Una vida de servicio al sandinismo: el nefasto legado de la magistrada Juana Méndez
Méndez ha sido por más de veinticinco años una leal servidora del Frente Sandinista, faltando a la verdad y a la justicia que juró defender.

Juana Méndez, entonces jueza de distrito criminal de Managua, escoltada luego de recibir amenazas durante los procesos de investigación por corrupción en contra del expresidente Arnoldo Alemán, circa 2002.
Juana Méndez Pérez tenía 45 años cuando en 2002 dictó una sentencia de 20 años contra el expresidente (1997-2002) nicaragüense, Arnoldo Alemán, y varios de sus allegados, por los delitos de “fraude, malversación, asociación para delinquir, peculado y lavado de dinero“. Entonces se desempeñaba como Juez Primero de Distrito del Crimen de Managua.
El 30 de septiembre de ese año, Méndez recibió una llamada en su despacho, en la que “una persona le dijo que ‘si no dejaba en libertad en los próximos 10 días al reo Byron Jerez Solís, matarían primero a sus hijos y después a ella'”, según recoge una nota del Observatorio Mundial Contra la Tortura (OMCT).
Alemán, entonces líder de una facción pujante en el gobernante Partido Liberal Constitucionalista (PLC), fue despojado de su inmunidad parlamentaria y cumplió prisión brevemente a partir de 2003, bajo un régimen de amplios privilegios. Luego, su sentencia pasó a arresto domiciliar, un beneficio luego expandido a los confines de la ciudad de Managua y, finalmente, a toda Nicaragua.
Los jueces nicaragüenses, Juana Méndez y Gertrudis Arias Gutiérrez (C) dirigieron la investigación sobre los cargos de corrupción contra el presidente nicaragüense Arnoldo Aleman. Cuando Aleman recibió una sentencia de prisión, se negó a renunciar a su inmunidad parlamentaria, que finalmente fue eliminada por la Asamblea Nacional y fue puesto bajo arresto domiciliario. (Foto de Pierre Perrin/Sygma vía Getty Images)
La única forma en que Alemán pudo burlar a la justicia, en medio de una campaña anti-corrupción enfocada hacia él y su círculo cercano por su antiguo vicepresidente y entones mandatario (2002-2007), Enrique Bolaños Geyer, fue gracias a su pacto con la entonces segunda fuerza política del país, el Frente Sandinista.
Otro expresidente (1985-1990), el caudillo sandinista y entonces diputado opositor, Daniel Ortega, años atrás se había repartido con Alemán cuotas de poder en todas las instituciones del Estado. El Poder Judicial fue cooptado y aunque Méndez pudiera parecer, entonces, una funcionaria de la ley nadando a contracorriente, una mirada más cercana revela su verdadero papel en este esquema.
El caso Zoilamérica
Un año antes de la debacle de la corrupción alemanista, Méndez recibió en su tribunal al mismo Ortega. El caso se gestó en 1998, cuando Zoilamérica Narváez, hijastra del acusado por su actual esposa, Rosario Murillo, lo denunció por abuso sexual desde que tenía 11 años y por violación cuando tenía 15, siendo Ortega 22 años mayor.
El 12 de diciembre de 2001, Ortega renunció a su inmunidad parlamentaria para comparecer ante Méndez. Cuatro días después, el 16 de diciembre, en un un tiempo récord y sin haber convocado a las partes adversas o solicitado una nueva investigación, Méndez ordenó prescribir todas las alegaciones y sobreseyó a Ortega.
Narváez apeló en vano la decisión, introduciendo un recurso de casación ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ). Un año y cuatro meses más tarde, el 25 de abril del 2003, el tribunal supremo nicaragüense, dividido entre el PLC y el FSLN, rechazó el recurso y exculpó a Ortega de todas las alegaciones penales.
Esto permitió a Ortega continuar libre y activo en la política nicaragüense. En cuanto a Zoilamérica, el abuso y acoso que sufrió desde entonces la llevó al exilio, desde donde recuerda como “un infierno” su vida en Nicaragua. Como veremos adelante, esta no sería la última vez que Méndez se posiciase a favor de un agresor sexual.
Un favor para Alemán
MANAGUA, NICARAGUA: La jueza nicaragüense Juana Méndez abandona el tribunal fuertemente escoltada por miembros de la policía el 7 de diciembre de 2003 en Managua, después de pronunciar una sentencia de 20 años de prisión al expresidente Arnoldo Aleman por lavado de dinero, fraude, malversación de fondos públicos, delitos electorales y asociación criminal ilícita. La propia Méndez liberó a Aleman, de 57 años, de una prisión de máxima seguridad y lo puso bajo arresto domiciliario en su elegante rancho El Chile al sur de la capital por motivos de salud. Méndez dijo el domingo que por el momento Aleman, que es gravemente obeso, permanecerá bajo arresto domiciliario. AFP PHOTO/Miguel ALVAREZ (El crédito de la foto debe ser MIGUEL ALVAREZ/AFP a través de Getty Images)
Méndez recibió la magistratura en la CSJ cuando Ortega regresó al poder en 2007, tras resultar victorioso en las amañadas elecciones de 2006. Era la segunda vez que Ortega asumía la presidencia, tras haber servido el periodo 1985-1990 durante la primera dictadura sandinista. Durante su tenencia, Méndez aprobó el sobreseimiento de los cargos contra Alemán en 2009, anulando su propia sentencia.
El sobreseimiento, consumado el 16 de enero de 2009, fue reconocido como un “favor” de Ortega a Alemán para facilitar la gobernanza adhiriéndose el PLC a los proyectos sandinistas en la Asamblea.
Más tarde ese año, el 19 de octubre, la CSJ habilitó a Daniel Ortega para presentarse como candidato a las elecciones de 2011, a pesar de que esto lo impedía el artículo 147 de la Constitución Política de Nicaragua, mismo que la Corte declaró inaplicable. Méndez votó a favor de esta medida que permitió a Ortega continuar en el poder hasta nuestros días, 16 años después.
Méndez contra la mujer
La lealtad de Méndez hacia Ortega ha sido tal que incluso funcionarios a su servicio han sido exonerados, con su colaboración, de crímenes atroces. Destaca el caso de Farinton Reyes, funcionario sandinista de la Dirección General de Migración y Extranjería (DGME), quien abusó sexualmente de su compañera de labores, Fátima Hernández.
Méndez no sólo votó a favor de reducir y luego anular la pena del violador, con lo que fue puesto en libertad en 2011. Escribiendo en su columna El País de las Maravillas, la socióloga feminista Sofía Montenegro señaló en particular a Méndez, quien había calificado la decisión de la CSJ de “oportuna, proporcional y de justicia“.
La magistrada de la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua, Juana Méndez, durante una juramentación de testigos de licenciados en derecho. Junio, 2022. Foto: Poder Judicial
Pero el fallo llegaba “prácticamente a la conclusión de que la víctima además de responsable del hecho criminal, se lo merecía, mientras que su victimario en realidad fue objeto de dolo“, denunció Montenegro. El caso de Hernández causó revuelo en el país y llevó a la formulación de la Ley (779) integral contra la violencia hacia las mujeres.
La ley fue formulada desde el Movimiento Feminista nicaragüense, en particular el Movimiento de Mujeres María Elena Cuadra, pero con otros apoyos. Sin embargo, posteriores reformas aplacarían el alcance y la utilidad del aparato jurídico.
Tres reformas sustanciales recibió la ley. La primera, aprobada por la Asamblea Nacional en septiembre de 2013, trajo consigo el concepto de mediación. Al año siguiente, dos decretos presidencial, numerados 42- y 43-2014, limitaron además el delito de feminicidio al ámbito de pareja. Méndez se declaró defensora de estas reformas.
En el XIII Encuentro Regional de Mujeres de Partidos Políticos del Parlamento Centroamericano (PARLACEN), Méndez defendió el concepto de mediación, señalado por organizaciones feministas como uno de los principales facilitadores de la violencia machista en el país y obstáculo promovido desde el régimen sandinista en la defensa contra las mujeres.
Leal hasta la muerte
“Yo siempre he sido animal político, si se trata del sandinismo. Si el sandinismo no existiera, yo no fuera política. Pero mientras exista el sandinismo, yo voy a ser política, porque soy sandinista en las buenas y en las malas“, declaró Méndez al diario sandinista Barricada en una entrevista de 2019 (actualmente accesible sólo en versiones archivadas).
En esa misma entrevista, Méndez detalló sus inicios. Para entender a la magistrada, pues, hay que entender su historia con el sandinismo.
Juana Méndez junto al caudillo sandinista, Daniel Ortega, durante un acto partidario. Foto: Medios Oficialistas
Méndez, la segunda de doce hermanos, creció en el campo. Se crio en la comunidad de Susulí, Matagalpa, educada por religiosos y apoyada en particular por el obispo emérito de Matagalpa, el padre Pedro Lisímaco Vílchez. Cuando su padre murió ella era todavía una niña y tuvo que trabajar en un colegio de monjas para apoyar a su familia.
Como estudiante, se involucró en el movimiento de apoyo a la guerrilla sandinista en ese entonces. Demandaba la liberación de los presos sandinistas en las cárceles somocistas —algo que como magistrada jamás extendió a ninguno de los presos políticos del régimen actual— y pronto se involucró directamente.
Cayó tres semanas presa por la toma de un colegio. En prisión la guerrilla la contacta y, una vez fuera de prisión, el movimiento clandestino le ofrece sus redes de apoyo para escapar del acoso de las fuerzas de seguridad somocistas. Tras un breve periodo en Costa Rica, Méndez regresó a Nicaragua “con el propósito de integrarse a la lucha con los guerrilleros sandinistas“.
Una vida de fanatismo
Por admisión propia, el sandinismo fue lo “más trascendental de mi vida”. En el Frente Norte se radicalizó y, adhiriéndose a la tendencia tercerista de los hermanos Daniel y Humberto Ortega, y del comandante sandinista Víctor Tirado. Dicha tendencia consistía en combates urbanos, a fin de generar bajas civiles cuantiosas y dañar la imagen del aparato político-militar somocista.
Su esposo, el guerrillero Walter Ferreti, participó en el asalto al Palacio Nacional en 1978 y luego fue fundador de la temible Seguridad del Estado sandinista durante la primera dictadura del Frente (1979-1990), así como comandante de varias divisiones sandinistas hasta su fallecimiento en un accidente automovilístico en 1988.
En ese periodo, Méndez se entregó plenamente al servicio al sandinismo.
“Todos asumíamos la misión que fuera… Entre las doce y las dos de la madrugada… e igualmente trabajábamos sábados, domingo y una navidad… Nos enseñaron a que hiciéramos trabajos de guardas que cuidan los complejos, para que supiéramos lo que era desvelarse, estar comido de mosquitos… Podía haber un diciembre, que todo el mes iba a hacer guarda“, relató a Barricada.
De pie, Juana Méndez Pérez, todavía magistrada de la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua. Foto: CSJ
Cuando acabó la guerra y la primera dictadura sandinista fue derrotada en las urnas por Violeta Barrios de Chamorro y la Unión Nacional Opositora (UNO) en 1990, Méndez estaba estudiando Derecho en la Universidad Centroamericana (UCA), misma que el régimen sandinista acusó de terrorismo y usurpó en agosto de 2023, sin que la magistrada se pronunciase a favor de su alma máter.
Había sido beneficiada con una beca por el comandante sandinista Tomás Borge, parte de una estrategia del sandinismo para cooptar al Judicial nicaragüense, y en ese tiempo se involucró en protestas, las “asonadas” a menudo violentas que el sandinismo organizaba contra las administraciones liberales.
Con la mediación de la profesora María Haydée Flores, eventualmente se convirtió en jueza y desde esa tribuna contribuyó al retorno al poder del Frente Sandinista, que la entronizó como magistrada hasta la fecha. Según la magistrada, “el acceso a la justicia es una materia de derechos humanos. Los derechos humanos son unos grandes bloques“.
Pero en sus 18 años de servicio al tribunal supremo del país, Méndez ha fallado siempre a favor de los mayores violadores de los derechos humanos en la historia reciente de Nicaragua, ignorando abusos contra acuerdos internacionales y denuncias de instancias como la Organización de Estados Americanos (OEA) y las Naciones Unidas.
La historia de Juana Méndez, pues, es la de un cuadro servil. Una más de los arquitectos de las farsas y tretas judiciales que habilitaron el regreso de la dictadura en Nicaragua. El sandinismo le dio todo en la vida y ella, en pago, le entregó el país entero y su vida misma.