¿Qué es una estafa piramidal y cómo detectarla a tiempo?
Las estafas piramidales se basan en el reclutamiento de más víctimas bajo promesas de inversiones imposiblemente rentable.
En el habla técnica, una estafa o esquema piramidal es un arreglo que basa la generación de ingresos a partir de la llegada de nuevos trabajadores. Es decir, estas operaciones se enfocan más en la captación de personal que en cualquier otra actividad económica. Bajo la promesa de mayores ingresos, las víctimas trabajan cada vez más, pero las ganancias se concentran siempre en el tope.
Los perpetradores captan a un número pequeño de víctimas prometiéndoles ingresos fáciles por vender sus productos. Los nuevos participantes también tienen la posibilidad de conseguir nuevos vendedores y así sucesivamente. Cada eslabón recibe generalmente menores ingresos que el que le antecede.
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Una de las formas más conocidas de estafa piramidal es el llamado “esquema Ponzi“, bautizado por el delincuente italiano Carlo Ponzi. Este modelo depende de que los inversionistas mantengan la creencia en la rentabilidad del proyecto, cuyos reportes de ganancias son exageradas, pero que en realidad deriva todo su ingreso del capital que aportan nuevos inversionistas.
¿Cómo detectar una estafa?
“Los síntomas son siempre los mismos: primero te dicen que vas a ser tu propio jefe y que vas a ganar mucho dinero, y que la rentabilidad de tu inversión será majestuosa; 20% mensual, por dar un ejemplo”, señaló a República 18 el economista costarricense Daniel Suchar.
Pero si suena demasiado bueno para ser verdad, lo más seguro es que lo sea. “Eso no existe en ningún lugar del mundo financiero“, subraya Suchar.
“Tiene que ver con afiliaciones tanto verticales como horizontales; te exigen meter gente para mantenerte dentro del negocio y cada vez que te realizan algún tipo de acercamiento, lo hacen o bien de forma secretiva, en lugares inhóspitos, o bien en hoteles cercanos a zonas vulnerables con promesas descabelladas”, explicó el economista.
Otra señal es el uso publicitario de personajes de la farándula “que no tienen ningún tipo de conocimiento científico sobre el tema de las inversiones” y las personas “se dejan llevar por la buena imagen física de la persona, la mayoría de las veces” o bien por supuestos expertos nunca especificados, agregó Suchar.
Por ello Suchar enfatiza la necesidad de siempre investigar y documentarse cuando se considera entrar al mundo de las inversiones. “Hay países que tienen superintendencias que vigilan estas cosas y hay alertas, aunque mucha gente no les preste mucha atención. Y son alertas que casi siempre aciertan”, concluyó el experto.
El “marketing multinivel”
Las estafas piramidales a menudo se camuflan como estrategias de “marketing multinivel”, un controvertido modelo de negocios en el que se construye una red de compradores en base a un producto, a la vez que se incentiva el reclutamiento de más vendedores.
La diferencia suele ser que las estafas piramidales no tienen productos o son productos de poca importancia, mientras que el marketing multinivel o “network marketing” sí. Sin embargo, la línea entre ambos tipos de negocio es muy delgada y los críticos de este modelo no suelen distinguirlos de las estafas.
Un estudio de 350 compañías de marketing multinivel en Estados Unidos apunta a que perder dinero en esta clase de operaciones es casi una garantía, a pesar de las ganancias millonarias que reportan, por lo que algunos países los han prohibido. Reconocidos modelos de marketing multinivel que operan en Nicaragua son Herbalife, Oriflame y Avon, entre otros.
Ejemplos de estafa piramidal en Nicaragua ha habido un par, en general de la mano de extranjeros, como la empresa Agave Azul, del mexicano Óscar Arturo del Valle y un colega nicaragüense, Félix Alejandro Bolaños. Ambos lograron estafar a cerca de 2500 nicaragüenses.
También el peruano Juan Orestes Ramírez Lazo, quien a través de varias empresas fantasma logró estafar a un centenar de inversores nicaragüenses y el mexicano Jorge Tirado Chávez, quien logró estafar a unos 1800 nicaragüenses, con ganancias de hasta 1.3 millones de dólares, antes de fugarse para eludir la justicia.