Dinámicas de abuso sexual se agravan cuando el victimario es cercano señala psicoterapeuta
La psicoterapeuta Mónica Urbina, refirió que el abuso sexual en niñas, niños y adolescentes es el resultado del ejercicio abusivo de poder del perpetrador sobre las víctima.

Según la especialista el agresor siempre busca mantener su imagen como una figura de autoridad y de respeto fortaleciendo su imagen ante el núcleo familiar..
La violencia sexual es ejercida históricamente en espacios cercanos a las víctimas, un ejemplo de esto, son los datos del Instituto de Medicina Legal en 2022, que indica que de 5 802 agresores denunciados en ese año, solo 414 eran desconocidos el resto se divide entre familiares, novios, padrastros, parejas y exparejas de las víctimas.
La psicoterapeuta Mónica Urbina, expone que el abuso sexual en niñas, niños y adolescentes es el resultado del ejercicio abusivo de poder del perpetrador sobre las víctima.
“Muchas veces podemos pensar que los abusadores sexuales se encuentran fuera de casa, en lugares alejados, que son personas desconocidas. De hecho cuidamos y preparamos a nuestras niñas y niños educandos sobre cómo cuidar de su cuerpo, cómo no permitir que nadie les toque sus partes íntimas, pero olvidamos que muchas veces el peligro está en los más cercanos”, apuntó.
La especialista añadió que las dinámicas de abuso se agravan cuando la persona que abusa es cercana y representa una figura de cuidado, protección o es un referente de cariño, del o la menor.
Por esa razón en muchos casos el o la menor “puede encontrarse en una disputa frente a revelar el suceso, puesto que para que se haya cometido el abuso, el abusador teje un sin número de estrategias de seducción”.
Urbina detalló que el agresor estudia a la víctima, la aísla, le ofrece presentes, puede utilizar el juego como una forma de camuflar el acto de abuso sexual y de igual manera puede incluir amenaza e incluso señalar que si la víctima habla puede haber separación del núcleo familiar.
Por otro lado, mencionó que el agresor siempre busca mantener su imagen como una figura de autoridad y de respeto fortaleciendo su imagen ante el núcleo familiar, y en la mayoría de los casos buscar resaltar los cambios conductuales desde un discurso negativo para que con el tiempo la niña, el niño o el adolescente pierda credibilidad.
El abuso sexual desestructura los sentimientos y conductas
Urbina explica que el abuso sexual infantil tiene un impacto grave en diferentes conceptos que estructuran del ser humano, tanto en la infancia como en el desarrollo y la edad adulta.
“Puede afectar la confianza, la seguridad, la autopercepción, el amor, la sexualidad, etc . La agresión sexual que se ha sufrido llega a desestructurar los sentimiento, las conductas y las maneras en como nos podemos llegar a relacionar con los demás ya sea en ese momento de la vida cuando ocurrió el delito o en el futuro si no se llega a tener el acompañamiento psicológico necesario”, enfatizó la especialista.
Agrega que los menores pueden experimentar una sensación de impotencia puesto que la figuras de protección, aquella que representaba cuido o cariño la ha violentado sexualmente.
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“Esta experiencia no es comprensible para el menor ya que no se logra integrar a nivel cognitivo puesto que no existen estructuras mentales preparadas para recepcionar tal hecho criminal. Puede ocurrir una disonancia cognitiva entre los conceptos de afecto, amor, conducta sexual y moralidad sexual, de igual manera se puede experimentar culpa, vergüenza, se pueden presentar reacciones ansiosas depresivas”, destacó.
La especialista indicó que además puede presentarse una carga de estimación negativa hacia la víctima, en el caso de que sea una niña, referente al concepto de virginidad, lo cual si no se tiene una intervención psicoeducativa con los tutores a tiempo, puede dañar la autopercepción, la autoestima e imagen de la niña, distorsionando el sentido de su propio valor.
Por otro lado mencionó que puede ocurrir aislamiento, conductas destructivas, alteraciones en el ritmo del sueño, problemas escolares, pesadillas, fobias, disociación, incomodidad en las relaciones íntimas en la edad adulta, enfermedades somáticas, abuso de sustancias, conductas sexuales indiscriminadas de riesgo o bien un rechazo hacia las misma en la adolescencia, juventud o edad adulta, entre otros problemas.
¿Cuál es la mejor forma de acompañar a una persona víctima de abuso sexual?
Urbina señaló que en el momento que exista una revelación de abuso sexual lo importante es creerle al niño, niña o adolescente.
Así mismo “agradecer la confianza de haberlo contado, sin reprochar el tiempo que pudo haber dilatado la revelación, mantener la calma, informarle que el abuso sexual que ocurrió nunca fue su culpa, transmitir credibilidad y comprensión a su discurso y disminuir los temores que exprese”.
Agregó que es importante ofrecerle apoyo inmediato para su protección integral, buscar ayuda psicológica para el niño o niña, pero también para la persona que acompañará en la convivencia diaria, pues también se enfrenta al impacto de la revelación de este crimen.
Insistió que es elemental tener en claro que el culpable de ese hecho es la persona que abuso sexualmente, tomando ventaja de su condición de poder y que no hay lugar para pensar que este adulto fue “seducido, tentado o invadido por alguna entidad demoníaca”.
Recomendó también “no forzar a nivel familiar algún indulto o perdón hacia el agresor, acompañar con paciencia a la niña o niño, a su ritmo, no silenciarle o forzarle a que le cuente a más familiares el hecho, y mucho menos estigmatizarle frente al núcleo familiar o escolar”.
Finalmente recomendó no confrontar a la víctima con el agresor para verificar la credibilidad de la revelación, estar atentas y atentos a su alimentación, ritmo de sueño o aislamiento, estimular la nutrición, el descanso, el diálogo asertivo sobre sus sentimientos y emociones, si se procede a la ruta judicial de denuncia informarse y explicarle a la niña, niño y adolescente lo que implica el proceso manteniendo una postura empática.