Represión religiosa confluye con represión contra comunidades indígenas en Nicaragua

A pesar de que el objetivo más visible del régimen sandinista ha sido la Iglesia católica, varias denominaciones protestantes se han visto afectadas con el recrudecimiento de la represión.

  • San José, Costa Rica
  • 9:40 am
  • Jul 25, 2024

Iglesia Morava en Pearl Lagoon, Bluefields. La iglesia morava fue establecida en el siglo XIX en el Caribe nicaragüense.

Cortesía
República 18

El régimen sandinista de Daniel Ortega en Nicaragua mantiene una política de represión contra cualquier expresión de religiosidad no alineada con su proyecto político. Los abusos más documentados han sido aquellos cometidos contra la Iglesia católica, pero no se trata de la única organización religiosa en la mira de las autoridades.

Según la Comisión de los Estados Unidos para la Libertad Religiosa Internacional (USCIRF), las iglesias evangélicas y la iglesia morava nicaragüense, ambas denominaciones (sobre todo esta última) predominantes entre la población nativa de las regiones autónomas del Caribe nicaragüense.

“La modalidad de represión religiosa que implementa el sandinismo es muy particular, ya que los ataques contra la Iglesia no se fundamentan en un intento explícito de promover el ateísmo, sino más bien en un intento obsesivo por subyugar y manipular la fe de los nicaragüenses”, notó el politólogo y activista opositor, Félix Maradiaga.

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Maradiaga destacó el cierre de medios de comunicación (el más reciente, la católica Radio María) ligados a organizaciones religiosas, así como la cancelación de más de 3 mil organizaciones, de las cuales al menos un 15% estaba directamente asociada con alguna entidad religiosa, según señaló Maradiaga citando los hallazgos de informes al respecto.

Pero también hay intersecciones entre las distintas formas de represión. Maradiaga denunció irregularidades “contra profesores y contra estudiantes de las universidades cerradas”, algunas de ellas de inspiración religiosa, como lo fue la Universidad Centroamericana administrada por la Compañía de Jesús. “Ni siquiera se les han dado a los estudiantes sus notas”, añadió.

Intersección de represiones

Anexa Alfred, activista por los derechos de las comunidades indígenas y afrodescendientes del país, detalló la situación con la iglesia morava, la segunda iglesia organizada del país con mayor presencia en el Caribe.

 También las comunidades protestantes han sido golpeadas por la represión. Las iglesias que no se postran ante el régimen públicamente son perseguidas y silenciadas, según documentó la investigadora Martha Patricia Molina en su último informe Nicaragua: una iglesia perseguida.

Alfred denunció el “cierre de espacios cívicos” desde el advenimiento de la crisis sociopolítica en 2018, coincidiendo con Maradiaga en los objetivos de control absoluto que el Frente Sandinista se plantea como política existencial.

Para la activista, la represión contra la iglesia morava sólo puede entenderse tomando en cuenta “las violaciones sistemáticas que viven las comunidades indígenas y afrodescendientes, la persecución, la criminalización, el destierro, la desaparición forzada, masacre y desplazamiento forzado por la invasión de sus tierras y el saqueo de los recursos naturales“.

Aunque poco conocida en el Pacífico nicaragüense, la iglesia morava es la segunda corporación religiosa más antigua establecida en territorio nicaragüense después de la Iglesia católica, habiéndose establecido la misión en 1847, hace unos 177 años. La iglesia morava participó en el Diálogo Nacional promovido por la Conferencia Episcopal Nicaragüense (CEN) al principio de la crisis.

Alfred señaló la persistencia de “una vigilancia permanente en los cultos y las reuniones de la congregación y de las autoridades religiosas”, gestando un ambiente hostil en el que los ataques “contra las comunidades religiosas indígenas y la iglesia morava se ha incrementado de manera alarmante, silenciosa, particularmente contra los líderes religiosos indígenas que brindan apoyo a las comunidades y a las organizaciones tradicionales”.

De modo que la represión contra la iglesia morava hace intersección con la represión más general contra las comunidades indígenas y afrodescendientes, asolados por las invasiones de colonos amparadas en el Estado sandinista y su colaboración con corporaciones extractivistas extranjeras.

Es urgente que la comunidad internacional tome acciones contundentes para poner en fin a las violencias sistemáticas que viven los pueblos indígenas y afrodescendientes y a todos los nicaragüenses, incluyendo el derecho a la libertad religiosa como un derecho humano fundamental”, declaró.