¿Podría Nicaragua quedarse sin jóvenes a causa de la migración masiva?
La migración masiva se superpone al descenso general de la natalidad en Nicaragua. El equivalente al 12% de la población ha dejado el país, en su mayoría jóvenes.

Los adultos mayores de 40 años se quedan atrás mientras más de 600 mil nicaragüenses de entre 16 y 40 emigran.
En los últimos seis años, alrededor de 861 mil nicaragüenses han dejado el país, según datos compartidos a República 18 por el politólogo Manuel Orozco, director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano.
Teniendo en cuenta que la mayoría de los migrantes son individuos productivos en edad laboral y en muchos casos relativamente competentes y cualificados, el golpe económico que el país viene recibiendo en los últimos años no debe subestimarse.
A falta de oportunidades, ¿sería posible que Nicaragua “se quede sin jóvenes”?
“La tendencia migratoria nicaragüense (a partir de 2018) se puede caracterizar de una salida en proporciones que son 10 veces mayor en relación con 2017“, explicó Orozco, quien además estimó, como mínimo, el equivalente al 12.5% de la población nicaragüense (de unos 6.9 millones en 2022) perdida a la emigración desde 2019.
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“En 2022 fue un 10% de la fuerza laboral que salió, y en el periodo 2023-2024 es 3.5%“, apuntó el experto. “Su movimiento ha tenido una tendencia decreciente desde el 2023 toda vez que la salida ha representado un fuerte segmento de la población y a la vez se impusieron restricciones para salir irregularmente”, agregó.
Pero a pesar de ese descenso relativo, la porción continúa aumentando. Los datos de los anuarios estadísticos del Instituto Nicaragüense de Información para el Desarrollo (INIDE), en sus secciones de saldos migratorios, delatan que la amplia mayoría de los migrantes (86.2% en 2022) entra en el rango de edades entre los 16 y 40 años, y son del sexo masculino (62.2%).
“Es muy difícil determinar si eso tiene efecto ya que el crecimiento demográfico ocurre durante mayores periodos de tiempo”, comentó Orozco. “Lo que si vale la pena tener presente es que una continuidad de al menos 100,000 personas saliendo anualmente en 5 años podría disminuir el crecimiento demográfico“, continuó.
La tasa de fecundidad
Según datos del Banco Mundial, en Nicaragua la tasa de fecundidad era de 2.3 hijos por mujer en 2021. Aunque sigue siendo el sexto país con la tasa más alta en Norteamérica, el tercero en Centroamérica y está por encima del umbral de reemplazo (2.1 h/m, el mínimo para mantener una población constante), no ha sido inmune a las tendencias globales.
A nivel mundial, la tasa de fecundidad ha decrecido significativamente. El efecto es más visible en países desarrollados, a tal punto que ha devenido en crisis demográficas, pero en las últimas décadas ha sido visible también en países en vías de desarrollo.
Nicaragua redujo su tasa de fecundidad de 7.1 en 1960 (una de las más altas de la región) a 5.8 para 1980; de 5.8 a 3.1 en el año 2000 y de 3.1 a la actual de 2.3 en 2020. Fuente: Banco Mundial
(Los demás vecinos de Nicaragua presentan una tasa de fecundidad por debajo del umbral de reemplazo. En Costa Rica apenas se tiene 1.5 hijos por mujer; en El Salvador, 1.8)
La migración masiva y el bajo desempeño económico de la post-crisis no ayudarán a esta estadística, contribuyendo a un mayor descenso demográfico, como de hecho se observó a partir de 2021, cuando el cambio demográfico real en Nicaragua se ubicó en -1% y, al año siguiente, en -3.9%; para 2023 no pudo volver a números positivos y acabó en -0.4%.
Fuente: Diálogo Interamericano
Al país le faltan varios años para terminar de apreciar todas las consecuencias del exilio masivo y sin precedentes desatado a partir de 2018. Asimismo, le quedan varias décadas como mínimo para experimentar la baja en la población joven ya patente en el primer mundo.
Pero el daño ya apreciable tomará, por sí mismo, mucho trabajo corregir, según comentó Orozco. “El factor de reemplazo demográfico significaría aumentar la tasa de crecimiento en mas de 2% anual por cinco años consecutivos, situación que es muy difícil”, detalló.
Y aunque “en condiciones normales la disminución demográfica podría beneficiar la inversión en capital humano (un ejemplo extremo: la Europa tras la peste negra). Sin embargo, en Nicaragua, lo que ha ocurrido es lo opuesto“, concluyó.