¿Puede haber cambio en Nicaragua sin la cooperación de Estados Unidos?

Casi un centenar de programas fueron cancelados. Otros 175 corren peligro de clausura perpetua. ¿Cuál es el camino para la oposición nicaragüense?

  • San José, Costa Rica
  • 8:52 am
  • Mar 10, 2025

Una manifestación de la diáspora nicaragüense en Florida, Estados Unidos, en la que participaron algunos excarcelados políticos desterrados por el régimen sandinista. 2023.

Cortesía
República 18

La decisión de la Casa Blanca, bajo la presidencia del republicano Donald Trump, de suspender el financiamiento al Instituto Republicano Internacional (IRI) para programas que apoyan a presos políticos de Cuba, Venezuela y Nicaragua, tendrá serias consecuencias humanitarias y políticas para los esfuerzos de resistencia contra las dictaduras de izquierda en esos países.

El 6 de marzo, el Departamento de Estado, encabezado por el republicano Marco Rubio, suspendió al menos 92 programas de apoyo a individuos que sufren prisión política por los regímenes de Daniel Ortega y Rosario Murillo en Nicaragua, Nicolás Maduro en Venezuela, y el Partido Comunista de Cuba, bajo la administración de Miguel Díaz-Canel.

El cese a esta ayuda es parte de la pausa general a la gestión de la Agencia para la Cooperación Internacional de los Estados Unidos (USAID, por sus siglas en inglés) por un plazo de 90 días que Trump promulgó el primer día de su mandato, el pasado 20 de enero. La administración republicana sostiene que estos programas no se alinean con los intereses de la nación norteamericana.

La activista Yaritza Mairena, representante de la Unión de Presas y Presos Políticos Nicaragüenses (UPPN), dijo a República 18 que esta decisión “es un golpe duro para quienes luchamos por la justicia y la libertad en la región“, debilitando “no solo el apoyo humanitario tan necesario para los presos políticos y sus familias, sino también la capacidad de los movimientos de derechos humanos para sostener su trabajo”.

Enrique Martínez, activista juvenil nicaragüense y vocero de la Plataforma de Unidad por la Democracia (PUDE), coincidió. “Estados Unidos ha sido históricamente un bastión de apoyo para quienes desafían la opresión en el continente. Sin embargo, decisiones como esta pueden interpretarse como un debilitamiento de ese compromiso”, declaró para República 18.

“Su cancelación no es solo un retroceso estratégico, sino también un golpe simbólico que debilita el liderazgo de Estados Unidos como defensor de los derechos humanos y la democracia en el hemisferio“, continuó Martínez. Además del apoyo a presos y excarcelados políticos y sus familiares, los proyectos también beneficiaban a grupos religiosos y de activistas reprimidos por los regímenes de Nicaragua, Cuba y Venezuela.

“Un llamado a la acción”

Por su parte, Mairena cree que, “más allá de lamentarnos, esto debe servirnos como un llamado a la acción. Debemos dejar de depender de los fondos extranjeros y reconocer que el cambio en Nicaragua depende de nuestras propias acciones, tanto individuales como colectivas“.

No podemos seguir esperando que otros vengan a rescatarnos. La historia nos ha demostrado que la verdadera transformación viene desde adentro, con la construcción de una fuerza social capaz de desafiar al régimen y generar presión suficiente para abrir espacios de libertad“, insistió.

Desde la aprobación de la Ley (1040) de regulación de agentes extranjeros por la dictadura sandinista en 2020, la cooperación internacional en el país, que sostenía una serie de iniciativas enfocadas en el cambio social y político en el país, fue criminalizada y atacada desde el oficialismo, limitando, junto con obstáculos legales, administrativos y arbitrariedades, el espacio de acción de la oposición.

A partir de entonces, buena parte del esfuerzo opositor se trasladó fuera del país, enfocando los esfuerzos al cabildeo en instancias internacionales. Estados Unidos se mostró receptivo durante la transición del primer periodo de Trump (2017-2021) al del demócrata Joseph Biden (2021-2024), bajo el cual la presión fue aplicada a través de sanciones económicas y a particulares.

Ahora, el sistema que había permitido el cabildeo de la oposición es víctima del fuego cruzado en la disputa de la segunda administración de Trump contra el establecimiento político y las instituciones estadounidenses. Esto supone, para la oposición nicaragüense, un reto de proporciones hercúleas.

Mientras Estados Unidos pone su mira en objetivos geopolíticos lejanos a Hispanoamérica, como acabar con la guerra en Ucrania y buscar una resolución la inestabilidad en Medio Oriente, Europa, la otra fuente de cooperación que ha recibido la oposición nicaragüense, parece encarar sus propios problemas geopolíticos con las amenazas de Trump de reducir su apoyo militar de cara a una Rusia expansionista.

En otras palabras, si Europa vuelve el rearme su prioridad, lo que habría sido dedicado para las oposiciones de estos países en dictadura bien podría acabar en forma de acero en un frente de guerra en Europa oriental.

Por todo esto, Mairena hace un llamado a “reinventarnos, fortalecer nuestras redes de apoyo, de buscar formas alternativas de financiamiento y de unirnos en una lucha sostenida y comprometida” puesto que  “la dictadura solo caerá si construimos una resistencia firme, que no dependa de vaivenes políticos externos, sino de nuestra determinación y capacidad de organización”.

“Hoy más que nunca, reafirmemos nuestro compromiso con la democracia y la justicia en Nicaragua. El camino es difícil, pero no imposible. Si algo nos ha enseñado esta lucha es que la solidaridad y la convicción pueden superar cualquier obstáculo”, concluyó.