¿Realmente es Centroamérica antidemocrática por naturaleza?
Un estudio de la encuestadora Cid Gallup apunta a que la región no tiene buena apreciación del sistema democrático

Un estudio de Cid Gallup encontró que los países centroamericanos son los que menos prefieren la democracia en la región, algo que dedujeron en base a encuestas realizadas en los cinco países de la región y Panamá.
Nicaragua figura entre los países con menos preferencia democrática, alcanzando una puntuación de 47%; El Salvador le supera apenas por un punto mientras que Honduras, con un 36%, es el que menos entusiasmo muestra por esta forma de gobierno.
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El resto de países, salvo Costa Rica con su 67%, se posiciona en algún lugar entre estos números. En julio de este año, el Latinobarómetro registró hallazgos parecidos en su propio estudio periódico, afirmando que en toda Hispanoamérica sólo el 48% de la población apoya la implementación del sistema democrático.
«El autoritarismo se ha ido validando poco a poco, en la medida que no se le condena, ni se sabe bien cuál es el umbral donde un país deja de ser democrático» señaló entonces el documento del informe, que además cómo «aumentan aquellos a quienes les da lo mismo el tipo de régimen» en el que viven.
Los resultados son preocupantes a primera vista, pero deben ser matizados. No está claro la manera en que fueron formuladas las preguntas que determinaron estos sondeos, algo bastante relevante y esclarecedor. En verdad, son pocos quienes explícitamente apoyan un sistema autocrático para gobernar sus naciones y la apatía es muy prevalente; apenas el 17% a nivel regional desea una dictadura, según el estudio del Latinobarómetro. ¿Qué ha llevado, entonces, a estos hallazgos?
Democracia y calidad de vida
En opinión del exdiplomático y analista político, José Dávila, “la democracia es un sistema político, el mejor que existe, pero no podemos desligar el sistema político al desarrollo y calidad de vida que experimentan las personas”.
Dávila plantea que “todo sistema político, naturalmente, debe buscar darle a su población bienestar y calidad de vida y lo que ha pasado es que hay pueblos con exageradas, tremendas carencias y necesidades” a escala social.
Muchos de estos problemas son a menudo atribuidos (con o sin razón) a las élites económicos que, debido a la libertad de mercado inherente a la democracia liberal, prosperan y a menudo hacen sentir su influencia en la política. Los casos de corrupción, las carencias y en general la desigualdad afectan la percepción de la democracia para muchas personas, señala el experto.
“La gente no tiene educación, la salud pública está maltrecha, hay problemas de alimentación, de desempleo y varios salarios, una situación que aprovechan los sistemas dictatoriales“, señala Dávila.
La democracia debe cumplir
Las dictaduras en contraste, explica Dávila “dicen: ‘vamos a darle de comer, vamos a darle salud a la gente’, y trabajan en propaganda”, como lo es la narrativa de la medicina cubana como excepcionalmente buena o “la economía del gallopinto”, ambos ejemplos que Dávila expone. “Es una manipulación tremenda de la situación de la gente“, añade.
“Cuando le preguntan a las personas si prefieren democracia o dictadura, ellos razonan que, si una dictadura les está ofreciendo recursos, la van a apoyar“, pero eso no significa que las personas sean inherentemente antidemocráticas por credo, aclara Dávila.
Así, pues, el experto considera que la democracia por sí misma no es necesaria, sino que debe ir de la mano con una política de fomento del desarrollo social. “El Estado debe satisfacer las necesidades sociales, la alimentación, la vivienda; la democracia está obligada” so pena de perecer ante propuestas autoritarias.
“Cuando la democracia no cumple o no gobierna, la gente cae en la tentación de una dictadura; la democracia se desprestigia cuando un gobierno no cumple sus responsabilidades de garantizar el desarrollo, pero a pesar de esto la democracia es el mejor sistema y vale la pena pelear por él“, concluye el experto.