Régimen ha fracasado en defender a las mujeres de Nicaragua

El régimen sandinista no sólo no ha formulado una estrategia producente para combatir la violencia machista, sino que ha impedido que otros organismos lo hagan por su cuenta.

  • San José, Costa Rica
  • 8:26 am
  • Jun 19, 2024

Imagen de referencia, afueras de una escena del crimen en Managua durante la oleada de feminicidios en mayo.

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La creación del Consejo Nacional de Derechos de la Mujer, aprobada por la Asamblea Nacional a instancias de la vicepresidente Rosario Murillo el pasado martes, 18 de junio, es el más reciente “intento” de frenar los estragos de la violencia machista en Nicaragua.

El Consejo surgió sólo después de un mes de mayo particularmente sangriento, que vio una oleada de 10 feminicidios para un total de 37 en lo que va del año, según datos de la organización feminista Católicas por el derecho a Decidir (CDD).

Murillo incluso anunció la destitución y reemplazo de la ministra de la mujer el 14 de mayo, reconociendo por primera vez que la situación se había salido de las manos de las autoridades y llamando a la creación del Consejo, bajo supervisión de la presidencia.

Lea además: Dictadura anuncia la creación de Consejo Nacional de Derechos de la Mujer

Previo a la creación del Consejo, es seguro decir que el régimen apenas y tenía una estrategia para combatir la violencia machista. Más allá de nociones básicas de feminismo en el sistema de educación pública, las Comisarías de la Mujer, en el papel, proveían el apoyo necesario.

Sin embargo, las casas no han sido una presencia constante. En 2016 fueron descontinuadas sin explicación sólo para ser reinstaladas progresivamente a partir de 2020. El régimen está en plena facultad de suspenderlas nuevamente cuando lo considere conveniente, lo que incide en la incertidumbre.

Además, su apoyo es limitado. Para la socióloga feminista María Teresa Blandón, no se trata más que de “oficinas que no logran ni la mitad de lo que la sociedad civil, previo a las cancelaciones masivas, era capaz de organizar“.

No sólo la “estrategia” del régimen sandinista no frenó el avance de los feminicidios, sino que también el Estado, por medio primero del Ministerio de Gobernación y luego por el Ministerio del Interiorimpidió cualquier alternativa de cambio al clausurar lo que a la fecha suman 3600 organizaciones no gubernamentales, muchas de ellas trabajando desde hace décadas en defensa de los derechos de las mujeres.

Ley viciada

Otro factor ha sido la manera en que la Ley (779) contra la violencia hacia la mujer, en un principio celebrada por activistas feministas, fue reestructurada para permitir primero la idea de la “mediación” entre la víctima y el victimario en 2013, y luego limitar al feminicidio como tipo penal al ámbito de pareja en 2014.

Con esta última reforma, el régimen ha podido “maquillar” sus propios números. Los anuarios estadísticos de la Policía Nacional (que no se publican desde 2021) difieren en amplios márgenes con los datos proporcionados por observatorios feministas, al incluir como homicidios delitos que, al motivarse por factores de género, sí entrarían en la definición de feminicidio.

Están tratando de ocultar la gravedad del problema de la violencia y está mintiendo a la ciudadanía“, denunció Blandón.

Otras medidas contraproducentes han sido las liberaciones periódicas de más de 35 mil de reos comunes en los últimos 6 años, vía procesos irregulares que Blandón y otras activistas han denunciado como riesgosos para las víctimas de violencia machista, o el destino de recursos policiales a la represión y el encarcelamiento de cientos de personas por razones políticas desde 2018.

“(El Estado) no coloca el foco donde debe ser, no proporciona a las mujeres ni los conocimientos, ni los recursos, ni las herramientas para que ellas conozcan y defiendan sus derechos porque el propio Estado está polarizando el discurso público“, denunció Blandón.

Con los 37 feminicidios perpetrados en lo que va de 2018, la última década ha visto en Nicaragua la pérdida de 680 mujeres a manos de la violencia machista, sin señales de que las cosas vayan a cambiar.