Bukele critica a la democracia estadounidense mientras calla ante la dictadura de Ortega

Bukele busca reelegirse a pesar que la constitución de El Salvador se lo prohíbe. ¿Acaso se identifica con un Donald Trump acusado de insurrección?

  • San José, Costa Rica
  • 3:02 pm
  • Dic 20, 2023

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, acompañado de miembros de las Fuerzas Armadas, habla frente al Congreso el 9 de febrero del 2020.

Associated Press
República 18

“Los Estados Unidos han perdido su habilidad para aleccionar a cualquier otro país sobre la ‘democracia'”, declaró el presidente salvadoreño Nayib Bukele en su cuenta de Twitter el pasado martes, 19 de diciembre, en relación a una decisión de la Corte Suprema del Estado de Colorado que inhabilita al expresidente Donald Trump de presentarse como candidato a las próximas elecciones de 2024.

Pero al mismo tiempo, Bukele guarda silencio y hasta mantiene una cercanía discreta con el régimen sandinista de Nicaragua, calificado por entes internacionales como una de las dictaduras más feroces en la historia de la región. Por ello Napoleón Campos, analista y experto en relaciones internacionales salvadoreño, calificó de “bochornosas” las declaraciones de Bukele.

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El fallo de la Corte de Colorado se fundamenta en la XIV Enmienda a la constitución estadounidense, surgida tras la Guerra Civil estadounidense, también llamada Guerra de Secesión o Guerra de Agresión Norteña (1861-1865) por los respectivos beligerantes, que enfrentó a estados norteños y sureños sobre los asuntos de la esclavitud, los derechos de los estados y el papel del gobierno federal en el sistema estadounidense.

Dicha enmienda, en su Sección 3, inhibe la capacidad de cualquier persona que haya “incurrido en insurrección o rebelión contra” el gobierno estadounidense, o “ha dado auxilio o consuelo a sus enemigos”. Efectivamente, es una medida anti-sedición y Campos la califica como una herramienta para arrinconar agitadores y castigar la tiranía.

La Corte interpreta los eventos del 6 enero de 2021, cuando simpatizantes de Trump asaltaron el capitolio en Washington, DC, como una “insurrección” orquestada por el expresidente cuando estaba a días de abandonar el cargo, a pesar de que este ha negado su participación en tales hechos y en su momento llamó a sus simpatizantes a la calma y al respeto a la autoridad, aunque con nulo éxito.

Simpatizantes del presidente Trump confrontados por un oficial de la Policía del Capitolio estadounidense, fuera de las oficinas del senado el 6 de enero de 2021. Foto: Manuel Balce Ceneta/ AP

Campos considera que el espíritu de la XIV Enmienda “empata con la tradición contra tiranos que echó raíces en América Latina” la cual Bukele estaría amenazando “con su inscripción como candidato” para las próximas elecciones de El Salvador, a pesar de una prohibición constitucional explícita.

“Se vuelve así incoherente que la Administración Biden no condene la transgresión constitucional perpetrada por Bukele tras la cooptación a las instituciones públicas desde el 1 de mayo de 2021, cuando sus diputados destituyeron a los magistrados de la Corte Suprema y al fiscal general para que así sus relevos leales se inventaran un aval para la reelección“, señaló el experto.

“Esa condena fue consumada cuando se produjo ese aval pues fueron designados y sancionados bajo la Lista Engel los cinco magistrados autores de esa espuria interpretación ajena al texto constitucional y a la tradición antidictatorial ya señalada“, apuntó Campos.

“Pero en fecha reciente”, contrasta, “en lugar de profundizar dicha condena, el Subsecretario de Estados para Asuntos Hemisféricos, Brian Nichols, afirmó en San Salvador que el asunto de la reelección sería un tema de ‘debate’ dentro de El Salvador. Hoy, la resolución de la Corte de Colorado le indica a Nichols y a sus superiores que nadie -en todas las latitudes- está por encima de la ley“, explicó el experto.

De modo que Bukele estaría asumiendo una postura táctica ante las flaquezas de su propio proyecto reeleccionista, a la vez que, con su silencio, deja abierta la puerta al apoyo regional en una Centroamérica cada vez más cómoda con un modelo de “mano dura” similar al que ha aplicado en su país con el estado de excepción instituido en febrero de 2022, suspendiendo libertades fundamentales en nombre de la seguridad y la lucha contra las pandillas.