El papel de Humberto Ortega en la consolidación del poder sandinista sobre Nicaragua

Humberto Ortega, general en retiro, se encuentra de facto en casa por cárcel, a pesar de su crucial papel en la consolidación del poder sandinista.

  • San José, Costa Rica
  • 8:21 am
  • May 23, 2024

Humberto Ortega encabezó a las fuerzas armadas de la primera dictadura sandinista y durante los primeros 5 años de gobierno liberal a partir de 1990.

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República 18

“No nos hemos comprometido con las elecciones que ellos piensan vamos a impulsar y nosotros nunca, ya lo dijimos en otras ocasiones a través de la Dirección Nacional, vamos a ir a discutir el poder“, vociferaba contundente Humberto Ortega Saavedra, ideólogo de la corriente tercerista, supuestamente moderada, del Frente Sandinista, dos años después de que la Ofensiva Final convirtiese a la dictadura de los Somoza en un difuso recuerdo ante la embriaguez revolucionaria.

Era 25 de agosto, 1981. Tenía entonces 34 años, un hermano caído en combate cuasi santificado, otro haciéndose un nombre a la cabeza de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, para entonces completamente controlada por el Frente Sandinista, el poder indiscutible en una Nicaragua asolada por la guerra y en proceso de avivar nuevamente la llama del conflicto.

Un año antes, entrevistado por el medio sandinista Barricada, Ortega había expresado un sentimiento similar al de aquel discurso. “Nuestro pueblo ya votó el 19 de Julio de 1979“, declaró. “(Votó) con las armas en la mano y con la sangre de 50 mil nicaragüenses, votó por sí mismo, por el sandinismo“, acotó.

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Más de cuatro décadas después, “el mancucho”, como le llaman sus detractores por su mano derecha que le quedó paralizada durante un operativo clandestino en Costa Rica, se definió a sí mismo como parte de una facción sandinista que no comulgaba con el estalinismo de la primera dictadura.

“Eran combatientes heroicos en su momento, pero se formaron dogmáticamente a lo largo de la lucha“, describió Ortega en entrevista con el medio argentino Infobae, el pasado 19 de mayo. “No pudieron imponer su dogmatismo porque hubo gente, como mi persona, que no comulga con ese modelo y, al contrario, empujé un modelo democrático de pluralismo político, economía mixta y no alineamiento“, agregó.

De guerrillero a combatir guerrillas

Once años de lucha en la guerrilla, desde 1968 hasta 1979, le valieron a Humberto Ortega el puesto de Ministro de Defensa, jefe del Ejército Popular Sandinista, una vez fue estructurado el nuevo gobierno tras el golpe contra el régimen somocista. A él, a su hermano Daniel y a Víctor Tirado López se les atribuye la estrategia de lucha urbana que, a un enorme costo de vidas civiles, abrumó al somocismo a partir de 1977 y lo llevó al colapso.

Humberto Ortega dirigió al Ejército Popular Sandinista durante la guerra civil en la década del ’80, que lo enfrentó contra la Resistencia Nicaragüense, una coalición de campesinos, liberales anti-somocistas, ex-guardias somocistas y ex-guerrilleros sandinistas insatisfechos con los resultados de la revolución. Foto: Getty Images

En su década de servicio para la primera dictadura sandinista, Ortega dirigió una guerra contra la Resistencia Nicaragüense, un frente amplio guerrillero que, con apoyo estadounidense, se declaró en abierta rebelión contra el proceso revolucionario. Para enfrentar a dicha guerrilla, la dirigencia sandinista no encontró mejor modo que el Servicio Militar Patriótico, una política aplicada a partir de 1983.

Con las firmas de Daniel Ortega y los otros miembros de la Junta de Gobierno, los sandinistas Sergio Ramírez Mercados y Moisés Hassan. Decenas de miles de jóvenes entre los 14 (a pesar de que el mínimo legal era de 18) y 25 años fueron forzados a convertirse en soldados, en un conflicto que vio entre 10 y 50 mil bajas, y unos 11 mil heridos.

La cabeza del Ejército

Así, pues, el Ejército Popular Sandinista de Humberto Ortega, defendiendo a partir de 1985 la (cuestionada) presidencia de su hermano, pasó una década enfrascado en una guerra de desgaste que, sumado a las políticas económicas del Frente inspiradas por su ideario marxista, generaron al país su peor crisis económica.

Aunque ahora asegura haberse planteado una economía mixta, Ortega había demostrado abiertamente su apoyo al marxismo-leninismo. “Es el Marxismo-Leninismo la doctrina científica que guía nuestra Revolución… sin sandinismo no podemos ser marxistas-leninistas y el sandinismo sin marxismo-leninismo no puede ser revolucionario“, dijo en un discurso ante una audiencia militar en 1981.

El Frente Sandinista desplazó a toda otra fuerza política, por la fuerza cuando hizo falta. El régimen sandinista impuso censura sobre medios de comunicación que consideraban agentes del “imperialismo” y la “burguesía”, y reprimieron cualquier intento de oposición, cerrando el espacio político a cualquier alternativa.

Por ello, la presión más significativa la ejercía la campaña guerrillera de la Resistencia Nicaragüense, por lo que el papel de Humberto Ortega a la cabeza del Ejército, y su sinergia con su hermano en la presidencia, fue de vital importancia para la supervivencia del proyecto sandinista.

Durante la presidencia de Violeta Barrios de Chamorro (1990-1996), los constantes llamados a la violencia de Daniel Ortega desde la oposición se apoyaban de la presencia de Humberto Ortega en la cabeza de las fuerzas armadas. Foto: Getty Images

Pero incluso una vez el sandinismo cayó derrotado electoralmente en 1990 ante Violeta Barrios de Chamorro, candidata de la Unión Nacional Opositora, esta fue incapaz de anular la influencia de Humberto Ortega sobre las fuerzas armadas.

La administración de Chamorro renunció a la posibilidad de perseguir al liderazgo sandinista por sus crímenes en la década del ‘80 con la amnistía que aprobó a un mes de entrar al poder.

¿Caída en desgracia?

Con la esperanza de evitar mayores conflictos, Chamorro mantuvo a sandinistas en posiciones clave, como fue el caso de Ortega, quien permaneció a la cabeza del Ejército hasta 1995, cuando legó su puesto a Joaquín Cuadra. Ortega prácticamente se retiró de la vida pública, se distanció de la política y de su hermano, Daniel, con quien fue desarrollando una serie de conflictos ideológicos y personales.

Daniel Ortega y el Frente Sandinista regresaron al poder en 2007 tras una serie de maniobras y pactos políticos, y con una poderosa aliada en la figura de Rosario Murillo, actual vicepresidente desde 2017 y, según reportes a medios independientes, la responsable de ordenar, en el plazo de unos pocos días, el cerco y allanamiento de su hogar, y su arresto domiciliario de facto

¿La razón? En su reciente entrevista con Infobae, Ortega reconoció la responsabilidad del Ejército de Nicaragua de muchas atrocidades perpetradas por agentes paramilitares en 2018, entre otros criticismos a la gestión de su hermano. Esto le valió una supuesta guardia médica que no solicitó públicamente ni tampoco corresponde a algún problema de salud anunciado por el general retirado.

A todas luces, Humberto Ortega se ha convertido en otra víctima sandinista del sandinismo que, con su trabajo de décadas, ayudó a posicionar a la cabeza de la política nicaragüense.