Vivir con VIH y contarlo en Tik Tok para animar a los demás a sobreponerse: la historia del nicaragüense Alberto Jiménez

A sus 28 años, Jiménez no se cohíbe al hablar sobre las partes más oscuras de su pasado, más bien las ilumina con el presente

  • 12:32 pm
  • Sep 1, 2023
República 18

En la sala de infectología del Hospital Lenín Fonseca de Managua, tras un mes y 12 días internado por el avance de la dolencia, sin poder caminar y dependiendo de un tanque de oxígeno, de repente, Alberto Jiménez decidió levantarse. “No sé cómo ni de dónde agarré fuerzas”, recuerda y cuenta a República 18.

Lea además: Jóvenes en Nicaragua a ciegas con las enfermedades de transmisión sexual

“Le dije a Dios que yo dejaba de culpar a las personas, a mi papá, a mi mamá, a los violadores, a las persona que infectó y que aceptaba que había sido mi responsabilidad y mi descuido estar en la condición en la que estaba” tras 8 años de haber descuidado su tratamiento.

Algo milagroso ocurrió en ese momento y después de que los médicos le hubiesen dicho a mi madre que buscara un ataúd, yo salí del hospital

Jiménez descubrió que daba positivo para el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) cuando tenía 16 años. A sus 28 años, refiere que lo contrajo porque fue “coaccionado por una persona súper mayor que mí, tenía 32 años, y él sabía que tenía VIH, y aún así insistió demasiado”.

Cicatrices del abuso

“En ese tiempo tenía una personalidad muy fácil de manipular porque venía de criarme con una persona que era alcohólica. Venía de un hogar con violencia, pobreza extrema, abusos sexuales perpetrados por diferentes personas desde que tenía 3 años y medio y hasta los 12 años“, confiesa.

Lea además: Desprotección a la niñez continúa evidenciándose en Nicaragua

“Entonces todo eso cayó sobre mí cuando descubrí que tenía VIH, todos esos traumas que nunca se trataron y entré en un colapso emocional; mi autoestima estaba ya quebrantada y lo poco que quedaba se terminó de fisurar completamente”, lo que lo llevó al mundo del alcohol y las drogas “para lograr ‘calmar’ todos esos dolores, todo el estrés y la tensión que uno experimenta, el miedo al rechazo; cuando la persona que vive con VIH se entera de que es positivo, experimenta un trauma por tanta ansiedad“.

“Aquí ya me habían diagnoticado VIH”, dice Jiménez, señalando esta fotografía de su adolescencia. Foto: Cortesía

“El VIH es un virus que condiciona tu salud, que compromete tu salud, pero no es una enfermedad como el cáncer o el lupus, que son extremadamente degenerativas. Puede desarrollarse a una etapa de acumulaciones de enfermedades oportunistas que atacan el cuerpo cuando está débil”, aclara Jiménez, por lo que una vida plena con VIH es perfectamente posible.

Jiménez sostiene que es más bien el estigma contra las personas que viven con VIH lo que afecta su calidad de vida, sea directamente por la discriminación o indirectamente, por las cicatrices del abuso infligido.

El VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) es un virus que ataca el sistema inmunitario del cuerpo. Si el VIH no se trata puede causar SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), según el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos. Tan sólo en el primer trimestre de 2023 se registraron 340 casos en Nicaragua, es decir, poco más de 3 casos al día.

En el país hay 9 mil personas con VIH, de las cuales 6 mil 800 se encuentran en tratamiento antirretroviral, según datos del Ministerio de Salud. Es importante, recalca Jiménez, que las personas que viven con VIH acudan a su tratamiento.

Tocando fondo

“Experimentás miedo al rechazo, al abandono de amigos y familia, a un sinnúmero de situaciones que te ponen demasiado vulnerables. Yo intenté suicidarme muchas veces por estas mismas situaciones“, y fue así que llegó a esa sala de hospital.

La manera de quitarse la vida que encontró más “sencilla” era dejar de tomar su tratamiento para el VIH, lo que lo llevó a aquella habitación de hospital en Managua. Estaba entre la negación, porque “iba a hacerme pruebas pensando que no tenía VIH”, y la resignación de dejar a su cuerpo sucumbir al virus y desarrollar el síndrome.

Jiménez en su etapa terminal. Foto: Cortesía

Fue un periodo de 8 años desde haber sido diagnosticado en los que su salud fue deteriorándose y tocó fondo. “Yo sabía que dejando de tomar mi tratamiento iba a ser presa fácil para desarrollar un Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) y terminé en etapa terminal, ya dado por desahuciado por los doctores” y en esas condiciones reflexionó:

Vi irónico cómo yo estaba luchando por morirme mientras otros luchaban por vivir en esa misma sala de hospital, lo que cambió bastante mi percepción de la vida

Motivación en Tik Tok

Aún fuera del hospital, Jiménez creía no tener las herramientas necesarias para hablar en público sobre el VIH. Todavía batallaba con los miedos que antes enumeró y fue en grupos de la iglesia cristiana en la que se congregaba que pudo expresarse abiertamente gracias a personas que lo animaron a compartir sobre su experiencia.

“Tendría entre 20 ó 22 años en ese entonces cuando me hicieron compartirlo y para mí eso fue totalmente liberador; sentí que todo lo que trataba de ocultar me desgastaba emocionalmente y eso salía a flote, y cuando la gente se enteró, no tuve que gastar energía en tratar de ocultarme”, expresa el joven.

Jiménez haciendo gala de sus habiliades de oratoria en Nicaragua. Foto: Cortesía

Afortunadamente, dentro de su congregación Jiménez asegura haber recibido aceptación y comprensión. Incluso llegó a desempeñarse como pastor durante 4 años. Desarrolló soltura al expresarse y, cuando apareció la red social de videos cortos TikTok, publicó un video hablando sobre su historia con el VIH en su cuenta, @jalbert95.

“Me di cuenta de que hay una gran cantidad de personas viviendo con VIH, no sólo jovenes sino también adultos; el video se volvió viral, creo que llegó a 4 millones de reproducciones” y catapultó su alcance en esa red social. “Mucha gente comenzó a contarme su historia. Ahí le encontré un sentido a la vida y a mi proceso” añade.

“Conocí a personas con historias mucho más fuertes que la mía y eso me llevó a trabajar para informar a la gente, porque hay una gran falta de información y fui construyendo, sin darme cuenta, una plataforma social a favor de las personas que viven con VIH y que fueron a hacerse la prueba de VIH por haber visto un video mío, y aunque les salió positiva, me dijeron que de verme a mí vivir tan bien, ellos no se desanimaban”, expone Jiménez.

Discriminación y exilio

Esa falta de información, acusa, se manifiesta en discriminación, de la clase que él mismo experimentó en Nicaragua y por la cual debió dejar el país en 2022. “No me gusta que digan que en Nicaragua no hay discriminación” expresa Jiménez.

Hay personas cuya desinformación se combina con su mal corazón y demuestran una terrible falta de valores y de respeto; para mí es muy importante señalarlo ya que en noviembre del año pasado yo y mi esposo, que entonces era mi pareja, tuvimos que huir de Nicaragua, por la persecución”, señala.

Nos agredieron, nos golpearon; a mí me quebraron un dedo, me reventaron las cejas. Tuvimos que huir de Nicaragua por personas que de amenazas llegaron a los hechos”, denuncia Jiménez a la vez que describe otros abusos cometidos: “nos secuestraron por dos horas a punta de cuchillo, llegaron a nuestra casa, destruyeron todo lo que teníamos“.

El rostro de Jiménez tras su agresión homófoba. Foto: Cortesía

Y está claro de que los perpetradores fueron simpatizantes del gobierno sandinista de Nicaragua quienes lo habían fichado por su participación en las protestas de 2018. Su identidad homosexual y su condición de persona que vive con el VIH fueron agravantes en estos ataques, explica Jiménez, debido a los insultos homófobos que lanzaron en su contra.

Las amenazas habían surgido entre agosto y septiembre de 2022, por lo que en octubre Jiménez escogió su seguridad y la de su pareja, su actual esposo, y ambos partieron al exilio en los Estados Unidos. “Fue muy difícil”, admite, “desprenderme de todo lo que había construido en Nicaragua; mis amistades, mi gente, todos sabían que yo vivía con VIH y muchos me abrazaban, compartíamos como cualquiera; eso se construye”.

De repente nos vimos en la situación de que ya no teníamos nada

Del Zumen a la Florida

Desde entonces, Jiménez cuenta haber experimentado episodios depresivos que han ameritado ayuda psiquiátrica, pero que ha podido superar junto a su ahora esposo, Oswaldo Zambrana, a quien describe como “una persona informada, consciente, que protege y defiende nuestra relación ante a su familia que me insultó y se ensañó conmigo“, y con quien ahora trabaja dirigiendo una empresa de facturación médica (medical billing).

Jiménez junto a su pareja y su mascota, un “perrito de apoyo emocional”. Foto: Cortesía

En retrospectiva, le parece irónico y siente orgullo de haber llegado tan lejos, no sin reconocer la ayuda que recibió en el camino. “De un niño que lustraba zapatos y vendía agua helada en El Zumen, y ahora soy el vicepresidente de una empresa en Estados Unidos”, destaca.

La gente pone al VIH como si fuera algo malo, lo utilizan para denigrar y violentar tu dignidad como persona, pero al VIH no le importa quién sos, no le importa si tenés millones en el banco o si dormís en el suelo; podés adquirirlo sin importar quién seás“, concluye Jiménez.

Jiménez junto a su esposo en Estados Unidos. Foto Cortesía

Ahora cuenta más de 217 mil seguidores en TikTok, donde aparece bajo el usuario jorejimenez7, la principal red social que utiliza para potenciar su mensaje, pero no piensa en los números ni en la fama, sino en lo que significa tener un espacio para hablar sobre estos temas y promover la aceptación y la inclusión.

“Para mí representa más que un número, representa una comunidad que protegen, respetan, valoran y estiman a las personas que vivimos con VIH, y son inclusivos con nosotros”, describe y además recomienda a las personas que viven con el virus “siempre tomar tus medicamentos porque así sos intransmisible; hay mujeres que pueden llegar a tener hijos, mi pareja no vive con VIH; el VIH no es un impedimento para encontrar el amor“.