De arquitecta a ingeniera en desarrollo web desde el exilio

Danny Osorio huyó de Nicaragua hacia Países Bajos por el constante acoso que sufrió por parte de la policía sandinista. Pidió asilo político, obtuvo una beca de estudios y se convirtió en desarrolladora web.

  • 5:06 pm
  • Mar 9, 2021
República 18
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Danny Osorio, su esposo y su hija recién nacida habitaban en Managua. Ella estaba en el apogeo de su carrera, siendo dueña del bar-restaurante Mosh Rock & Burgers y trabajando en su área de estudios, la arquitectura. Un día antes del 19 de abril de 2018, Danny se fue a la playa con su marido a celebrar su cumpleaños. Se desconectaron del mundo para disfrutar su día: “Apagamos los teléfonos y cuando volvimos a Managua el 19, Nicaragua era otra. Nunca más volví a celebrar un cumpleaños. A partir del 2018, cada abril para mí es de conmemoración y resistencia”.

 

Activista por los derechos humanos desde 2013

Danny cuenta que empezó a involucrarse en el activismo apoyando las protestas por el seguro social, denominadas #OcupaINSS, en 2013. También se involucró en el activismo feminista, siendo parte de marchas y demostraciones en contra de la violencia machista y por los derechos de la mujer.

Proveniente de una familia del norte de Nicaragua, Osorio relata que “la justicia, democracia y derechos humanos son causas fundamentales en mi vida. Estas causas e ideales políticos, que han sido traicionados por la dictadura, estuvieron presentes en mi crianza. Soy nieta de un desaparecido, secuestrado en 1984 porque sus vecinos le acusaron de apoyar y esconder ‘cachorros’. Mi familia es de Mancotal, Jinotega, una zona de conflicto: esto llevó a mi madre a involucrarse en luchas por los derechos humanos y a hacer activismo en contra de las desapariciones forzosas”.

Al regresar a la capital Danny se involucró en la insurrección al día siguiente, el 20 de abril 2018: “Ver a la policía disparando contra un pueblo desarmado me indignó y me llenó de mucha rabia. Salí a quemar chayo palos, ¿qué otra cosa podía hacer? En ese contexto la apatía era un crimen, no quería voltear a ver a otro lado porque esto me habría vuelto cómplice de la dictadura”, señaló.

Danny Osorio protestando contra la dictadura ORMU en Países Bajos./ Foto cortesía

Como habitaban cerca del residencial de Daniel Ortega y Rosario Murillo, los hostigamientos por parte de los retenes de la Policía Sandinista no se hicieron esperar. Danny tomó la difícil decisión de partir al exilio con la familia que empezaba a formar, solicitando protección internacional en Países Bajos en diciembre 2018. Desde el país europeo continúa denunciando las atrocidades de la dictadura ORMU junto con la comunidad nicaragüense en Países Bajos. La mayoría, al igual que ella, son exiliados solicitando asilo político.

 

HackYourFuture, la beca que le concedió una nueva dimensión profesional

HackYourFuture es un programa dirigido a refugiados que deseen convertirse en desarrolladores web. Dura aproximadamente 7 meses y posee sedes en Países Bajos, Bélgica, Dinamarca y Canadá. Al concluir el plan de estudios el estudiante debe crear “una aplicación web full-stack como proyecto de graduación”.

Al descubrir este programa, Danny Osorio vio una gran oportunidad de reinventarse, y no dudó en inscribirse “a pesar de que tenía que aprender de cero, concluí que sería más fácil integrarme a la sociedad y al mercado laboral como programadora que como arquitecta (…) En Países Bajos hay escasez de programadores e ingenieros de software”.

Osorio detalla que acceder al programa no es tan sencillo, ya que es bastante cotizado y muchos refugiados desean ser parte: “Entrar al programa tampoco es fácil. De un promedio de 200 aplicantes solo aceptan a 15”. Y ella lo consiguió, empezando sus estudios en junio 2020.

Dar el salto de arquitecta a desarrolladora web no le resultó complicado. Como arquitecta con diez años de experiencia, Danny no percibe esta profesión como un cambio, “sino que más bien expandí mi forma de hacer arquitectura (…) Actualmente los diferentes espacios públicos y sociales se viven más en un navegador o en una app que en los espacios físicos reales. Antes diseñaba espacios físicos, ahora construyo espacios virtuales”.

Danny Osorio puso tanto empeño a sus estudios que pronto se destacó entre sus compañeros. Cuenta que varios de ellos son “refugiados con carreras sólidas en campos como Ingeniería en sistemas o Ciencias en Computación, algunos con maestrías y doctorados. Me sentía menos calificada, pero mis mismos compañeros me empujaban a esforzarme para no quedarme atrás. Estudiaba hasta 14 o 16 horas al día, siete días a la semana”.

Su esfuerzo le ganó ser elegida “para una pasantía de seis meses en la Agencia Digital independiente más grande de Europa. Acabo de empezar mi pasantía (marzo 2021) y tengo la oportunidad de aprender nuevos lenguajes de programación, expandir y reforzar mi red de contactos y trabajar para grandes marcas europeas desde la agencia que se interesó en mí”.

 Malabares en su vida familiar desde un Centro de Refugio (AZC) debido al COVID-19

Danny cuenta que la interminable espera por una respuesta positiva ha sido dura, pues su familia lleva más de dos años a la expectativa de obtener su asilo político. Sin embargo, ella y su esposo desean una vida lejos de la represión dictatorial para su pequeña, por lo cual resisten con entereza y ánimos: “Hemos resistido, nos hemos reconstruido. Soy tenaz y resiliente, y desde un cuarto de AZC he librado muchas batallas y en todas he brillado. Es mi regalo y mi enseñanza para mi hija”.

Estudiar desde un AZC ha sido una ardua tarea, ya que reconoce ser adicta al trabajo, siendo el balance entre sus aspiraciones profesionales y su vida familiar el reto más grande. Sobre todo, en tiempos del COVID-19, ya que tuvo que “estudiar en línea y ahorita trabajo remotamente porque las oficinas de la compañía están en Ámsterdam y están siguiendo las sugerencias del gobierno que manda a todos a trabajar desde casa”.

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Danny también recalca que lograr este delicado equilibrio puede resultar muy complicado para otras mujeres madres de familia, principalmente para las madres solteras: “Entiendo que para otras mujeres sea difícil porque siendo hija de madre soltera sé de primera mano lo duro que es para una mujer sola tener que ocuparse de las ambiciones propias y de los hijos”.

Danny Osorio en una protesta feminista en Nicaragua./ Foto cortesía

Por ende, el soporte familiar y las redes de apoyo han resultado indispensables para ella: “Quiero agradecer a mi esposo, siempre aprovecho para decir que ha sido un esfuerzo familiar. Vivo en un espacio pequeño, con mi hija de tres años, lo cual hace que concentrarse sea difícil, pero mi esposo hace malabares para mantenerla entretenida para que yo pueda trabajar (…) Sin mi red de apoyo habría sido sumamente difícil”.

 Consejos para el éxito profesional de una mujer nicaragüense exiliada

Danny recomienda a las mujeres que desean, pero aún no se atreven, a entrar a una carrera CTIM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas): “Solo que se lancen al agua. Es una manera más de hacerle frente al patriarcado, hay que ocupar los espacios, sobre todo en sectores como las ciencias y tecnología”.

Y aconseja a otros exiliados pasando por este duro momento que “no tengan miedo a reinventarse. Y no se pongan límites. Yo soy la primera estudiante de mi programa en ser contratada por una empresa europea sin tener un estatus migratorio regularizado. A quienes estén en mi situación les digo: Sí se puede. Muchas veces me sentí desalentada, vulnerada y exhausta, pero me prometí no dejar que el sistema me aplastara. Vencí al sistema”.

 

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