La decapitación de la jerarquía católica a manos del régimen sandinista
Tan sólo cuatro obispos permanecen en Nicaragua mientras el régimen sandinista afianza su control sobre la Iglesia católica.

Rolando Álvarez, Silvio Báez e Isidoro Mora, los obispos que el régimen de Ortega ha expulsado del país.
El régimen sandinista de Daniel Ortega y Rosario Murillo asestó un fuerte golpe a la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) al desterrar a monseñor Carlos Herrera, su presidente y obispo de la Diócesis de Jinotega, por haber denunciado como “sacrílego” el sabotaje que el alcalde sandinista, Leonidas Centeno, hizo contra una misa el pasado miércoles, 13 de noviembre.
Centeno habría instalado música con altoparlantes, irrumpiendo al momento de la celebración de la eucaristía, el más sagrado rito en el credo católico, un hecho que fue denunciado en redes sociales y a través de la prensa independiente. “Pidamos perdón por todos nosotros“, expresó el obispo en su homilía.
“Pidamos al Señor perdón por nuestras faltas y también por aquellos que no respetan el culto, pidiéndole porque este es un sacrilegio que está cometiendo el alcalde y todas las autoridades municipales, y vayan a decírselo porque saben la hora de la misa“, dijo el obispo, ahora exiliado.
Herrera es tan sólo el último jerarca católico que el régimen expulsa. Rolando Álvarez, Isidoro Mora y Silvio Báez son los otros jerarcas católicos expulsados, y en el caso de los primeros dos, también detenidos, por emitir críticas contra la represión, los abusos a los derechos humanos y la persecución contra la Iglesia católica.
El caso de Álvarez es quizá el más infame en esta lista. El obispo de la diócesis de Matagalpa fue un ferviente opositor del régimen de Ortega desde los primeros momentos del estallido social iniciado en abril de 2018 y ganó popularidad por varios momentos en los que se mantuvo firme ante las autoridades, luego difundidos por redes sociales.
En agosto de 2022, Álvarez fue sometido a un asedio de quince días en la sede episcopal en Matagalpa por agentes policiales al servicio del régimen sandinista. El 19 de agosto la propiedad fue allanada ilegalmente, Álvarez fue detenido y permaneció desaparecido por meses, hasta que fue presentado como reo ante medios oficialistas el 13 de diciembre de ese año.
Las imágenes del obispo asediado dieron la vuelta al país y figuraron en medios internacionales como una muestra de la situación que vivía la Iglesia católica bajo el régimen sandinista. Foto: Cortesía
En febrero, tras haberse negado a salir del país en un vuelo con otros 222 presos políticos a quienes el régimen revocó la ciudadanía, el obispo fue condenado a 26 años y cuatro meses de cárcel, por los delitos de “traición a la patria”, “menoscabo a la integridad nacional” y por “propagar noticias falsas”, en un proceso judicial anómalo.
No fue sino hasta enero de 2024 que Álvarez fue liberado junto a otros sacerdotes también encarcelados por razones políticas, enviados a la Santa Sede en Roma. Junto a él viajaba el obispo de Siuna, monseñor Isidoro Mora, detenido el 20 de diciembre de 2023 por haber mencionado a la feligresía de la diócesis de Matagalpa que la CEN permanecía “unida en oración por monseñor Rolando Álvarez“.
El obispo Isidoro Mora (a la izquierda) con Julián Barrio y el arzobispo Prieto en la catedral de Compostela, España, donde vive su exilio. Foto: Cortesía
“Quisiera expresarles el saludo de la Conferencia Episcopal. Estamos siempre unidos orando por esta amada Diócesis de Matagalpa, orando por monseñor Rolando, orando por el caminar de cada uno de ustedes. Estamos unidos en oración, en comunión, en fe, en amor, en ternura”, fueron las palabras del obispo.
Báez: el primer obispo exiliado
El obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, partió al exilio el 23 de abril de 2019. Al igual que Álvarez, Báez adoptó una postura crítica al régimen sandinista al revelarse las dimensiones de la represión sandinista contra la manifestantes pro-democracia un año antes.
En julio de 2018, tras los sangrientos ataques del régimen sandinista en la llamada “Operación Limpieza” en el departamento de Carazo, Báez fue agredido junto a otros jerarcas religiosos. Resultó herido en un brazo con un cuchillo cuando hordas sandinistas atacaron la Basílica de San Sebastián en Diriamba.
Junto a él viajaban el arzobispo de Managua, Leopoldo José Brenes, y el entonces nuncio apostólico, monseñor Waldemar Somertag.
“Los obispos nos pusimos del lado de la gente. Abrimos las iglesias para que se convirtieran literalmente en hospitales, en casas de campaña donde metíamos a los heridos y a los enfermos; protegimos a los estudiantes y a los ciudadanos perseguidos y asesinados. Esto hizo que el gobierno enfilara su odio, sus armas y su persecución”, dijo Báez al periodista salmantino Ángel Benito en una entrevista de 2024.
“Lo que comenzó como un gobierno autoritario ha convertido al país en una cárcel. Tenemos centenares de presos políticos (la mayoría fueron desterrados en septiembre), el 10% de la población está en el exilio, cientos de sacerdotes exiliados y dos obispos además de mí que están exiliados. Uno estuvo más de un año encarcelado”, dijo el obispo, refiriéndose al obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez.
El obispo Báez permanece exiliado en los Estados Unidos. En 2023, su ciudadanía fue revocada por orden de la Asamblea Nacional de Nicaragua, controlada por el régimen sandinista. Foto: Cortesía
Báez entonces apuntó a la escalada represiva del régimen sandinista en contra de la Iglesia, en la cual se ha llevado registro de al menos 870 ataques contra religiosos e instituciones ligadas al catolicismo, según el informe Nicaragua, una iglesia perseguida, que cubre desde abril de 2018 hasta julio de 2024 en su última entrega.
Según explicó Martha Patricia Molina, abogada e investigadora del informe, el régimen en Nicaragua sandinista ha exiliado, desterrado, expulsado y prohibido el ingreso al país a unos 257 religiosos católicos, 55 de ellos en 2024.
La dictadura sandinista ha exiliado, desterrado, expulsado y prohibido el ingreso a #Nicaragua a 257 religiosos/as. En el año 2024 han sido perjudicados 55 de ellos.
Paralelamente mantiene bajo vigilancia a todos los obispos, sacerdotes, seminaristas y laicos. pic.twitter.com/vj9zOT5jhm— Martha Patricia M (@mpatricia_m) November 14, 2024
Con el destierro de Herrera, en el país sólo quedan cuatro obispos (en las diócesis de Granada, León, Juigalpa y Bluefields, así como el arzobispo en Managua), poniendo a la jerarquía católica en una difícil situación de cara a la solicitud de retiro (aún sin respuesta) que el cardenal Leopoldo Brenes emitió al Papa Francisco en marzo.
Sin un sucesor claro al arzobispado y con cada vez menos obispos y sacerdotes, en un ambiente hostil, la Iglesia católica en Nicaragua se encuentra en un peligro existencial que no había vivido desde los periodos más anticlericales de la historia nicaragüense en el siglo XIX.