“El reencuentro con mi hija fue volver a vivir”: la historia de la excarcelada política Tamara Dávila
La excarcelada política desterrada en Estados Unidos dice que está en proceso de sanar las secuelas que le dejó el cruel encarcelamiento. Lo está haciendo de la mano de su hija y de ayuda psicológica

La excarcelada política y desterrada a Estados Unidos, Tamara Dávila Rivas cumplió el pasado 9 de junio, cuatro meses de estar en libertad, después de haber permanecido 607 días encarcelada arbitrariamente en las celdas de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ) Evaristo Vásquez Sánchez mejor conocido como el nuevo Chipote en condiciones de inhumanas y aislamiento total como parte de la saña del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra ella y tres mujeres más.
“Las condiciones de la cárcel donde yo estaba un espacio reducido, no tenía comunicación con nadie, estuve en aislamiento carcelario todo el tiempo, siempre estuve sola en mi celda, en esa situación estuvimos cuatro mujeres entre ellas Dora María Téllez, Ana Margarita Vijil, Suyén Barahona y yo. En general creo que ha habido una saña contra las mujeres que tienen liderazgo y retan al régimen Ortega-Murillo, así ha pasado con los distintos liderazgo de mujeres en el país, a las mujeres que lo hemos hecho nos han tratado con mano dura”, contó Dávila a República 18.
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Dávila, es activista y feminista, tiene 42 años y fue detenida de forma violenta el 12 de junio de 2021, en horas de la noche, en presencia de su hija de cinco años, cuando oficiales de la Policía al servicio del régimen irrumpieron y allanaron su vivienda. El 9 de febrero junto a 221 expresos políticos fue desterrada de Nicaragua a Estados Unidos, también les despojaron de su nacionalidad y recientemente el régimen orteguista ordenó la confiscación de sus bienes.

Antes de ser encarcelada su rostro era reconocido. Participaba en actividades de la sociedad civil y la oposición en Nicaragua como miembro de Unamos y miembro del Consejo Político de la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB).
Reencuentro con su hija
Después de 20 meses de haber estado separada, el pasado 6 de abril Dávila se logró reencontrar por primera vez con su hija. Ese momento le marcó positivamente la vida.
“El reencuentro con mi hija fue volver a vivir, fue realmente salir de la cárcel, fue el momento de mi liberación, sentí mucha emoción y alegría”, compartió.
Enseguida mencionó que también sintió “el enorme impacto que ha tenido en su vida el que yo esté sin ella, y es el impacto que tiene cualquier niño que es separado violentamente de su mamá y papá, y por eso yo estoy comprometida con mi salud mental y la de mi hija“.
A dos meses de haberse reencontrado con su hija, Dávila dice que se encuentra trabajando con ella para “sanar las heridas ocasionadas por el régimen, para que no haga que veamos el mundo en blanco y negro, que podamos ver los colores de lo que cada día el mundo la vida y la libertad nos ofrece”.
Dice que en estos momentos se encuentra buscando de qué vivir y sobrevivir, además de estar adecuando al nuevo país y realidad que vive. “Estoy buscando escuela para mi hija, buscando un trabajo que me permita estabilidad al menos durante el período que tenga que estar en este país que me ha abierto sus puertas al que tengo que retribuirle con mi experiencia y mi trabajo mientras pueda regresar a mi país y a mi casa“, expresó.
Dávila ha dedicado vida a la defensa de los derechos de las mujeres, tanto sexuales y reproductivos. En los últimos años, dada la crisis política tras el descontento social de abril 2018, decidió integrarse en el activismo político. Nació el 15 de enero de 1981 en Managua. Su mamá fue Sadie Rivas Reed y su papá Irving Dávila Escobar, oriundo de Matagalpa y Chinandega. Perdió a su madre cuando tenía 17 años. Ambos estuvieron involucrados en la revolución de 1979 cuando la dinastía de Somoza fue derrocada.
Las condiciones en la cárcel
Desde que fue secuestrada de su vivienda en Managua, Dávila permaneció en aislamiento total en una celda de cuatro paredes con una puerta de pernos. Como consecuencia de la mala alimentación perdió peso al igual que los otros presos.
El 24 de febrero de 2022, el juez Quinto de Distrito Penal de Juicios, Félix Ernesto Salmerón Moreno, la declaró culpable del supuesto delito de conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional.
Por el delito la Fiscalía pidió una condena de 8 años de prisión y la inhabilitación para ejercer cargos públicos. El 3 de marzo fue condenada a 8 años de prisión.
El 20 de agosto de 2022, el régimen autorizó la primera visita de la hija de Dávila.
La excarcelada dice que el encarcelamiento por motivos políticos desde 2018 a la fecha “ha sido uno de los mecanismos que ha usado el régimen para amedrentar a las opositores y a los distintos liderazgos para que a su vez disuadan a sus bases, eso sucedió en 2021 cuando fui secuestrada”.
Sostiene que como cualquier experiencia, su estadía arbitraria en la cárcel marcó un antes y un después en su vida.
“Cualquier experiencia de ese tipo marca tu vida en un antes y un después, creo que así a sido la vida de los nicaragüenses desde 2018, en mi caso el simple hecho de haber sido secuestrada por pensar distinto ha marcado mi vida con un antes y un después pero ya lo había marcado el 2018, los asesinatos y encarcelamiento de centenares de personas. Por tanto, la experiencia en ese sentido ha marcado la vida de todo el país“, mencionó.
No duda en denunciar que lo que sufrió en la cárcel obedece al odio y misoginia que tiene el regimen contra las mujeres.
“Creo que hubo una saña particular en efecto por parte del régimen Ortega-Murillo contra las cuatro no solo por el hecho de ser mujeres que lo retábamos, que le decíamos lo que pensábamos y lo denunciábamos constantemente sino porque además somos parte del partido Unión Democrática Renovadora (Unamos, antes MRS), que desde muy temprano se distanció de Ortega y eso creo que está vinculado a esa saña”.

Afirma que el encarcelamiento también le dejó secuelas y que lo ha superado de la mano de su hija y de ayuda psicológica. “Este proceso de encarcelamiento y todo lo que ahí sufrimos deja secuelas en todo, aún en las personas que no han sido víctimas directas de la represión, el país entero está sufriendo y esa es la gran tristeza y verdad que enmascaran Ortega-Murillo. Las personas que lo podemos superar de mejor manera somos las personas que buscamos ayudas psicológicas y eso es lo que a mí me ha estado ayudando, y contar con ayuda psicológica y poder trabajar mis traumas y ayudarle a mi hija en este proceso“, compartió.
Finalmente, expresó que este proceso a pesar de que lo “he vivido con mucho sufrimiento pero que estoy aprendiendo a vivir de una manera distinta en libertad lejos de mi casa, de mi familia, de mi país, gracias a que he decidido trabajarme psicológicamente y sanar mis heridas de alguna manera, por lo tanto lo llevo con calma un día a la vez y con la certeza de que esta es una situación temporal, porque Daniel Ortega y Rosario Murillo y porque los nicaragüenses vamos a volver a construir el país democrático y plural que yo al menos sueño para mi hija”.