La historia de doña Coquito, la abuela vandálica: recordando a un ícono de la rebelión de 2018
Doña Coquito, “la abuela vandálica”, falleció el pasado martes a los 84 años en un hospital capitalino.

Doña Coquito se convirtió en un símbolo de solidaridad durante la crisis de 2018.
Miriam del Socorro Matus, a quien llamaban “doña Coquito“, falleció a los 84 años el pasado martes, 20 de febrero, en el hospital Vélez Paiz de Managua, tras años luchando contra enfermedades crónicas. Padecía de hipertensión, diabetes y presentaba problemas cardíacos que en septiembre de 2023 la dejaron en estado delicado, entre otras dolencias.
Pero siempre se le recordó por tener un gran corazón: durante las protestas en contra de la represión estatal, al iniciar la crisis sociopolítica de 2018, doña Coquito “saltó a la fama” por un gesto solidario.
Lea además: A 5 años de la represión, los crímenes de lesa humanidad siguen impunes en Nicaragua
El agua que vendía la regaló toda la mañana de un 18 de mayo. Más de un centenar de bolsas refrescaron a los manifestantes apostados en las afueras del Seminario de Nuestra Señora de Fátima, mientras dialogaba con el régimen una extrañamente unida colección de opositores.
Según relató en entrevistas en ese entonces, lo que la conmovió fue ver una manta con los rostros de jóvenes asesinados por la brutalidad policial. Se unió al esfuerzo cívico “azuliblanco” que entonces desafió al sandinismo hasta que la salud, un arresto exprés en septiembre de 2018 y la posterior situación represiva del país se lo impidieron.
Doña Coquito regaló el agua que tenía en venta a manifestantes. Foto: Cortesía
Ya era ella antisandinista pues, durante la primera dictadura, la despojaron de un tramo donde vendía granos básicos en el mercado oriental, su único sustento. Tenía 39 años cuando el sandinismo llegó al poder tras el triunfo de la Revolución Sandinista.
Nació en Managua el 17 de noviembre de 1940, en el seno de una familia de Camoapa, Boaco, donde habitó los primeros dos años de su vida hasta que su madre enfermó y se mudó a la capital con una hermana, su tía.
Tuvo que emplearse en el servicio y la venta ambulante para sobrevivir y alimentar a sus hijos pues su entonces esposo, Donaldo Emilio Vargas (fallecido en 2014), pasó 3 años preso por apuñalar a un funcionario sandinista luego de que a doña Coquito la apresaran por evadir las estrictas leyes de abastecimiento del primer régimen sandinista.
Doña Coquito durante una manifestación, 2018. Foto: Cortesía
Fueron 18 hijos en total con sus dos parejas (la primera, César Augusto Rocha, falleció alrededor de 1968 por complicaciones relacionadas a la diabetes) aunque, a razón de los altos índices de mortalidad infantil en la época, sólo 6 le sobrevivieron hasta la adultez para colmarla de nietos y bisnietos.
Fue con dos de sus hijos que vivió los últimos años de su vida, aunque otros dos, de simpatías sandinistas, cortaron lazos con ella. Su estatus de “ícono” de la crisis de 2018 le valió el apoyo de muchas personas y, si bien la represión la obligó a exiliarse en 2019 en Costa Rica, sólo pasó tres meses fuera de Nicaragua.
Miles de personas se han volcado en redes sociales (porque el régimen no permite otras demostraciones) a recordar el gesto solidario de doña Coquito, tantos años después, así como su personalidad y compromiso con una Nicaragua diferente.