“La razón por la que me metí en las protestas murió 4 días después de mi excarcelación”: la dramática historia de John Cerna
Cerna tenía 22 años cuando se involucró en las protestas antigubernamentales en Nicaragua, estudiaba el quinto año de Ingeniería Civil en la UNI de donde fue expulsado. Sufrió dos encarcelamiento, el último es más largo de 1075 de los cuales la mayoría pasó confinado en el Infiernillo
Pensar en que su abuelita iba a ser una de las personas más perjudicadas por las reformas al Sistema de Seguridad Social que pretendía imponer el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua en 2018, movió a John Cerna, un joven de 22 años, estudiante del último año de la carrera Ingeniería Civil en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) en Managua, a participar en las protestas antigubernamentales que en ese momento fueron brutalmente reprimidas por las fuerzas policiales y paramilitares.
“Muchas cosas me llevaron a involucrarme en las protestas, la principal la reforma del INSS en el caso directo de mi abuelita, era una persona diabética e hipertensa y con dificultad le pagaban 3,000 córdobas que no justaba ni siquiera para su insulina”, dijo Cerna a República 18.
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Cerna, conocido como el “Tigrillo” estuvo preso durante 1075 días en el Sistema Penitenciario Jorge Navarro mejor conocido como La Modelo, de esos dos años y cinco meses pasó en El Infiernillo una celda de máxima seguridad del Sistema Penitenciario Jorge Navarro mejor conocido como La Modelo, donde sufrió los peores vejámenes en contra de su integridad y el primer mes de su detención estuvo en la Dirección de Auxilio Judicial conocido como el nuevo Chipote.
El joven fue excarcelado y desterrado a Estados Unidos el pasado 9 de febrero junto a 221 presos y presas políticas a las que la dictadura despojó de su nacionalidad y declaró “apátridas”. El 23 de julio cumplió 28 años, fue su primer cumpleaños, después de dos años, en libertad aunque en un país ajeno al suyo, lejos de su familia y en medio del luto que aún lleva por la pérdida de cuatro familiares.
“La razón por la que me metí en las protestas murió 4 días después de mi excarcelación, de que yo vine a este país y ni siquiera pude estar en su entierro, mi mami, mi abuelita, mi abuelito falleció en agosto pasado, mi primo falleció de Covid-19 en diciembre de 2020 y mi papá 40 días antes de mi detención, te imaginás cómo he tolerado todas y cada una de las vicisitudes aún estando en este país”, compartió Cerna.
“Me guindaron de pie y de mano amarrado con grilletes a un portón”
Otra de las razones, por la que Cerna se involucró en la rebelión cívica de ese año fue el asesinato de jovenes y adolescentes como Álvarito Conrado.
El 28 de mayo de 2018, universitarios entre ellos Cerna se tomaron el recinto de la UNI.
Cerna sufrió dos encarcelamiento, el primero el 28 de mayo de 2018 cuando se dirigía a una protesta en Granada, fue interceptado en Carazo, después lo trasladaron al Chipote y “terminé en emergencia de un hospital”, la segunda detención ocurrió el 28 de febrero de 2020, en Managua, cuando un operativo de antimotines lo capturaron lo llevaron al Chipote y después lo trasladaron a La Modelo. Él intentaba finalizar sus estudios en la Universidad Centroamericana (UCA) después de haber sido expulsado de la UNI.
“Me decían en el Chipote que yo vendía droga a los Call Center, a las universidades y sociedad civil. Me dictan sentencia el 14 de mayo”, recordó.
Cerna fue condenado a 12 años de cárcel por el delito de “tráfico ilegal de estupefacientes”, además de 600 días de multa.
Cerna indicó que una semana después de su detención reportan el primer caso de Covid-19 en Nicaragua, y “estoy en medio de una segunda ronda de negociación fallida con más de 60 presos políticos que el gobierno no reconoce, es de ahí donde nace la necesidad de la carta. La guardia del penal ni me llamaba por mi nombre sino por mis apellidos, porque tenía nombre en inglés, a veces hacían comentarios despectivos de que ‘iba a llegar Joe Biden a visitar a algunos presos’, y recuerdo la frase del “todo bien” del alcaide de la presión aún después que nos sacaba a golpearnos solo por que alguien publicaba una foto con mi nombre en el marco de la demanda de liberación”.
Recuerda que durante su encarcelamiento arbitrario en La Modelo, el 28 de junio, se logró publicar una carta en periódico digital El Faro escrita por él y que tituló “Desde una prisión de Ortega” en ella denunció lo que sufría y lo que estaba pasando en esa cárcel en cuanto a la pandemia del Covid-19.
“Esa es la razón principal por la que el 16 de septiembre de ese año me trasladan al Infiernillo, a una celda de máxima de seguridad, y ahí permanecí por más dos años, estuve preso 1075 días, básicamente 3 años. Permanecí todo ese tiempo en aislamiento, tuvo episodios convulsivos, patológicamente no soy epiléptico, pero me daban por estrés, se me pudrió la piel en la cárcel, me guindaron de pie y de mano amarrado con grilletes a un portón para darme la bienvenida al Infiernillo”, denunció.
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El joven sostiene a la fecha que a él no le daban medicamento y que los guardias del Sistema Penitenciario se dignaban a hacerlo solo cuando llegaba el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), todo cambiaba. “Desaparecían grilletes, chachas y ellos accedían a entregarnos el medicamento para quedar bien con esta gente, mi forma de protesta fue cortarme el pelo solo dos veces en dos años y medios”,
En noviembre de 2020, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) le otorgó medidas cautelares y de ahí su caso, como lo de decenas de presos políticos, ascendió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH). Cerna también vivió el calvario de no tener el contacto directo con su familia, sus visitas no eran regulares.
“Los únicos días que lográbamos recibir visita era cuando se le daba la gana a la guardia, cada 40 días detrás de un vidrio y 40 minutos nada más. Desnudaban a nuestros familiares, recuerdo igual que en La Modelo le quisieron poner droga a mi novia, en ese momento, le quisieron poner droga, era un pleito, que había estar cuidando de tantos detalles y me tuve que abstener de ver a mis familiares”, contó.
Enseguida consideró que la saña del régimen en su contra obedecía “al historial que tenía en las protestas desde 2018 y los vínculos propios a nivel de familia, que también me pasaron factura, el primer jefe de Auxilio Judicial, Pérez Olivas llegó a ensañarse en mi, en el caso de la gente como estaba muy cerca del perímetro de la UNI, su afán era eliminar todos los espacios de protesta”.
“Te acordás que te dije que iba a ir libre, que te iban a llamar, bueno ese alguien soy yo”
En cuanto a su excarcelamiento el pasado 9 de febrero, Cerna dice que él se lo esperaba desde que comenzó a notar cambios en la rutina y en el comportamiento de los del penal.
“Cuando estás en un espacio así y las rutinas cambian es bien fácil identificar ciertos comportamientos. El 7 de febrero todavía pudo visitarme mi mamá y yo le dije ‘alguien te va a llamar porque voy a ir libre’ y luego 48 horas después era yo el que la estaba llamando”, afirmó.
Sobre el comportamiento de la guardia carcelaria enumeró, por ejemplo, que 10 días antes de la liberación empezaron a ofrecerles actividades diarias de sol, 15 minutos a todos los presos políticos y “a raíz de la muerte (en el Chipote) de Hugo Torres nos comenzaron a ofrecer después de un año los chequeos médicos y un día antes que nos sacaran, nos vacunaron contra el Covid-19, para mí no fue sorpresivo porque ya me lo esperaba”.
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Rememoró que a eso de las 10 de la noche, el 8 de febrero, lo sacaron de la celda de Máxima Seguridad y lo trasladan en un galerón grande con más de 1,000 guardas y hasta comida les ofrecieron.
“Me percaté que nos comenzaron a juntar con otros presos políticos, iba al fondo del bus, en la última ventana que llevaba una cortina, logre ver que a eso de las 3:00 am estábamos en el portón 4 de la Fuerza Aérea, ahí estaba la Policía también y se subió un guardia del penal con una lista en mano y un documento que tenía que firmar, y después en un lapso de dos horas estabas frente al avión que nos trajo y nos preguntaba si queríamos viajar a EE.UU. y a las 6:00 a.m abordamos el avión”, precisó.
Compartió que como el primer día de su destierro en EE.UU. no tuvo acceso a un teléfono le tocó prestar un celular para poder llamar a su mamá: “Le dije ‘te acordás que te dije que iba a ir libre, que te iban a llamar, bueno ese alguien soy yo, te estoy llamando y estoy aquí'”.
La única persona que la llegó a recibir al hotel fue una hermana a la que no había visto desde que cayó preso. Su excarcelación en cierto modo le trajo cierto consuelo “ya mi mamá no estaba sufriendo, no me estaba viendo detrás de un vidrio, sabiendo que ya no me podía abrazar, de que tanto esfuerzo que hice por ganarme una beca en la UCA cuando a nadie le estaban dado y al final no la pude gozar porque me echaron preso”.
“Espero la reunificación familiar”
En los seis meses que lleva en libertad en EE.UU. dice que ha tratado como “cuidarse”, hace dos meses fue sometido a una cirugía en el hombro. “Tenía un desgaste de al menos un 37 por ciento, implicaba para su reparación ponerme un injerto y una rehabilitación de al menos tres meses”, compartió.
Hacer terapia ocupacional lo ayudó a estar en el confinamiento y ahora en el destierro.
“Puesto acá he dedicado mi tiempo al cuido propio, y antes de mi operación estuve trabajando en una compañía de muelle (…) el idioma no se me dificulta mucho porque mi mamá me mandó a estudiar cuando tenía 9 años. En definitiva aquí nosotros no tenemos un estatus permanente sino temporal, hay mucho de los 222 que ni siquiera tiene la facilidad de poder comunicarse y en este país tan inmenso es un poco más difícil”, apuntó.
El joven espera como los demás “espero la reunificación familiar” con su mamá y hermana que aún están en Nicaragua, a pesar que hace seis meses aplicó aún no ha tenido repuesta.
Cerna recién recibió por carta de naturaleza la nacionalidad española junto a seis nicas apátridas más.
“Me decía un amigo ‘un regalo de cumpleaños del rey de España’, es un todo colectivo, mi permanencia en este país ya sea temporal o no, agradezco el beneficio pero siento que debo de trabajar en muchas cosas, en el caso de España el beneficio es a nivel familiar, para poder beneficiarlos me tengo que ir a vivir allá y después pedirlo”, agregó.
Confiesa que él quisiera estar en “el pedacito de tierra que me vio nacer, ir por unas güirilas y demás”.
Sí le tocará describirse en una frase, Cerna dice que es “ser la persona más testaruda, soy persistente, resistente y resiliente”.