“Soy muy tenaz y no me rindo de intentar algo hasta lograrlo”: la historia de la excarcelada política Mildred Rayo

La joven nicaragüense estuvo encarcelada arbitrariamente durante 100 días y posterior fue desterrada a EE.UU. donde intenta recuperar su vida. Trabaja como recepcionista en un hotel y compartió con República 18 cuáles son sus metas

  • 5:23 pm
  • Ago 18, 2023
República 18

Mildred Rayo, de 26 años de edad, nació en Managua en 1997, se describe como una muchacha bastante decidida y terca. “Soy muy tenaz y no me rindo de intentar algo hasta lograrlo, o al menos estar segura de que intente todas las cosas habidas y por haber”, afirmó a República 18.

Aunque consideró que no es la persona más estudiosa del mundo confesó que “siempre me gusta aprender”. Rayo es una de las 222 personas a las que la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo desterró a Estados Unidos el 9 de febrero pasado.

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Compartió que “cuando pienso que un camino en mi vida ha concluido, trato de encontrar que es lo siguiente que quiero lograr y alcanzar”. Es amante de los animales, en particular de los perros, conejos y gatos.

“Soy una mujer de principios, y me aferro mucho a las enseñanzas con las crecí. No soy la persona más hablantina del mundo, pero si puedo escuchar a quien tiene un problema y soy muy franca respecto a mis opiniones”, expresó.

En 2018: “Hicieron que diera mi vida”

En Nicaragua estudiaba el último año de la carrera de Arquitectura en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) y trabajaba a medio tiempo para un bufet de ayuda al consumidor, antes de eso hizo un par de pasantías de arquitectura en unas empresas de diseño y construcción.

En 2018, contó que, trató de culminar su carrera con muchas dificultades y se involucró en el activismo político a raíz del estallido social en abril de 2018. Ella es fundadora de Alianza Universitaria Nicaragüense (AUN) y participó en el primer Diálogo Nacional y contribuyó en la organización con la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia.

Afirmó que decidió involucrarse en el activismo político después de ver las innumerables injusticias que el régimen estaba cometiendo contra la ciudadanía y la corrupción sin precedentes que estaba imperando en el país.

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“Me involucré, no sólo en las protestas que tomaron lugar por Indio Maíz, además de mi conciencia ambiental y mi cariño por los animales, sino que también a involucrarme en la política nicaragüense, que por años critiqué como corrupta, haciendo mi mayor esfuerzo por tratar de organizar a un mar de oposición que estaba descontenta con la administración Ortega-Murillo estaban teniendo en el país, de la cual todos los ciudadanos estábamos sufriendo”, afirmó.

Rayo aseveró que su ética y principios, por el respeto a los derechos humanos, por el valor real de una justicia verdadera y también las ganas de ver rostros nuevos que gobernaran al país, una verdadera democracia, “hicieron que diera mi vida o al menos, hicieron que los momentos más importantes de mi vida los entregara a una causa que aún creo tiene valor y razón de ser”.

Su detención: “una historia bastante larga y traumante”

La joven fue secuestrada en la frontera de Nicaragua con Costa Rica el 1 de noviembre de 2022, en Cárdenas por el Ejército de Nicaragua. “Una historia bastante larga y traumante”, calificó Rayo lo vivido.

Fue interrogada e inspeccionada “hasta el punto de humillación” por los oficiales del Ejército, posterior fue trasladada al Distrito III de la Policía Nacional en Managua donde nuevamente fue interrogada por tres días seguidos.

“Estuve detenida en el Distrito III sin posibilidades de ver a mi familia o hablar con ellos por 100 días exactos; durante los cuales fui presentada a juicio, un juicio fuera de la ley en donde mis derechos humanos fueron violentados desde el primer momento, sin permitirme una defensa justa, me sentenciaron a 8 años de cárcel en enero del 2023”, mencionó.

Durante todo ese tiempo, indicó que lo más doloroso fue saber que su detención estaba poniendo a sus padres, ambos retirados, en “una situación peligrosa en la que estaban sufriendo mucho”.

Además de eso, contó que le afectó mucho el maltrato psicológico que sufría en la cárcel, la falta de sol, de aire, de luz natural. “La infraestructura que no presentaba un mínimo de comodidades para que personas puedan convivir. El haber escuchado como maltrataban continuamente a presos comunes a los que tampoco se les respetaban sus derechos ni las posibilidades de defensa justa”, describió.

Desterrada a Estados Unidos

El 9 de febrero, el día en que Rayo fue desterrada a Estados Unidos lo recuerda como un día movido, ella sintió una lluvia de emociones desde el primer momento en que no sabía que estaba pasando.

“Viví una incertidumbre de pensar en si solo nos trasladaban a otro centro de detención, y al final cuando llegamos a la base militar de la Fuerza Aérea, el no saber dónde nos iban a mandar. Luego cuando ese avión despegaba, el sentir y ver a tu país, tu hogar, cada vez más y más pequeño, alejándose más y más mientras avanzábamos, y saber que la posibilidad de volver sería hasta que Nicaragua sea libre”, expresó.

El haber dejado obligadamente a sus seres queridos, a las personas que ama, a todos los recuerdos y las vivencias experimentadas, y el sentirse insegura de cuándo podrá volver a verlos “es un dolor que se repite una y otra vez en mi cabeza”.

Rayo a seis meses de su destierro intenta retomar su vida en un país que es ajeno al suyo, trabaja como recepcionista en un hotel, que le permite pagar un techo donde vivir y llevar la comida a su mesa para sobrevivir.

“Mi sueño por el momento, es lograr convalidar mis notas, lograr sacar algún grado que me ayude a mejorar mi vida en Estados Unidos y que me permita en un futuro cercano poder volver a ver a mis padres, mis perras y mi hermana que están en Nicaragua”, compartió Rayo.

Lo más difícil que le ha tocado vivir en el exilio hasta ahora, es haberse separado forzosamente de la gente que ama, que es su familia y mascotas. “Hay días que incluso he llegado a pensar, de manera muy egoísta, que estando allá, al menos los podría ver de vez en cuando. Claro que no hubiese sido nunca, lo mejor, ni para ellos, ni para mí. Por el momento me queda seguir tratando de hacer lo mejor de mi para poder verlos pronto.  Definitivamente la esperanza es lo último que se pierde”, concluyó la joven.