El bachiller Daniel Ortega busca “fulminar” todos los espacios académicos y universitarios que no están bajo su control en Nicaragua
El dictador Daniel Ortega ha cancelado ya 20 universidades privadas o subvencionadas en el país, que estarían afectando a más de 20,880 estudiantes nicaragüenses. Aunque la cantidad podría ser mayor.

Con la cancelación este martes de las personerías jurídicas a la Universidad Juan Pablo II y la Universidad Cristiana Autónoma de Nicaragua (UCAN), el dictador Daniel Ortega ha clausurado ya 20 universidades en tan solo 15 meses, afectando a más de 20,880 jóvenes estudiantes, aunque la cantidad sería mayor, según el Observatorio Nicaragüense para la Libertad Académica y la Calidad Educativa.
La Unidad Juvenil y Estudiantil (UJE), conformada por jóvenes nicaragüenses exiliados en Costa Rica, calificaron la cancelación de la personería jurídica de otras dos universidades en Nicaragua como una medida para “fulminar” cualquier espacio académico que no esté bajo el control del Consejo Nacional de Universidades (CNU).
Los jóvenes señalaron al CNU como el “principal cómplice” del bachiller Daniel Ortega “en el deterioro educativo que se vive en el país”, luego del arrebato este martes de la personería jurídica de la Universidad Juan Pablo II y la UCAN.
Noticias relacionadas: Cancelación de personerías jurídicas al Cosep y 18 cámaras empresariales «es un paso acelerado a la cubanización»
Rechazo a las acciones contra la academia
El académico y politólogo, Félix Maradiaga, señaló que “atentar contra la educación es atentar contra el futuro de nuestras juventudes”. También condenó la nueva arremetida contra las universidades que “cierran la oportunidad a cientos de estudiantes que se preparan para salir adelante y que, hoy, son víctimas nuevamente de las retalaciones políticas de un régimen que cercena los derechos fundamentales del pueblo nicaragüense”.
El también exreo político hizo “un llamado a la comunidad internacional, a los mandatarios de la región, amigos y aliados a demandar al dictador Daniel Ortega para que cese el autoritarismo y la opresión contra todo un país”.
La joven activista y feminista , Katherine Ramírez, lamentó desde el exilio que “las universidades privadas en Nicaragua solo van a quedar en el recuerdo de lo que fue un país centroamericano, porque ya no sé qué es Nicaragua”.
Mientras que el joven activista Elthon Rivera, fundador de la Iniciativa Puentes por los Estudiantes de Nicaragua (IPEN), señaló la urgencia de “que la comunidad internacional condene los ataques contra la educación en Nicaragua y abra oportunidades académicas para la gran cantidad de jóvenes que ven cómo sus sueños son arrebatados por una dictadura criminal. La educación es la mejor inversión para el cambio”.
Otros recintos cancelados
Otras universidades que han perdido su personería y han pasado al control estatal son la Universidad Hispanoamericana (Uhispam), cancelada el 13 de diciembre de 2021; la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli) y la Universidad Popular de Nicaragua (Uponic), canceladas el 2 de febrero de 2022.
Ese mismo día también fueron canceladas la Universidad Católica Agropecuaria del Trópico (Ucatse), la Universidad Paulo Freire (UPF) y la Asociación de Estudios Humanitarios (Uneh).
La excusa de la dictadura sandinista es que las universidades canceladas han incumplido sus obligaciones con el Ministerio de Gobernación, al violar la Ley General de Regulación y Control de Organismos sin Fines de Lucro (Ley 1115), por tanto han pasado a control del Estado.
Estudiantes y profesores en incertidumbre
Elison Altamirano era estudiante de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Juan Pablo II y tuvo que salir del país hacia Costa Rica debido a la persecución política por su activismo.
Altamirano cuenta que conocer la noticia de que su alma mater fue cancelada arbitrariamente por el régimen sandinista “fue bastante pesada”. Al punto que él mismo fue a revisar la publicación del diario oficial La Gaceta de este 7 de marzo para convencerse.
“Fue bastante doloroso, porque en un principio había dolido el exilio. Había sido difícil saber que no iba a poder estudiar y ahora saber que mis notas y los registros de los estudiantes que estamos exiliados y estudiábamos en esas universidades ya no existirán”, agregó.
El universitario también agregó que muchos de sus excompañeros, al igual que sus profesores, se encuentran en una especie de incertidumbre al no saber qué pasará y cuáles serán los posibles cambios dentro de la universidad.