Voluntarias miskitas colaboran con ACNUR como intérpretes para migrantes y refugiados

ACNUR trabaja de la mano con instituciones costarricenses para mejor informar a la población migrante y refugiada en situación de riego, entre ellos una gran cantidad de indígenas y afrodescendientes del Caribe nicaragüense.

  • San José, Costa Rica
  • 1:42 pm
  • Sep 10, 2024

La mayoría de los migrantes y refugiados que atiende ACNUR son nicaragüenses. Entre ellos hay muchos residentes del Caribe, miembros de etnias indígenas que no hablan o comprenden de forma muy limitada el español.

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República 18

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Costa Rica abrió los Centros Móviles Informativos (CMI), “jornadas en las que ACNUR, junto con instituciones y agencias socias, acuden a las comunidades con alta presencia de personas refugiadas, apátridas y solicitantes de asilo para brindar información sobre acceso a derechos y servicios” relevantes a su situación.

La iniciativa fue establecida en 2022. Para 2023, el 85% de los beneficiados por los CMI fueron nicaragüenses, entre ellos ACNUR ha identificado y atendido más de 900 personas de origen miskito en calidad de refugiados y solicitantes de asilo.

De este número, más de la mitad (505 personas) habitan el cantón central de San José. Muchos no hablan español o lo hablan de forma muy limitada, por lo que parte del trabajo de ACNUR en los CMI ha dependido de intérpretes voluntarias.

Este año más de 700 personas han recibido información sobre cómo solicitar protección internacional en Costa Rica, cómo tener acceso a salud, empleabilidad, y también charlas explicativas impartidas por la Defensoría de los Habitantes sobre sus derechos.

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Durante los CMI se ha contado con la participación voluntaria de tres mujeres de origen miskito que han apoyado como intérpretes a otras personas de esta etnia”, explicó en el boletín la asistente senior de Protección Basada en la Comunidad del ACNUR, Vanessa Vega.

“La interpretación del miskito al español, y viceversa, ha sido importante en la organización de los CMI de Pavas, La Carpio y San José centro, y cumple con el enfoque de edad, diversidad y género del ACNUR. Es considerada una buena práctica de protección”, dijo ACNUR vía un boletín informativo.

La mayoría de estos refugiados y solicitantes de asilo, reconoce ACNUR, “ingresan a Costa Rica en búsqueda de protección internacional en altas condiciones de vulnerabilidad y pobreza, relatando eventos violentos de invasión a sus tierras y ataques deliberados contra sus medios de subsistencia“, reconoció ACNUR.

También las etnias rama y mayangna enfrentan los mismos retos producto de una negligente gestión y nula defensa del Caribe y sus recursos de parte del régimen sandinista de Daniel Ortega los últimos 17 años que ha estado en el poder. Oleadas de colonos han llevado al desplazamiento forzado de los nativos del área, tomando por fuerzas sus tierras para la explotación.

“En comunidades como Pavas, La Carpio y Alajuelita se evidencia significativa presencia de personas indígenas de origen miskito con necesidades de protección internacional, que no logran acceder a información a través de los canales tradicionales debido a la brecha del idioma“, agrega el boletín.

Un ejemplo

“Hay un esfuerzo de parte de ACNUR y la Unidad de Refugio para brindar atención especializada a personas que no hablan español. Hay quienes hacen labor de voluntariado. Obviamente, la gente se siente con más confianza, pueden explicar mejor su situación y la Unidad de Refugio lo entiende mejor”, dijo a República 18 un ciudadano de la miskito en exilio forzado que optó por el anonimato.

“Normalmente cuando vienen, suelen decir que vienen por trabajo, pero tal vez no pueden explicar que hay un trasfondo por el que no tienen trabajo en Nicaragua. Va desde la violencia hasta el impacto del cambio climático”, explicó la fuente.

La fuente considera que esta medida genera más confianza hacia las instituciones que lidian con los movimientos migratorios, lo que fomenta a su vez la regularidad y mejora la relación entre el Estado costarricense y las personas en situación de movilidad humana. “Hace falta mucho por hacer”, reconoce, pero se ha hecho un esfuerzo por mejorar” desde Costa Rica.

Creo que ese es el ejemplo que deben de seguir las instituciones del Estado costarricense y ONGs; deberían tratar de desarrollar atención culturalmente apropiada“, concluyó.