“Nicaragua diseña” con dinero público, mientras la vida se encarece
En medio de una crisis de precios, el régimen sandinista despilfarra en proyectos de vanidad de la familia dictatorial cantidades desconocidas, pero notablemente cuantiosas.
La XIII edición de la “plataforma” de moda Nicaragua Diseña cerró el domingo, 27 de octubre, en el Centro de Convenciones Olof Palme en Managua, con lo que la prensa oficialista asegura fue un reflejo de “innovación y el potencial creativo de la región”. Duró tres días, aunque en palabras de su directora, se “trabaja todo el año”.
El proyecto lo dirige desde hace más de una década Camila Ortega Murillo, hija de la pareja dictatorial compuesta por Daniel Ortega y Rosario Murillo, con dinero público que recibe del Instituto Nacional de Turismo (INTUR) y en colaboración con otras instituciones estatales y organizaciones nominalmente independientes pero ligadas al Estado y a la familia Ortega-Murillo.
Lea además: Nicaragua entre los países con peor Estado de derecho en el mundo
A pesar de este influjo de dinero público, Nicaragua Diseña no rinde cuentas sobre sus finanzas. Esto a pesar de que el proyecto goza de poca popularidad entre el grueso de la sociedad nicaragüense, a tal punto que anteriores ediciones de Nicaragua Diseña, en particular después de la crisis sociopolítica iniciada en abril de 2018, han sido ridiculizadas masivamente en redes sociales.
En 2023, el régimen sandinista suprimió el Museo San Juan Pablo II para fundar en su lugar un centro cultural bautizado en honor al compositor Tino López Guerra. El local ha servido de forma prominente a los proyectos culturales de sus hijos, la propia Camila y también su hermano, Laureano Ortega Murillo.
Conciertos de ópera, galas líricas, desfiles de trajes folklóricos, noches de ballet y conciertos navideños, pero también presentaciones de Nicaragua Diseña (en concordancia con lo de trabajar “todo el año”) han tenido lugar desde su apertura el 22 de diciembre del 2023 tras un proceso de remodelación cuyo costo permanece un misterio, tanto como el costo de cada una de las actividades.
Esta clase de derroches persisten en un país que atraviesa una crisis económica, derivada de su crisis política, desde hace unos 6 años. Dicha situación se refleja claramente en el constante aumento del precio de la canasta básica que para agosto (último mes registrado al publicarse esta nota) superaba los 20 mil córdobas, dos veces más que el salario mínimo promedio y tres y media veces más que el salario mínimo más bajo.
Siguiendo tendencias ya habituales, en los primeros siete meses del año la canasta aumentó su precio en 1 159 córdobas. Desde 2018, el aumento ha sido de casi 7 mil 500 córdobas, una verdadera y compleja crisis de precios que sufren la mayoría de nicaragüenses, y que la autoridad muestra poca voluntad para intentar aliviar.