Damasso Vargas: defendiendo las identidades sexuales desde el exilio

Esta es la historia de una mujer transgénero nicaragüense que desde el exilio en Costa Rica ha potenciado la participación activa en diferentes espacios para defender los derechos de la comunidad LGBTIQ+

  • 10:43 pm
  • Abr 25, 2022
Damasso Vargas
República 18

Damasso Jussette Vargas Vargas, de 28 años de edad, popularmente conocida como La Damasso, es una mujer transgénero nicaragüense, originaria de Managua, organizada desde temprana edad, participando en grupos de liderazgo adolescente y juvenil. En 2007, junto a otras compañeras transgéneros, de los barrios de la capital nicaragüense (exactamente de los distritos 5 y 6) deciden organizarse y fundar la colectiva feminista de mujeres transgéneros “TransDeseo”. Con el objetivo de reivindicar sus derechos y empoderar a otras mujeres víctimas de la discriminación y violencia estatal.

Parte de las acciones que realizaban, estaban enfocadas en informar, sensibilizar, promover e incidir por los derechos de las mujeres transgéneros, derechos como el acceso a una atención de salud con calidad y a una educación sin limitantes por su vestimenta, por su identidad. También lograron dialogar con representantes de la institución policial, llevando la preocupación a través de los testimonios de compañeras transgéneros y trabajadoras sexuales que fueron víctimas de agresiones por parte de oficiales de la policía de turno.

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Para cuando llega abril del 2018, Damasso, expresa que ya era activista, ya tenía sus propias luchas: la de reivindicar sus propios derechos, “No es fácil ser mujer transgénero en una sociedad nicaragüenses patriarcal. Por mis convicciones como activista, defensora de derechos humanos, es que tome la decisión de participar en este contexto, que ya tiene 4 años”.

En las manifestaciones de 2018

Para Damasso Vargas, los días antes del 18 de abril, eran pesados, comparte que “estaba pasando por un impase bastante complejo y personal”. Sin embargo, ella, había visto en las redes sociales, en las publicaciones de amistades, la noticia del incendio de la reserva indio maíz, lo que la llevo a averiguar más sobre la situación, también se encontró con la noticia de la reforma de pensión del seguro social, y siguió haciendo consultas a amistades, hasta que le llego a su mensajería, una convocatoria de manifestación, para el 18 de abril, en la Universidad Centroamericana – UCA.

No era posible imaginarse, que, en tal manifestación, a la que decidió ir voluntariamente, la que cambio de lugar, no en la UCA, sino en el sector de Camino de Oriente, se tornaría en un momento de represión, de agresiones, golpeando a las y los manifestantes con bates de madera, de hierro, con piedras y donde la policía no hizo nada, absolutamente nada, sin duda fue un momento que marco la vida de muchas personas, incluyendo la de Damasso.

Como consecuencia, el 19 de abril, cerca de la casa de habitación de Damasso Vargas, se escuchaban detonaciones, las juventudes universitarias se refugiaban, protegían sus vidas y el derecho a libertad de expresión, ante la represión por parte de paramilitares y policiales. Su interés de apoyar fue eminente, no logró ingresar a la Universidad, pero si acompañar y gestionar junto con otras personas, alimentos cocinados: arroz, huevo con mortadelas; y otros de carácter perecedero: galletas, jugos en envase Tetrapak, etc. Los cuales hicieron llegar empacados en bolsas de plástico y lanzado de un lado de la calle hacia el otro lado, donde se encontraban las juventudes.

Damasso Varga, integrante de la Mesa Nacional LGBTIQ+ nicaragüense

Damasso Vargas en el exilio

Damasso Vargas, se identifica como una mujer comprometida con la defensa de los derechos humanos, actualmente se encuentra exiliada en Costa Rica desde febrero del 2019. Comparte que su salida del país era para llegar a Costa Rica a presentar el informe titulado ¨ Las Afectaciones a las Personas LGBTIQ+ a partir de la crisis sociopolítica, abril del 2018¨, el cual recoge 280 testimonios de personas que habían vivido violencia de simpatizantes del gobierno, de oficiales policiales y hasta de familiares simpatizantes de Ortega, llegando a expulsarlos de las casas o dictándoles amenazas de muerte.

“Era necesario compartir la información, pero estaba demasiado renuente de hacerlo porque sabía que esa salida de Nicaragua podría no tener boleto de regreso y efectivamente hoy ya tengo 3 años viviendo en Costa Rica”.

Ser mujer transgénero en Costa Rica

Entre las personas nicaragüenses exiliadas, se encuentra un sector diverso, en este caso: el de la identidad transgénero. Desde la experiencia de Damasso Vargas, se puede corroborar que existe cierta sensibilización y avance en la cultura de respeto, por parte de funcionarios públicos y ciudadanos nacionales.

Vargas, también señala que no todos están sensibilizados, que es un tema, que aún requiere mayor atención:

“Si bien no he sufrido la discriminación constante como se vivía en Nicaragua, si he sido victima de agresiones, al menos una vez: para cuando fui a las oficinas de huellas, el oficial en cuanto vio mi solicitud de huella, la cual suele decir para que requieres la huella, en mi caso, para la entrevista de elegibilidad, como parte de mi solicitud de refugio, su trato cambio, fue eminente, quizás no fue por se transgénero, pero esta vez, fue por ser nicaragüense o ambas. Entonces ser mujer transgénero y nicaragüense en Costa Rica, tampoco es que sea fácil”.

Su compromiso con los derechos humanos

Damasso Vargas, quien también es estudiante de trabajo social, gracias al programa de estudios para juventudes nicaragüenses en el exilio, iniciado en el año 2020 y promovido por la Universidad Paulo Freire, comenta, que, al llegar a Costa Rica, recuerda ver algunas personas conocidas y a otras que no conocía, pero que tenían un punto en común: no hay una representación real de persona LGBTIQ+ en las mesas de trabajo, habían representantes de identidades heterosexuales por las identidades LGBTIQ+, una figura incongruente,  ya que: “necesitamos gente que hable desde nuestra propia realidad, que le pase por el cuerpo”, de ahí, les motivó el empezar reuniones para fundar La Mesa de Articulación LGBTIQ+ Nicaragüense en el Exilio, Capitulo Costa Rica, de la cual Vargas, es cofundadora.

“El lazo no se rompe, a veces colaboro en algunas cosas, y es que mi accionar ha estado ligado a la coyuntura política”.

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Como personas LGTBIQ+ nicaragüenses en Costa Rica, han logrado entrar a diferentes espacios de diálogo, espacios donde también posicionan la participación de la comunidad, lo que fortalece el tejido social, comunicándose con organizaciones diversas costarricense, donde comparten y visibilizan la participación LGBTIQ+.

“Hubo personas en tranques, en mesas de diálogos, en recolectas de víveres, en sesiones de OEA, recopilando información, documentando y seguimos participando”.

 El accionar y compromiso de Damasso Vargas, ha estado orientado a posicionar la importancia del enfoque transversal de género. Desde su participación y rol dentro de la Mesa Nacional LGBTIQ+ nicaragüense, sumándose a otros espacios como el de La Articulación de Movimientos Sociales.

“Desde mi rol dentro de la comisión de formación y con compromiso colectivo, tratamos de generar espacios formativos para nuestras membresías y otras personas que se puedan identificar con el quehacer de la Articulación de Movimientos Sociales. Hoy en día seguimos tratando de accionarnos en cuanto a ellos y ellas”.

Damasso Vargas también participa en la feria de la Red de Mujeres Pinoleras en el exilio. / Foto: cortesía

Damasso Vargas, una mujer de la red feria pinolera

Damaso Vargas, llego a ese espacio por medio de otra compañera: “ella ya tenía un emprendimiento: una tiendita de ropa usada, desde un enfoque de reciclaje”.

La Red de Mujeres Pinolera, es un espacio seguro, donde la gran mayoría son exiliadas a raíz de la crisis sociopolítica, mujeres que innovan, que emprenden, hay una gran variedad de productos, desde artesanías de crochet, cuadros de pinturas, calzado, bisutería, ropa, así como comidas típicas como el bajo, el nacatamal, el quesillo, el raisanbin, y hasta dulces tradicionales: de leche, de coco, de coyolito, de banano y chocolate.

“Mi producto emprendedor, es la chilera, a base de chayotes, zanahorias, chile panameño y vinagre blanco. Dicen que son muy apetecidas”.

Damasso Vragas participa en la Feria Pinolera con la venta de chileras. /Foto: cortesía

Para Damasso Vargas, desde este espacio, ha logrado acompañar el proceso de organización de la feria, hoy en día, es parte del equipo que organiza cada mes este espacio, también han logrado alianzas con otras organizaciones como Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humano, RET International y La Red de Mujeres Migrantes.

“Tratamos de generar espacios de auto cuido, espacios psicosociales para las mujeres. No somos solo la feria pinolera somos un colectivo de mujeres que en cierta medida tiene su negocio creciente pero que también tratamos de cuidarnos entre todas y acompañarnos”.

Educar para avanzar

Para Damasso Vargas, no todo está perdido, apuesta a la oportunidad que tiene el pueblo nicaragüense en educar mejor a las nuevas generaciones. Ella, siente mucha esperanza en quiénes vienen adelante, y cree que como personas jóvenes pueden aprender a ser empáticas. Y a trabajar desde la armonía y desde la empatía.

“Hay que intensionar y trabajar para que Nicaragua sea un lugar bonito para todas, todos y todes. Y aunque no lo vea yo, aunque no lo veamos nosotras, podemos dejar el camino vislumbrado para quienes vienen y pueden hacer, impulsar más lo que nosotras estamos tratando de sembrar ahora”.