Wendy Flores: De pasante a coordinadora del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más
Flores estuvo durante 16 años en el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) a la que considera “su escuela”.
Wendy Flores Acevedo, tenía 20 años cuando llegó al Centro Nicaragüenses de Derechos Humanos (Cenidh) —organización a la que el régimen despojó de su personería jurídica en diciembre de 2018— sin imaginar que se convertiría en una férrea defensora de derechos humanos. Era una universitaria que llegó a realizar pasantías en el Cenidh, donde finalmente colaboró y laboró durante 16 años. Reconoce que “no es tan fácil estar en silencio como defensora”.
“Aún no había terminado mi carrera de Derecho, pero realizaba las prácticas en la organización y así fue como me incorpore en la defensoría de derechos humanos. El Cenidh fue y ha sido una gran escuela para mí porque me permitió conocer diferentes ramas del derecho incluyendo aquellas que no había estudiado en la universidad pero que tenía que manejar para darle respuesta a la gente”, contó Flores a República 18.
Le puede interesar: La historia de Elvira Cuadra, la socióloga que dirige un centro de investigación regional desde el exilio
Menciona que en el Cenidh tuvo diferentes experiencias como acompañar a víctimas de violación a los derechos humanos particularmente a mujeres que sufrían violencia.
“En diferentes ocasiones tuve que acompañarlas a interponer denuncias a las estaciones policiales a solicitar medidas cautelares para ellas, acompañarlas a medicina lega, o presentar escritos o recursos al Ministerio Público, sostener reuniones con fiscales para profundizar el avance de los casos que se estaban investigando uno de ellos el caso de Dina Carrión que está en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), que implicó múltiples acciones de trabajo, no solo ha sido el tema de acompañar a las mujeres víctimas de violencia sino denunciar cuando normativas jurídicas se aprobaban en la Asamblea Nacional y eran en perjuicio de los derechos de las mujeres”, compartió.
Añade que la experiencia de vida y acompañamiento a las mujeres la hizo “estar muy sensibilizada e inclinada hacia la lucha por los derechos de la igualdad y a la no discriminación”. Indica particularmente utilizaron el sistema internacional de derechos humanos tal como el caso de Dina Carrión, víctima de femicidio.
Entre los otras ramas que cubrió está la defensa de las comunidades indígenas y de los campesinos quienes han luchado por el saneamiento de sus tierras.
Su defensa en Nicaragua
Flores se graduó como abogada en la Universidad Centroamericana de Nicaragua (UCA), donde realizó un posgrado en Derecho Constitucional y Derechos Humanos del Instituto de Estudios e Investigaciones Jurídicas (INEJ).
“La represión de abril 2018 cruzó a todo el país de una u otra manera, incluyendo a defensores de derechos humanos, en ese momento me encontraba en mi octavo mes de embarazo cuando nos toca recibir a madres que habían perdido a sus hijos por impactos de bala, que habían sido encarcelados, personas heridas, mi rol era estar recepcionando las denuncias de forma escrita porque no podía acudir al campo porque no había condiciones para nadie, pero llamábamos al cese a la represión, acompañábamos a madres y las familias”, indicó Flores.
Tras haber dado a luz, Flores no dejó de continuar con su labor de defensora en el país, sin embargo tras la cancelación de la personería jurídica del Cenidh en diciembre de 2018.
“Esto implicó tomar medidas para los defensores y defensoras, pero todo empeoró cuando la Policía involucró al Cenidh en una supuesta investigación de crímenes de lesa humanidad asociado a la quema de la casa del barrio Carlos Max y el allanamiento del Cenidh nos hizo suponer que ya estaban identificando a los defensores y teníamos que salir del país”, precisó.
Lea aquí: Entre el maquillaje, la oficina y el activismo político: La historia de superación de Starina Jerez
De hecho comentó que su casa estuvo por meses vigilada por agentes de la Policía o personas de civil. Por lo que antes de exiliarse tuvo que vivir en casas de seguridad. Salió del país de manera irregular a través de puntos no fronterizos ante el inminente temor de ser detectada y encarcelada.
“Cambiar de casa implicaba estar encerrada sin hacer nada entonces decidí estar con mi hermana en Costa Rica, era mi recurso familiar al que podía recurrir, donde podía tener resguardo mientras se tranquilizaba las situaciones represivas en Nicaragua, lo hice de forma irregular porque temía que Migración no me dejará salir, de hecho ya había vivido entrevistas muy largas cuando salía o entraba al país, salí con una mochila, una mudada (un cambio de ropa) y fue así que logré llegar a Costa Rica y empecé mi exilio”, compartió.
Exilio y fundación de organización de DD.HH.
Su labor de defensa como integrante del Cenidh la llevó a exiliarse en la vecina nación del sur, Costa Rica. En ese momento su hijo menor tenía 7 meses y su hija 7 años. En Costa Rica ya es refugiada.
Estando en San José, Costa Rica, en medio del dolor, desolación, de lo que representaba el exilio forzoso se encontró con un grupo de colegas quienes estudiaron todas las posibilidades en enero de 2019 de continuar defendiendo los derechos humanos aún fuera de Nicaragua. Así nació el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más que fue anunciado en febrero de ese año aunque recibieron su cédula jurídica en septiembre de ese año cuando Gobernación de Costa Rica publicó dicha resolución administrativa.
Cuenta que del exilio lo que más le ha marcado es la forma en que los nicaragüenses resisten: “la resistencia porque nosotros seguimos haciendo la labor desde afuera, porque dentro del país es más difícil que los defensores y defensoras puedan alzar sus voces sin que represente algún peligro para su vida, este colectivo ha sido una forma de canalizar nuestro propio dolor, el sentimiento de búsqueda de justicia, nuestro rechazo al autoritarismo, a la dictadura y nuestro acompañamiento a las familias de las víctimas, no queremos dejar esta labor porque significa mucho para el futuro, queremos una Nicaragua libre, justa, en democracia, con justicia y respeto de los derechos. Es el lugar que hemos encontrado para hacer estas demandas como defensores de derechos humanos”.
Indica que la esperanza de regresar a Nicaragua es “una esperanza que nunca va a morir” y que por eso “quiere regresar a un país libre y con democracia”.
Agrega que aunque este camino se ha hecho largo “no hay que perder nunca la esperanza, no importa si están dentro o fuera de Nicaragua”.
Flores actualmente tiene 41 años y desde el exilio, ha continuado en su labor de defensa de los derechos humanos de los nicaragüenses y las comunidades indígenas. A su vez, ha participado en representación del Colectivo en diferentes foros internacionales entre ellos el de la Organización de Naciones Unidas (ONU).