Exilio forzado de miembros de las familias de Nicaragua causa dolor y angustia en menores
En los últimos 6 años, personas periodistas, defensores de derechos humanos y activistas han enfrentado estas y otras situaciones a razón de la persecución del régimen de Daniel Ortega en contra de las voces críticas.
Cuando su abuelo se vio obligado al exilio, Fabricio de ahora 8 años, pensó que este volvería pronto, pero ya han pasado casi 3 años y ahora mediante videollamadas le pregunta que cuándo lo podrá volver a ver o si ya no lo quiere.
Su abuelo, quien accede a contar su historia en anónimo, señala que tanto para su nieto como para el resto de su familia en general su situación de exilio les ha afectado significativamente porque cada uno ha tenido que iniciar una vida prácticamente de cero.
“Yo he tratado de hablar con él en todo momento, explicarle que no me vine por gusto pero él guarda cierto dolor por las formas en que se dieron las cosas. Lamentablemente no es algo que elegí, de hecho yo intenté bajo todas las formas permanecer en el país pero fue imposible por mi trabajo”, cuenta.
Refiere que hay decenas de familias que han vivido situaciones similares, lamenta que los más pequeños sean quienes sufren las mayores consecuencias. “También las personas mayores que no pueden salir de Nicaragua, ni tienen mayor acceso a tecnología”, señaló.
En los últimos 6 años, personas periodistas, defensores de derechos humanos y activistas han enfrentado estas y otras situaciones a razón de la persecución del régimen de Daniel Ortega en contra de las voces críticas.
Dolor, abandono, cambio de vida
La psicóloga Johana López, refiere que cuando hay eventos traumáticos (separaciones, crisis económicas, enfermedades) en una familia se presentan diversos sentimientos como dolor, angustia, abandono y hasta depresión.
En el caso del exilio de los miembros cercanos de la familia, a los que quedan “todo les cambia” y no necesariamente para bien, en muchos casos se viven situaciones muy complicadas principalmente en el ámbito económico.
“Si una persona sale de la familia y luego de su país de forma planeada este evento se siente y si sale de manera forzada la situación es peor porque ni siquiera da tiempo de prepararse y avisar, todo es brusco”.
Señaló que siempre es importante mantener una conversación franca con la familia con mayor énfasis si hay menores de edad. “No quiero decir que les contés toda la historia porque eso no funciona así y hay que cuidar la información por seguridad pero en la medida que ellos puedan comprender se debe dar detalles”.
Mencionó también que no se debe subestimar el apoyo y respaldo de otros espacios de interacción de los niños y niñas; estos pueden ser los colegios, reuniones para actividades deportivas etc.
“Y la atención sicológica siempre es oportuna, los padres, madres y tutores se pueden auxiliar de los profesionales para enfrentar estos momentos tan difíciles y ayudarle a los niños con terapia”, destacó.