Símbolos sandinistas inundan instalaciones robadas a la UCA
Estudiantes lamentan la usurpación de su alma máter, que se ha convertido en lo que muchos consideran un “centro de adoctrinamiento sandinista”.
“Todo ha cambiado. Ahora hay bastante propaganda”, fue como describió a República 18 un estudiante universitario a la Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro, constituida a partir de las instalaciones usurpadas a la Universidad Centroamericano (UCA), administrada por la Compañía de Jesús, tras haber sido acusada de “terrorismo” en agosto de 2023.
“Cuando entrás, se siente un ambiente triste, descuidado en comparación a cuando estaba la UCA, que vos sentías hasta alivio porque era un lugar de podías expresarte libremente”, continuó el joven, quien por motivos de seguridad solicitó protegiésemos su identidad bajo un pseudónimo: “García”.
Las muestras de la ocupación van desde lo más mínimo hasta las mayores expresiones de maximalismo. García confirmó la presencia de propaganda sandinista en la vestimenta de los trabajadores, así como constante propaganda sandinista (canciones, consignas, anuncios) transmitida desde altavoces ubicados alrededor del campus.
La bandera rojinegra del Frente Sandinista ondea a la derecha de la nicaragüense por la entrada principal. “La cosa empieza con el nombre”, lamentó el joven, refiriéndose al hecho de que Casimiro Sotelo era un revolucionario sandinista. “Si no sos sandinista, no te sentís bienvenido; está lleno de banderas del Frente“, agregó.
En la universidad operan ahora las estructuras de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN), antes inexistente en el recinto. Miembros de UNEN han sido señalados de colaborar con la represión del Frente Sandinista en los centros de educación superior del país y varios de sus dirigentes han sido integrados en la estructura del régimen sandinista.
Caos administrativo
A principios de año, estudiantes denunciaron bajo anonimato la presencia de agentes policiales en el recinto, presuntamente por ocurrencias delictivas en el interior del campus. La universidad no se pronunció al respecto, como tampoco lo hizo cuando, poco después de haberse instituido, filtraciones a medios documentaban un “caos administrativo”.
Las nuevas autoridades, juramentadas días después de la confiscación bajo la rectoría de Alejandro Genet, aplazaron el inicio de clases por más de cuatro meses, argumentando dificultades en el proceso de transición. Desde entonces ya podían verse las deficiencias de las nuevas autoridades.
Al abrir la universidad, los alumnos fueron recibidos en completo caos. No había coordinación, los estudiantes eran movidos erráticamente y los profesores no estaban al tanto de sus responsabilidades.
Medios independientes reportaron la orientación del régimen de matricular a trabajadores del Estado y sus familiares en el centro, indicando poca afluencia en las matrículas. Además, el cuerpo docente fue llenado de partidarios del Frente Sandinista, algunos de ellos aparentemente sin estudios superiores.
El panorama resulta desconcertante para alumnos como García, quien en más de una ocasión ha pensado en dejar la universidad pues considera que “la calidad (de la enseñanza) ha bajado y eso todo lo pueden ver“, pero al encontrarse en su último año en 2023, prefirió permanecer para terminar sus estudios y así no tener que regresar nunca más al centro usurpado.
“Es lamentable”, concluyó.