Movimiento campesino en el exilio: “nuestro trabajo no termina hasta que en Nicaragua se respeten los DDHH”

El movimiento campesino enfrentó retos organizándose en Nicaragua bajo las narices de una dictadura.

  • San José, Costa Rica
  • 2:26 pm
  • Nov 22, 2024

Una manifestación del Movimiento Campesino en 2018. Al frente, la líder campesina Francisca Ramírez y la activista y filántropa nicaragüense, Bianca Jagger.

EFE
República 18

Un diálogo organizado por Expediente Público trató este viernes, 22 de noviembre, “el futuro de la lucha campesina por la democracia en Nicaragua”. En el diálogo participaron Francisca RamírezFreddy Navas Víctor Díaz, líderes del Movimiento Campesino Anti-canal forzados al exilio por la represión del régimen sandinista, y con la moderación de Pedro Joaquín Chamorro.

La conversación trató sobre los orígenes, los objetivos, el trayecto y el futuro del Movimiento Campesino, una organización surgida en oposición al proyecto del Gran Canal Interoceánico, anunciado por el régimen sandinista en 2012 de la mano del empresario chino Wang Jing y aprobado al año siguiente con un marco legal que la comunidad campesina y defensores ambientales

Doce años después de anunciado, el proyecto no mostró ningún avance substancial y la concesión original fue derogada el pasado mes de mayo. Sin embargo, el caudillo sandinista Daniel Ortega presentó a un grupo de inversores y representantes del gobierno chino una nueva ruta más larga y compleja de ejecutar.

“Nuestra lucha ya tiene once años. Dio mucha esperanza. En 2013, 2014, todos pensaban que todo estaba bien (con el gobierno de Ortega), pero para los campesinos ya no estaba bien desde la concesión canalera“, explicó Francisca Ramírez, uno de los rostros más visibles del movimiento.

La concesión permitía al gobierno expropiar a los campesinos cuyas tierras se encontrasen en el trayecto canalero. Ramírez considera que, dado el nulo avance del proyecto, la idea del canal fue desde un principio parte de un esquema para usurpar las tierras de la comunidad campesina, históricamente opuesta a las ambiciones centralistas del partido de gobierno, el Frente Sandinista.

(Este nuevo proyecto canalero) “es una fantasía, una distracción porque fue un fracaso (el proyecto original). Pero ellos (los sandinistas) sí son capaces de confiscar y expropiar porque de eso han vivido. Son una pareja sin ningún interés en el bienestar de la población“, dijo la líder.

Francisca Ramírez encabeza una manifestación anti-canal en San Miguelito. Foto: Confidencial

“Para nosotros esta es una lucha constante. Más de setenta presos desde 2014 fueron internados en El Chipote (una prisión en Managua). Perdieron los ojos, les arruinaron la vida. Fuimos desplazados, desnacionalizados y llevados al exilio” y dibujó paralelismos con la Resistencia Nicaragüense, una coalición compuesta primordialmente por campesinos que se alzaron en armas contra la primera dictadura sandinista en la década del ’80.

“No podemos seguir pensando que las cosas deben continuar como han sido. Lo vemos con la Resistencia Nicaragüense, que fue asesinada cuando se desmovilizó y nunca hubo justicia por esos crímenes. No debemos dejar de insistir para que no haya repetición.”

Pero celebró los esfuerzos del movimiento en presionar al régimen sandinista cuando aún podían operar en Nicaragua, antes del estallido social de abril de 2018. Igualmente celebró el más reciente veredicto de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), que encontró a Nicaragua culpable por violaciones a los derechos humanos de campesinos y comunidades indígenas y afrodescendientes en relación a la gestión del proyecto canalero, entre otras cuestiones.

En Nicaragua hay una dictadura criminal que ha llegado a término para mantener sólo la represión. No hay jóvenes, ni ciudadanos ni iglesias con futuro. Sólo pueden intentar vender una idea de que las cosas están bien, pero es visible que no es un país libre y nada está bien. Nuestra lucha es por ver un futuro mejor”, reiteró Ramírez.

“Nos tildaron de ignorantes, de hediondos”

Freddy Navas, también líder campesino, recordó el trayecto del movimiento en la última década de trabajo, así como la respuesta de los operadores del régimen sandinista a su organización. A pesar de las pretensiones sandinistas de representar a “el pueblo” y de la propaganda que presenta a Ortega como “el presidente de los pobres”, Navas recuerda que la respuesta sandinista rebosaba de clasismo.

Nos tildaron de ignorantes, de hediondos, de botas-de-hule. Los diputados preguntaban públicamente, ‘¿los campesinos para qué necesitan cédula? Si para vender chanchos y gallinas no se necesitan cédulas‘”, recordó Navas, señalando al diputado sandinista Wilfredo Navarro específicamente.

Freddy Navas junto a Francisca Ramírez el 21 de febrero de 2023, tiempo después de que Navas fuese desterrado y perdiera su nacionalidad. En 2022, Navas fue condenado a 10 años de prisión por “conspiración para cometer menoscabo a la integridad nacional en perjuicio del Estado de Nicaragua y la sociedad nicaragüense”, un cargo elevado por el régimen contra sus oponentes políticos. Foto: Cortesía

Navas reflexionó cómo los campesinos “fuimos relegados, hasta que decidimos unirnos. Cuando miramos, nos convertimos en un movimiento nacional que no sólo abarcó la ruta canalera, sino que fue extendiéndose más y nos mandaban a llamar de otros lugares para formar ahí también sus propios movimientos campesinos“.

“¿Quién nos dijo cómo hacerlo? Nadie, nosotros mismos lo hicimos.”

El movimiento anti-canal se había estructurado con acrecentado apoyo incluso en zonas urbanas como Managua y Masaya. Grupos ambientalistas, organizaciones defensoras de derechos humanos y otros individuos influyentes brindaron apoyo a la causa, según rememoraron los líderes. Para el movimiento, la cuestión iniciaba con el canal, pero terminaba en una lucha por el respeto a la soberanía del país y a la dignidad de sus ciudadanos.

“Nos querían hacer pagar por pasar por nuestras propias tierras y los diputados, y muchos empresarios y académicos, lo anunciaban(el proyecto canalero) con grandes bombas y platillos, y se convirtieron en propagandistas a pesar de que violaba como cuarenta artículos de la Constitución, pero no les importó”, comentó Navas.

La transformación del movimiento

El estallido social de 2018 y la respuesta violenta del régimen sandinista dejó más que clara la situación en la que se encontraba el país.  “Con la persecución en 2018, en la cual muchos de nuestros hijos participaban a nivel universitario; sin pensarlo dos veces nos sumamos a la insurrección cívica“, una decisión de principios que el movimiento pagó bastante caro.

La derogación de la concesión canalera fue recibida como una victoria por el movimiento, pero tanto Navas como el resto de sus colegas a la cabeza del movimiento desde el exilio consideran que debe persistir su lucha. “Nuestro trabajo no termina hasta que tengamos una Nicaragua donde haya respeto a los derechos humanos de todos“, señaló Víctor Díaz.

“Es una lucha donde nos hemos encontrado y conocido, y sólo así (unidos) vamos a poder darle fin a la dictadura Una dictadura no sólo criminal, sino también lo siguiente: ¡terrorista! Y no tiene ni la más mínima consideración para tomarse como autoridades a ningún nivel y bajo ningún criterio internacional“, declaró Díaz.

La nueva propuesta canalera, que Navas considera “inviable”, podría perfectamente tratarse de una repetición del esquema de usurpación mencionado antes por Ramírez, al recorrer el centro del país y una extensión de tierra superior a la original.

Víctor Díaz fue preso político del régimen sandinista en 2018 y fue excarcelado tras la amnistía general de 2019. Debió partir al exilio para salvaguardar su integridad. Foto: Cortesía

La ruta pasó de 278 kilómetros a 450 kilómetros, y (en el trayecto definido) no hay agua suficiente. El terreno es más quebrado, más alto y con condiciones terribles, y pasa por Managua y León, algunos de los lugares más sísmicos de la región. ¿Qué inversionista va a querer eso?“, se cuestiona Navas.

Díaz, por su parte, reflexionó sobre el futuro del movimiento, cuyos objetivos se han expandido en los últimos años. “En un momento nos levantamos a denunciar el atropello y la violación a la propiedad privada de cada campesino. Ahora estamos en el exilio, pero no significa que no estamos haciendo hasta lo último para ayudarlos a ellos“, dijo.

El movimiento campesino no se involucraba tanto en política, pero ahora entendemos que tenemos que hacerlo. Ha cambiado nuestra visión porque no era nuestro reto, pero al ver que nadie más lo puede hacer, tenemos que involucrarnos” y sus actos en el exilio va de la mano con el resto de las organizaciones y grupos de interés de la oposición más amplia, abogando y cabildeando a actores internacionales para que a su vez presionen al régimen en Nicaragua.