“Ni en el exilio me van a callar”, la historia de valentía y pasión por el periodismo de Kalúa Salazar
A pesar de haber estudiado Administración de Empresas, el periodismo fue el campo en el que encontré mi verdadero propósito.

La periodista Salazar asegura que a pesar de las dificultades se puede continuar haciendo periodismo independiente.
Kalúa Salazar es una periodista nicaragüense originaria de Bluefields, en la Costa Caribe Sur de Nicaragua. Por su labor informativa independiente se convirtió en una de las periodistas más perseguidas, amenazadas y hasta judicializada por el régimen de Daniel Ortega. Hoy, desde el exilio, reafirma que el régimen no logrará silenciarla.
En una entrevista con República 18, Salazar relata que vivió en Bluefields hasta 2023 cuando decidió exiliarse. “Comencé a trabajar en los medios de comunicación en 2013 o 2014, no recuerdo con exactitud la fecha. Con el tiempo, fui apasionándome por lo que hacía, pues descubrí que el periodismo tiene un propósito fundamental: informar al pueblo, llevarles noticias y ayudarles a conectar con las autoridades, difundiendo lo que realmente ocurre”, explica.
Salazar destaca que lo que más la motivó fue el trabajo social realizado desde Radio La Costeñísima, especialmente la oportunidad de exponer las realidades de las comunidades de la Costa Caribe.
“A pesar de haber estudiado Administración de Empresas, el periodismo fue el campo en el que encontré mi verdadero propósito. Con el paso de los años, me consideraban la aprendiz del periodista Sergio León, quien me enseñó muchas lecciones valiosas que no se aprenden en la universidad, sino en el día a día, en el trabajo de campo”, relata.
La periodista describe cómo con el inicio de la crisis sociopolítica en 2018, muchos periodistas decidieron apoyar al pueblo, mientras que otros se alinearon con la política del régimen. “Yo decidí quedarme con el pueblo, con el compromiso de informar lo que realmente estaba sucediendo”, dice.
Señala que durante ese período, las coberturas se volvieron cada vez más difíciles debido a la creciente represión, violencia y violaciones a los derechos humanos. Luego, la pandemia de COVID-19 marcó otro golpe duro, con la muerte de Sergio León, su mentor y principal apoyo.
“A medida que la violencia aumentaba desde abril de 2018, la población vivía en silencio, con miedo, sin saber en quién confiar. Las familias se fragmentaron y los vínculos se rompieron. La situación empeoró y viví lo que muchos llaman un ‘estado de sitio'”, recuerda.
A pesar de la constante persecución, Salazar sostiene que su mayor compromiso fue siempre con la comunicación y el derecho a informar a la población. “Mi mayor miedo era que la gente se quedara sin información, y lamentablemente, eso ocurrió cuando, en 2023, nos exiliamos cinco periodistas del Caribe. Fue un golpe durísimo porque en la ciudad ya no quedaban periodistas independientes ni medios que informaran lo que realmente pasaba”, lamenta.
La periodista Kalúa Salazar junto a su abogado defensor en 2020.
Asedio y judicialización: una constante amenaza
A lo largo de su carrera, Salazar fue objeto de constantes asedios por parte de la policía y paramilitares. Sin embargo, nunca permitió que el miedo o la intimidación la desalentaran. “No contaba cuántas veces me acosaban solo sabía que lo hacían. Recuerdo una ocasión en la que al salir a trabajar de madrugada, dos patrullas llenas de policías bloquearon el vehículo que me venía a recoger”, recuerda.
En uno de los momentos más aterradores, un antimotín intentó arrebatarle el teléfono con el que grababa el ataque, la fuerza y la violencia era extrema que estaba casi asfixiándola.
“Mis hijas pequeñas que estaban durmiendo, al escuchar el alboroto salieron y comenzaron a llorar. Fue un momento horrible para ellas, nunca antes habían presenciado un acto tan violento contra su madre”, relata.
Afortunadamente, una policía intervino y ordenó soltar a Salazar. Sin embargo, la obligaron a permanecer en su casa por más de una semana, sin poder salir a trabajar.
En septiembre de 2020, el régimen sandinista la demandó por “injurias y calumnias” después de que Salazar denunciara casos de corrupción en la Alcaldía de El Rama, revelando un supuesto desfalco de 100 mil córdobas.
“Me enteré de la demanda gracias a una fuente que me alertó. Aunque aún no me llegaba la notificación oficial, ya había comenzado una campaña agresiva de descalificación, acoso y ataques psicológicos”, relata.
Cuando finalmente llegó la notificación, Salazar asistió a la audiencia, sabiendo que el juicio sería arbitrario. “La mañana del juicio, al caminar hacia el Complejo Judicial, vi una gran cantidad de personas protestando contra lo que consideraban un acto arbitrario en mi contra. Me sorprendió ver apoyo de empresarios, amas de casa, recolectores de basura, hasta personas con sus mascotas”, dice emocionada.
“Fue un momento muy bonito, un reconocimiento al trabajo que había realizado, el cual Sergio León me había enseñado a valorar tanto. Mis principios como mujer, cristiana y periodista estaban por encima de cualquier cosa”, subraya.
Finalmente, la condenaron y le impusieron una multa. “Fue un juicio lleno de arbitrariedades. Yo solo era una periodista que buscaba informar. Me resulta incomprensible cómo puede haber tanto odio hacia alguien que solo busca contar la verdad, este odio no solo es contra las personas, sino contra la acción misma de informar”, reflexiona.
Lugar desde donde se prepara el contenido de Vidas Caribeñas.
Un amor incansable por el periodismo
A pesar de las adversidades, el amor por el periodismo fue siempre su mayor motivación. “Antes de salir al exilio, temía profundamente que la Costa Caribe se quedara sin información. Y, lamentablemente, cuando nos exiliamos, la región quedó casi silenciada, pues los medios oficiales solo replican la versión del régimen”, lamenta Salazar.
En abril de 2023, varios periodistas recibieron órdenes de captura. “El asedio se intensificó y supe que era el momento de irme. Había una sensación de que estaban esperando el momento exacto para atraparme como ya había ocurrido con otra colega”, explica.
El mismo día de su salida, Salazar pensó: “No me van a callar”. “Llegué a Estados Unidos el 15 de mayo de 2023, no pude dormir esa noche, pero al despertar me dije: ‘Ok, ya tengo el nombre de mi próximo proyecto'”, recuerda.
Con una computadora que le regalaron como primer obsequio en su país de acogida, Salazar pudo comenzar a trabajar en su nuevo proyecto periodístico “Vidas Caribeñas“.
“Somos un grupo de cinco, cuatro en el exilio y uno en Bluefields. No ha sido fácil, pero seguimos adelante haciendo periodismo mientras nos reinventamos”, explica.
Su proyecto se centra principalmente en podcasts, con una página web donde abordan temas que afectan a las regiones del Caribe Norte y Sur de Nicaragua. “Sabemos que lo que ocurre en el Caribe refleja lo que pasa en todo el país. A pesar de que nuestras audiencias nos escuchan no interactúan y es por miedo, ya que compartir contenido de medios independientes puede acarrear represalias”, lamenta.
Sobre el futuro del periodismo independiente, Salazar afirma que a pesar de las dificultades los periodistas que han resistido al régimen no se rinden fácilmente.
“Algunos hemos tenido que combinar el periodismo con otros trabajos por necesidad económica, pero seguimos adelante”, señala.
Finalmente, resalta la importancia de la cercanía entre los periodistas exiliados. “A pesar de estar en diferentes países, necesitamos esa cercanía emocional para sobrellevar las dificultades. Hay quienes han dejado el periodismo, lo cual es válido para sanar pero siempre regresamos con más fuerzas”, concluye Salazar.