imperio Español explotó los recursos naturales de América, como el oro, la plata y otros minerales. Aunque una parte era enviada en calidad de tributo a la Península, la mayoría de los réditos beneficiaban a los territorios locales.

Cientos de ciudades, catedrales, universidades, redes de caminos y hasta hospitales son parte de la herencia positiva de la Corona para el continente. Pero es importante tener en cuenta que el legado del Imperio Español en América también ha sido objeto de debate y crítica, ya que el dominio imperial también trajo consigo la explotación, la opresión y la pérdida de culturas indígenas.