Pinita Gurdián pide la liberación de su hija y nieta presas políticas
La mamá y abuela de Ana Margarita Vigil y Támara Dávila respectivamente a través de una carta protestó y gritó las injusticias que están sufriendo ellas y las 190 personas reas de conciencia del régimen.
En una carta dirigida a los dirigentes del régimen totalitario de Nicaragua, doña Pinita Gurdián pide la liberación de su hija, Ana Margarita Vigil y su nieta, Tamara Dávila.
“Uso este espacio que, aunque es reducido, es el único que me permite gritar al mundo mi angustia y mi dolor”, inicia la carta.
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Pide la liberación de presos y presas políticas
Además de pedir desesperadamente la liberación de su hija y su nieta, que cumplen 387 días de estar encarceladas y totalmente incomunicadas, abogó por las demás presas políticas que están en El Chipote.
“Algunas en total oscuridad, otras con luz las 24 horas. Con frío en este tiempo tan húmedo. A algunas les han pasado la colcha que les llevamos, pero a otras no ha sido posible se las entreguen”, continúa.
Gurdián agregó además que la política presidiaria en El Chipote es prácticamente “otra forma de tortura”, puesto que las presas y presos políticos duermen sobre una cama de piedra.
Además de ello, se encuentran en celdas que se inundan periódicamente y no tienen lo necesario para abrigarse.
“Cada una en una celda separada, sin poder hablar, ni hacer señas, ni leer, ni escribir. El caso de Tamara es todavía más grave, porque su celda es empernada”, alerta Gurdián.
Detenidas y juzgadas con falsos testigos
Pinita Gurdián también señala en su carta dirigida a Daniel Ortega y Rosario Murillo que tanto su hija, como su nieta, así como las demás presas políticas fueron detenidas y juzgadas por testigos falsos por el hecho de haber protestado.
“Ese fue su gran delito. El no ser indiferentes ante el dolor de las personas que sufren injusticias. ¿No es acaso este un país libre?”
“Esto es inhumano y no lo puedo callar. Protesto y grito las injusticias que están sufriendo ellas y el resto de un total de 190 personas en diferentes centros penitenciarios”.
“¿Las quieren matar?¿Enloquecerlas? ¿Dónde están las palabras que tanto pregonan de amor, paz, Dios?”
“Desde mi situación especial de un cáncer que cada día progresa, yo protesto y pido abran su corazón. No quisiera morir sin tenerlas libres. Toda esta angustia agrava mi situación. Es una pesadilla constante”, añade Gurdián.
“A ustedes les conviene que todos vivamos en paz. Pido al Señor abra sus corazones”, finaliza.