Lucha feminista ha aportado a la justicia social en Nicaragua y el mundo, afirma socióloga
La socióloga María Teresa Blandón destacó que la lucha feminista ha redefinido la justicia social, visibilizando la desigualdad de género, especialmente en el trabajo de cuidados no remunerado y en la violencia de género. Apuntó que en Nicaragua, el Estado perpetúa esta injusticia al no cumplir leyes ni proteger los derechos de las mujeres.

La lucha feminista en Nicaragua ha sido una de las más influyentes y determinantes en la transformación de las estructuras sociales y políticas del país.
En el contexto del Día Mundial de la Justicia Social, la socióloga María Teresa Blandón subrayó que desde los feminismos en Nicaragua y el mundo se ha reconceptualizado lo que entendemos por justicia social. Apuntó que a lo largo del siglo XIX y gran parte del siglo XX, cuando se hablaba de justicia social, no se entendía claramente que la injusticia tenía una marca de género.
Según la socióloga aunque se reconocían brechas entre ricos y pobres, urbanos y rurales, mestizos, indígenas y afrodescendientes, no se visualizaba cómo esa injusticia afectaba de manera particular a las mujeres.
Blandón explicó que “todas, absolutamente todas las mujeres, excepto un reducido grupo, digamos de las clases más altas, todas tenemos que asumir un trabajo, que es el trabajo reproductivo de cuidados que el Estado no lo paga, que la sociedad no lo reconoce“.
Añadió que este trabajo provoca una “doble, triple jornada”, ya que las mujeres no solo aportan ingresos al hogar, sino que también se encargan del cuidado de la niñez, las personas enfermas y los mayores, lo que revela una “marca de discriminación que es injusta y que sigue persistiendo en el tiempo.”
La socióloga también destacó la importancia de las propuestas feministas a nivel global, que plantean la necesidad de cambios tanto en las políticas públicas como en las dinámicas del mercado para que las mujeres puedan acceder de manera más equitativa al trabajo. Además, hizo énfasis en que “en el espacio doméstico o espacio del hogar también es necesario un reparto más justo y más equitativo del trabajo de cuidado”.
Políticas redistributivas, imaginarios sociales y políticas públicas debe cambiar
Blandón también señaló la urgencia de que se pongan en práctica políticas redistributivas ya que los recursos públicos se están repartiendo mal y no están llegando de manera equitativa a los grupos que más aportan a una vida digna y la satisfacción de las necesidades básicas.
“Esta situación quedó claramente demostrada durante la pandemia cuando el trabajo de las mujeres tanto en el mercado como en el ámbito de los hogares es fundamental y sin el, ni el Estado ni el mercado funcionan“.
Además, Blandón resaltó la necesidad de cambios en los imaginarios sociales y las políticas públicas para que las mujeres tengan “condiciones propicias para tomar decisiones, información sobre su cuerpo, sobre su capacidad reproductiva y su vida entera”.
En este sentido, enfatizó que las mujeres deben tener acceso a “servicios públicos de calidad que les permitan elegir con el menor riesgo posible sobre los ámbitos de su vida reproductiva, por ejemplo y de salud a nivel general”.
Finalmente, Blandón insistió en que “la violencia constituye uno de los principales obstáculos para que el principio de justicia social pueda materializarse”. Aseguró que la violencia de género ha sido uno de los temas centrales del feminismo, tanto en el debate público como en las acciones de incidencia. Añadió que “es un tema crucial para poder alcanzar niveles deseados de justicia social“.
Así mismo, expuso que en Nicaragua la injusticia también se manifiesta dentro de los hogares, donde “hay injusticia cuando hay un mal reparto del trabajo o de las responsabilidades de las obligaciones” y cuando las mujeres siguen siendo excluidas de la toma de decisiones. Además, en los centros de trabajo, como en las zonas francas, las trabajadoras enfrentan trato desigual y salarios bajos.
Según Blandón, el Estado perpetúa la injusticia al aprobar leyes que “no se cumplen, que no tomar en cuenta las demandas de las mujeres y que buscan manipularlas a través de programas que no benefician realmente sus derechos.”
Remarcó. que el Estado es cómplice de la impunidad, ya que “no protege ni tutela los derechos de las mujeres”, lo que ha sido uno de los principales reclamos del movimiento feminista en Nicaragua.