Los viajes de Luis Sequeira, galardonado periodista nicaragüense en el exilio

En sus muchas coberturas, Luis Sequeira ha pasado por zonas de guerra y ha visto las consecuencias de atentados terroristas. Nada de eso lo golpeó como lo hizo la crisis en Nicaragua.

  • San José, Costa Rica
  • 9:48 am
  • Ago 28, 2024

El periodista autónomo Luis Sequeira trabajó por más de una década cubriendo eventos en todo el mundo para diversas agencias.

Cortesía
República 18

“La Madre de todas las marchas” llamó el colectivo opositor a la manifestación convocada en Managua el 30 de mayo de 2018. Luis Sequeira estaba ahí, rodeado de banderas, el rumor ensordecedor de la masa, las consignas que se filtraban entre el barullo, las pancartas con declaraciones políticas y exigencias. Todo lo grababa para el mundo.

Entonces las fuerzas de seguridad del régimen sandinista de Daniel Ortega habían apagado unas 90 vidas luego de que, entre el 17 y 19 de abril, la situación se saliese de las manos. Sequeira llevaba poco más de un año de haber regresado a Nicaragua. Su trabajo como periodista para la agencia alemana Reuters lo había llevado por todo el mundo.

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“Cuando derribaron un avión los rusos en Ucrania y todos los cuerpos estaban esparcidos en un campo enorme, estaba grabando a la gente fallecida. Cuando estaba allá en Siria, explotó una mina, le explotó a un niño y lo partió casi a la mitad. El pobre niño lloraba con la mitad del brazo desgarrado, la cara desbaratada y vos estás viendo eso, y sabés que tenés que grabarlo porque es lo que está pasando“, recuerda el periodista.

Te tenés que volver de corazón duro porque tenés que grabarlo sí o sí. Pero cuando es tu país, te duele“, confiesa.

Luis Sequeira cubre un enfrentamiento frente al campus de la Universidad de Ingeniería (UNI) en Managua, 2018. Foto: Cortesía

Ese día la marcha fue objetivo de un ataque coordinado por las fuerzas de seguridad y paraestatales leales al régimen de Ortega, como develarían posteriores investigaciones independientes. Ocho fallecidos fueron reportados en las primeras horas del ataque. Para el final del día, serían dieciséis.

Sequeira estaba ahí, junto a muchos otros periodistas nacionales e internacionales, cuando empezó la balacera.

Mataron a un muchacho frente a mí. Recuerdo que yo estaba atrás del muchacho y están disparando por todos lados. Yo me estoy cubriendo en una pared y el muchacho está enfrente mío, agachado, con un mortero. Yo estoy grabando todo lo que está pasando. De repente el muchacho se acuesta, estaba como en cuclillas. El resto de gente grita: «¡vámonos, vámonos, vámonos todos!». Él no respondía. No me di cuenta de que le habían disparado“, relata el periodista.

Cuando lo levantan, le sale un flujo de sangre de la cabeza. Ahí vieron que estaba muerto“.

¿Vale la pena?

Luis Sequeira daba vueltas en su habitación de hotel en el Holiday Inn de Managua. Casi cuatro meses de ese año vivió y trabajó en ese hotel, pero el 31 de mayo y el 1 de marzo no pudo poner un pie fuera de su habitación. “Pude haber sido yo”, pensaba. “¿Realmente vale la pena esto?”, la idea lo atormentó.

Para entonces llevaba llevaba ocho años trabajando en periodismo. Cualquiera que lo conociera aun hoy día no podría imaginarse que en un principio quería ser médico. “Realmente mi primera opción de carrera nunca fue el periodismo. Yo quería ser médico. Me fui para la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN) en León. Estuve un año (2010) en el internado, los meses de lo básico y luego la carrera”, comenta.

Pero problemas económicos y de índole personal lo obligaron a regresar a su natal Managua, con su madre. Tendría entonces unos dieciséis años cuando conoció a Luis Díaz, periodista que llevaba la corresponsalía de Reuters en Nicaragua. “Para nosotros era como un padre, tanto para mi hermano (gemelo) como para mí“, rememora Sequeira.

“Comencé a pasar tiempo ahí, más bien. No digamos trabajar. Y me comenzaron a gustar las cámaras y todo eso. Comencé limpiando los cables de la oficina, los cables de los micrófonos para hacer las entrevistas, limpiando las cámaras y nos daba diez, quince pesos solamente. Nos decía: «tomen, por limpiar; tomen, por hacer esto y lo otro»”.

Luis Sequeira tiene más de una década de experiencia en el rubro periodístico. Foto: Cortesía

Pero una vez “el máster” (como le apodaron) le dijo, cediendo a las insistencias que coreaba junto a su hermano, que usara la cámara.

La oficina quedaba por Canal 10, frente al edificio La Merced, en un segundo piso desde un busto apostado en una esquina era visible.

—Te vas a quedar aquí cinco minutos grabando esa estatua que está ahí de frente. Sin moverte, sin temblar.

Y el joven Luis lo hizo.

Ahí comenzó mi vida en el periodismo. Ya luego de que él me enseñó, andaba con él. Nosotros éramos los hijos de Luis Díaz. Y justamente, mi nombre es Luis. La gente así nos decía: «los gemelos, hijos de Luis Díaz»“, cuenta Sequeira.

Cuando Díaz partió a El Salvador, Sequeira le sucedió a la cabeza de la oficina. Fue corresponsal de Reuters en Nicaragua por tres años, a pesar de su corta edad.

La mirada de Chávez

“Tiene un tatuaje en el brazo con los ojos de Chávez y otro con la firma de Chávez en su brazo derecho, y ella es inglesa”, describe Sequeira a Lizzie Phelan, la actual directora de la empresa de medios redfish GmbH, bajo la agencia alemana Ruptly. Cuando llegó a Nicaragua todavía trabajaba como autónoma.

—Necesito alguien que me ayude a grabar —anunció ella en cierto momento.

Un joven Luis Sequeira se ofreció.

Luis Sequeira se inició en el periodismo a temprana edad. Foto: Cortesía

—No, vos estás muy pequeño. No me vas a poder ayudar en nada —le dijo.
—Probame —contestó Sequeira.

La inglesa acabó convencida y trabajó junto a Sequeira en Nicaragua antes de volver a Alemania. En marzo de 2013 muere Hugo Chávez, el caudillo del socialismo venezolano. Sequeira recibe una llamada.

—Luis Sequeira —eran de la agencia alemana Ruptly.
—Sí, señor.
—Lizzie Phelan me dio su contacto. Queremos saber si usted se puede ir a Venezuela a grabar la muerte de Chávez.

“En ese entonces yo tenía miedo”, confiesa.

—Yo no puedo. No puedo. Pero estoy en Nicaragua y te puedo grabar lo que está pasando acá por Chávez.
—Perfecto.

“Justamente estaba yo adonde hoy es la estatua de Chávez, en toda esa avenida. Ahí hubo una conmemoración a Chávez. Lo grabé y lo mandé a Alemania. Como al mes me dijeron que me querían contratar ellos. Me dijeron que si podía viajar a Alemania a trabajar con ellos. Accedí”, revive.

—Vos estás loco —le dijo su madre—. Vos estás loco.
—Bueno, ni modo. Si sale, sale.

En sus viajes, Sequeira realizó coberturas en zonas de conflicto internacional. Foto: Cortesía

Para septiembre los alemanes habían facilitado el papeleo. Los próximos tres años trabajaría con ellos fuera de Nicaragua. Cubrió el Mundial de 2014, en Brasil, tres atentados terroristas en Europa. Estuvo entre Turquía y Siria cubriendo el éxodo de refugiados por la Guerra Civil Siria en la frontera, entre otros eventos y calamidades. “Y en 2016 iba a renunciar a mi trabajo“, apunta.

—Luis, no te vayás —me dijeron—. Te queremos mover a trabajar en México.

“Querían que abriera la corresponsalía en México para hacer ellos una cadena en Latinoamérica, pero les dije que no estaba listo. Me mandaron a Estados Unidos como corresponsal, a Texas, cuando Donald Trump comenzó a lanzarse como presidente en 2016. Estuve un año entero en Estados Unidos y me dije que ya no quería seguir”.

De vuelta a una casa en llamas

Luis Sequeira volvió a Nicaragua en enero de 2017 para trabajar como periodista autónomo. “Ya me conocían. A mí me decían «el bebé», ese era mi apodo”. Trabajó para distintas agencias, enviando contenidos, realizando entrevistas; lo que hiciera falta. Entre ellas estaba la Agencia Francesa de Prensa (AFP).

Comenzó a trabajar con ellos en 2018, “con contrato y todo”. “Cuando comenzó lo de las protestas en Nicaragua, en Camino de Oriente y tal, yo estaba en la Universidad Americana (UAM). Estaba estudiando mercadotecnia. Yo vivía en Altamira. Agarré de la UAM a mi casa, de mi casa a Camino de Oriente porque escuchamos que a uno de mis compañeros, que ya está fuera del país, Alfredo Zúñiga, el fotoperiodista, le habían golpeado la cabeza“, explica.

“Al día siguiente me tocó clases. A la UAM me fui con la cámara porque yo sabía que venían duro las protestas, se vio venir toda la noche. Esa noche, (18 de abril) cuando la gente estaba protestando, mandaron a todas las turbas a reprimir“. El resto del año estaría en la primera línea de fuego junto a su compañero de trabajo, el fotoperiodista Oswaldo Rivas, cubriendo la represión estatal.

De vuelta en aquella habitación de hotel, Sequeira, intranquilo, resuelve a pesar de todo persistir. “Si no lo hacés vos, ¿quién lo va a hacer?”, recuerda haber pensado. “Porque lo que busca el Frente es justamente eso, que tengás miedo. Entonces, mientras podamos, hagámoslo, vamos. Fue ahí cuando volví a salir y me dije que no me podía quedar callado.

No les puedo dar el gusto a ellos de quedarme en esta habitación de este hotel, tampoco iba a ser el mártir, pero es una profesión que escogí y vamos a darle“, se dijo.

En cada cobertura que nosotros hacíamos en las protestas, sabíamos que podíamos no volver. Si te pegaban un balazo, hasta ahí llegabas. Lamentablemente, las turbas y los que apoyaron al dictador Ortega no respetaban a nadie. Te agarraban en la calle y tenían órdenes estrictas y directas de quebrarte y robarte el equipo. Eso me hicieron a mí“, detalla Sequeira.

Luis Sequeira agredido por agentes de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía (DOEP). Foto: Cortesía

El incidente quedó inmortalizado en una fotografía del 16 de marzo de 2019, durante un intento de protesta en Managua. “Me robaron mi equipo, mi cámara, mi celular, me golpearon en el pecho, en el estómago“, dijo entonces a la AFP. Pero antes de eso, le habían apuntado a la cabeza cuando cubrió el asalto de las fuerzas policiales a la ciudad de Masaya en julio de 2018.

“Con mis ojos, con mi cámara yo lo grabé. Eran cubanos con la cara cubierta. Vi uno que andaba con un RPG-7, un lanzamisiles, y una PKM, una automática que tiene como cien balas, y lo tengo en video. No es que me lo contaron, no es que lo vi; lo grabé y esas imágenes están en todos lados. Un policía, cuando estábamos grabando, nos puso una pistola en la cabeza a Oswaldo y a mí”, denuncia.

En otra ocasión los amenazaron con disparos de advertencia mientras cubría otra protesta en Managua. Pronto descubriría que la fuerza del régimen de a poco lo iba cercando.

Rory Peck y el exilio

“Después de que pasó 2018, yo me gané un premio, el Premio Rory Peck  en noviembre de 2019 por la cobertura de la crisis. Fui a recibir el premio a París. Bianca Jagger hace la mención del premio. Cuando yo salgo, saco de mi traje una bandera de Nicaragua. Le doy un beso, me hacen entrevistas y todo eso”, cuenta el periodista.

Pero el premio en Nicaragua sólo le trajo problemas.

Luis Sequeira en una barricada en el punto álgido de la crisis de 2018 en Nicaragua. Foto: Cortesía

“Fue justamente ahí. Tal vez no pueda decir que fui el primero en salir, pero desde ahí comenzaron ellos a perseguir a toda la prensa internacional. Comenzaban a seguirme, yo con Oswaldo siempre. Después, afuera de mi casa, había carros de Policía. Al lado de la casa de mi mamá había un apartamento, ahí vivía yo. Había policías, pasaban encapuchados. Yo estaba en mi casa tranquilo y ellos llegaban, y como la sala daba a la calle, pasaban diciendo cosas“.

—¿No vas a salir a las tres? —le decían, insinuando que tenían plena consciencia de sus horarios.

“Entonces hablé con AFP. Les dije que quería salir del país. Ellos no me ayudaron.”

—Si te querés ir, te vas. Nosotros no podemos hacer nada estando en Nicaragua vos —le dijeron.

“Al final fue una decisión que corrió por mi cuenta. Nunca tenés el apoyo de las agencias. Es muy raro que te apoyen cuando pasan ese tipo de cosas. Me tocó irme por seguridad mía y de mi mamá. Me fui después de su cumpleaños, un 12 de agosto“.

—Mama, me voy. No quiero perjudicarte a vos ni a mí, no sea que me vayan a agarrar —eso le dijo Sequeira.

“Saliendo yo, comienza la persecución contra toda la prensa extranjera. Creo que (mi caso) fue el preámbulo para comenzar a joder a todos“.

La vida después del periodismo

“Cuando salí vine a Estados Unidos. Aquí venís a sobrevivir. Venís con las uñas, con lo que tenés. Si sos una persona que guardó plata, vas con eso pero, si no, venís a morder el leño, a lo que te salga. Yo tuve la dicha de que el hijo de Oswaldo Rivas me apoyó y me consiguió un trabajo que hoy día mantengo. Hace tres años ya”, detalla Sequeira.

Luis Sequeira durante la cobertura de la crisis de 2018, en el empalme del kilómetro 14 de la carretera a Managua. Foto: Cortesía

Apenas unos meses después de llegar se vio obligado a vender todo su equipo de grabación. Debió hacer a un lado el periodismo. “Las realidades acá son diferentes, nada que ver con lo que te dicen“, resuena en su voz un tono melancólico. “Tuve que dejar todo el pasado atrás y hoy soy supervisor en una agencia de staffing (de personal) en Indiana”.

Aún así, a sus treinta años, dejó claro que estaría más que dispuesto a volver. “La primera oportunidad que me salga de periodismo creeme que la agarro“. Y no ha dejado la profesión en su totalidad. “Ahí me meto siempre y estoy en estas páginas que contratan freelancers para cositas pequeñas de uno o dos días. Cuando llegan, voy y las agarro. Son trabajos de uno o dos días porque no puedo descuidar mi trabajo normal”.

Tampoco se ha olvidado de Nicaragua. Más que aquel premio en reconocimiento “del talento y la dedicación” del que hizo gala como periodista freelance, Sequeira asegura que su verdadera recompensa fue “demostrar que Nicaragua estaba presente y que su nombre se volvía a escuchar“.

“En 2019, cuando ya todo estaba aplacado porque si protestabas te metían preso. Los presos políticos todavía estaban en El Chipote. Para mí fue dar esa voz de aliento, volver a darle vida”.

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