Guillermina Zapata, madre de abril que no ha sido doblegada
A 4 años del asesinato de su hijo Francisco Reyes Zapata, su mamá se confiesa con fortaleza para seguir luchando y reclamando justicia. Guarda la esperanza que el 30 de mayo se decrete duelo nacional.

Guillermina Mercedes Zapata, de 66 años y originaria de la capital nicaragüense, Managua, no ha dejado de vivir el duelo por su hijo asesinado durante la masacre del día de la Madre en 2018. Sin embargo, reconoce que ni con todo el sufrimiento causado por el régimen ha sido doblegada.
“Tampoco me voy a dejar doblegarme, tengo que buscar la vida”, dice doña Guillermina al iniciar el relato de su vida.
Diariamente sale de su vivienda para ganarse la vida y para continuar luchando para llevar el sustento a través de la venta ambulante de ropa. Se levanta muy temprano y sale a entregar encargos en Managua y en otros departamentos del país.
Este año, decidió descolgar el póster con la fotografía de su difunto hijo Francisco Reyes Zapata, asesinado durante la “madre de todas las marchas”, aquella movilización cívica que terminó en la matanza de 19 jóvenes que protestaban contra la dictadura.
Ella refiere que en estos cuatro años ha sido muy doloroso verlo frecuentemente en la fotografía.
“Tengo el poster guardado porque es duro ver el rostro de alguien que te le quitaron la vida. Lo tengo metido en una bolsa plástica. Estas heridas están abiertas hasta que el asesino se vaya. En estos cuatro años esta memoria todavía está viva y no solo para mí, sino que para toda la familia”, expresa doña Guillermina con lágrimas en sus ojos.
Pese a las heridas y preocupaciones, reflejadas en su mirada y rostro, doña Guillermina Zapata se considera una mujer luchadora, dispuesta a dar la batalla día a día.
Actualmente, sus tres hijos varones se encuentran en el desempleo y la apoyan con su negocio de venta de ropa por encargo. No obstante, el mayor (39 años), sufrió un derrame cerebral a finales de 2021, por lo que ha tenido que asumir sus tratamientos.
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“Tengo tres hijos varones, uno tiene problemas en el lenguaje por asfixia severa al nacer. Él me acompaña a cargar y los otros me están apoyando porque están desempleados. El mayor, que tiene 39 años, tuvo un derrame cerebral leve y gracias a Dios lo he recuperado bastante con tratamientos, consultas y terapias”, relata.
El papá de sus hijos, un expolicía únicamente asume una pensión de 2,000 córdobas al mes, con lo que, según sus palabras, no logra resolver mucho.
Organizarse con otras víctimas para colectivizar el dolor
Doña Guillermina Zapata expresa que ha sido de vital importancia el organizarse con otras madres que perdieron a sus hijos en 2018 debido a la represión, puesto que la han hecho sentir acuerpada y acompañada.

“Estamos organizadas, pero ahorita no podemos hacer nada. El 30 de mayo de 2021 que tuvimos un acto del día de las madres, después que salieron las mamás, las estaban esperando los antimotines y les robaron las camisetas, los libros que les entregaron, el dinero y las golpearon.
Sin embargo, recordó que para una madre no es tan fácil perder a un hijo, pero que diariamente le pide a Dios “porque yo tengo que continuar y tengo que salir adelante”.
Su vida cambió en 2018
Antes de 2018, doña Guillermina era masajista y vendedora ambulante de ropa, pero con la represión gubernamental y luego, la pandemia de la Covid-19, tuvo que dejar a un lado los masajes.
“La venta de ropa está estable, no es lo mismo que se vendía antes de 2018. Salía a vender ropa ambulante, visitando casas y ofrecer productos. Hoy en día me he quedado solo con encargos”, relató.
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Desde muy temprana edad doña Guillermina ha tenido que hacerle frente a la vida para salir adelante, ya que no contó con el apoyo de su madre.
“Soy una mujer luchadora. No tuve apoyo de madre, me crie con mi abuela paterna. Desde los 15 años tuve que salir a trabajar de doméstica y me fui a cuidar unos niños. Me quedé con mis patrones trabajando casi toda mi adolescencia hasta los 21 años”, relata.
Gracias a uno de sus patrones, trabajó en una oficina de publicidad desempeñándose como asistente de limpieza y recepcionista. Además, los fines de semana laboraba en un salón de belleza para poder reunir más ingresos ya que era el sustento de su hogar y de su abuela.
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Una familia perseguida por dos dictaduras
Durante los enfrentamientos contra la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, su hermano menor formó parte de los insurgentes, por lo que doña Guillermina expresa que la persecución política a su familia se remonta desde antes de la revolución sandinista.
Además, señala que el mes de mayo, siempre ha sido marcado por dos asesinatos en su familia.
“Mi hermano menor también andaba en la guerrilla y lo asesinaron el 28 de mayo, con el gobierno de Anastasio Somoza y lo enterraron el 30 de mayo. Estas fechas no han sido muy agradables para nosotros y Francisco me estaba preguntando en 2018 cómo había muerto su tío. Lo mataron por la distribuidora La Vicky y lo desmembraron detrás del Polideportivo de España”, señala.
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Luego del triunfo de la revolución, sus jefes se exiliaron y emprendió el negocio de la ropa, para después sumarse a la jornada nacional de alfabetización.
En la década de 1990, contrajo matrimonio con un Policía, del que actualmente está separada.

“Yo sola he preparado a mis hijos, con mis masajes, mis trabajos de pies y manos y la venta de ropa que no era tan seguida”, dijo.
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30 de mayo de 2018 “duelo nacional”
Doña Guillermina recuerda que el 30 de mayo de 2018 le reclamó a su hijo Francisco por la forma triste en que la felicitó por el día de la madre nicaragüense.
“Yo creo que él presentía algo y yo también. Cuando yo lo miraba cantando las canciones de protesta, yo decía que no podría aguantar ese golpe. No se cómo, pero lo presentí”, dijo entre lágrimas.
“El año pasado soñé con él antes del 30 de mayo. Soñé que él andaba buscando trabajo”, añadió.
Francisco Javier Reyes Zapata fue de los 19 fallecidos durante la masacre de mayo, que sumó más víctimas por la represión contra las protestas ciudadanas, que condujo hasta el día de hoy una crisis sistemática de derechos humanos en Nicaragua.
“Mi hijo era un muchacho amoroso. El mundo entero está con nosotras y no estamos solas. El mundo entero vio cómo caían los jóvenes el 30 de mayo. Ese día, para mí, se debe decretar día de duelo nacional”, concluyó.