Ortega se convierte en el gobernante más anciano en la historia de Nicaragua
A sus 79 años, Ortega ha superado en edad a Enrique Bolaños, Violeta Barrios de Chamorro, Anastasio Somoza García e incluso a los monarcas españoles mientras continúa aferrado al poder.
El caudillo sandinista Daniel Ortega cumplió 79 años de edad este lunes, 11 de noviembre, convirtiéndose así en el gobernante con mayor edad en la historia del país. Es a su vez el tercero más longevo de todo el continente americano y uno de los jefes de Estado de mayor edad en el mundo.
Ortega, líder indiscutido del Frente Sandinista, permanece en el poder desde hace unos 16 años tras una victoria técnica en los comicios generales del 5 de noviembre 2006. Llegó a la presidencia por primera vez en 1985 a través de cuestionadas elecciones, cuando tenía 39 años, y dejó el poder a los 44 en 1990.
Tenía 61 años al asumir por segunda vez en 2007 y el presidente saliente, Enrique Bolaños Geyer, para ese entonces el gobernante de mayor edad en la historia del país, tenía 78, por lo que Ortega ya lo ha superado.
Además de Bolaños, los únicos otros gobernantes de la etapa republicana que se acercan a Ortega en edad son Víctor Román y Reyes, presidente entre 1947 y 1950, fallecido en el cargo a los 77 años; y Violeta Barrios de Chamorro, quien dejó la presidencia a los 67 años en 1997.
Le siguen Lorenzo Guerrero Gutiérrez, quien fungió como presidente a los 66 años entre agosto de 1966 y mayo de 1967, los últimos meses del mandato del fallecido presidente René Schick; y Anastasio Somoza García, asesinado en el cargo a los 60 años, tras 16 años de gobiernos no continuos (1937-1947, 1950-1956).
Los únicos otros gobernantes en la historia nicaragüense que se acercan a la edad de Ortega son los monarcas españoles que gobernaron el país entre los siglos XVI y XIX, superando el líder sandinista a los más longevos: Juana de Castilla (reina hasta los 75 años, 1479-1555), Felipe II (rey hasta los 71 años, 1556-1598), Carlos III (rey hasta los 72 años, 1759-1788) y Carlos IV (rey hasta los 70 años, 1788-1808).
En la región Ortega sólo es superado por Joseph Biden, el presidente estadounidense de 81 años, apartado de la campaña presidencial 2024 luego de haber mostrado señales de deterioro cognitivo durante un debate televisado; y el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, mayor que Ortega por tan sólo 15 días.
En contraste, el presidente más joven, Daniel Noboa de Ecuador, tiene 36 años. Es decir que, cuando nació Noboa en 1987, Ortega ya había sido presidente por casi tres años.
La llegada de presidentes jóvenes al continente americano, como el salvadoreño Nayib Bukele (asumió a los 37 años en 2019) o el chileno Gabriel Boric (asumió a los 36 años en 2022), no se ha traducido a cuestionamientos de la capacidad o vigencia de Ortega dentro de las estructuras de poder del Frente Sandinista, que siguen apoyando abiertamente la permanencia indefinida del caudillo en la más alta oficina del país.
Ni siquiera preocupaciones sobre la salud del líder sandinista han generado discusiones a nivel del partido sobre prospectos de renovar el liderazgo. Humberto Ortega Saavedra, hermano del mandatario, fue encarcelado por haber declarado que no había sucesor aparente tras la muerte del caudillo, lo que eventualmente llevó a su propia muerte.
Lo que piensan los jóvenes
Enrique Martínez, joven activista y directivo del colectivo opositor AVANZA, valora esta situación como “un problema global que afecta la práctica política, el ejercicio del poder, la gestión y la gobernanza, manteniéndolos estancados y limitando la innovación de ideas y propuestas que surgen de la juventud”.
Martínez dijo a República 18 que la avanzada edad de Ortega es un reflejo de la falta de renovación del partido, así como de las ambiciones dinásticas de Ortega y su esposa, la segunda al mando del régimen sandinista, Rosario Murillo. “Resulta interesante cómo, en una región donde la juventud suele ser vista como una fuerza de cambio, en Nicaragua el liderazgo permanece anclado en una figura que lleva décadas en el poder”, destacó.
A sus 72 años, en calidad de primera dama y vicepresidente, Murillo es la mujer más poderosa de Nicaragua. Foto: Cortesía
“Es posible que el FSLN evite una transición generacional en el núcleo del poder para mantener el control absoluto de la familia Ortega-Murillo y de la élite longeva del sandinismo y el entorno autoritario crea un contexto en el que es difícil que los jóvenes líderes o nuevos cuadros asciendan“, explicó el joven activista.
“Ortega ha evitado la presencia de alternativas claras a su liderazgo, manteniendo la óptica del líder revolucionario de la fatídica revolución“, pero Martínez también aseguró que “estamos en una era en la que los ideales de libertad, democracia y justicia de la juventud están tomando fuerza y planteando cambios con esperanza”.
“En ese sentido, el FSLN representa una visión de la política anclada en el pasado, lo cual limita la capacidad del país para innovar y adaptarse a los cambios de una generación más conectada y consciente de problemas globales, como el medio ambiente, los derechos humanos, la economía digital y el fortalecimiento de la democracia, anhelado por el pueblo de Nicaragua”, concluyó.